Casi 25 millones están sometidas a trabajo forzoso; mientras que 15 millones sufren un matrimonio obligado. El 71% del total de las víctimas son mujeres o niñas
La esclavitud moderna incluye el trabajo forzoso, el matrimonio forzoso y la trata de personas, entre otros conceptos - AFP
La venta de seres humanos en Libia ha provocado
un escándalo internacional y ha removido conciencias al ver cómo la
esclavitud emergía a pocos kilómetros del considerado primer mundo. Una
esclavitud reconocible pues se acerca a la imagen de la practicada en
siglos anteriores: la venta de personas a cambio de dinero. La
esclavitud no es algo que haya desaparecido en el siglo XXI. En todo
caso ha cambiado su definición.
Si la revelación realizada por la CNN sobre la venta de inmigrantes en Libia ha producido un eco mundial, entre dirigentes, organismos internacionales y medios de comunicación, no produjo el mismo efecto el último informe sobre las cifras de la esclavitud moderna, conocidas hace un par de meses y que la sitúa en la ignominiosa cifra de 40,3 millones de personas.
Sí, más de cuarenta millones de seres humanos son víctimas de la esclavitud, según el estudio impulsado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y la Fundación Walk Free, en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que ha recogido datos de 48 países (en algunos no ha sido posible acceder a la información).
El informe enmarca dentro de la denominación de esclavitud moderna todas aquellas situaciones «de explotación que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coacción, engaños y/o abuso de poder». E incluye en ella a las víctimas del trabajo forzoso, la servidumbre por deudas, el matrimonio forzoso, la trata de personas... El estudio está enfocado prioritariamente en dos de ellos: el trabajo forzoso y el matrimonio forzoso. «En cualquier día del año 2016 es probable que haya más de 40 millones de hombres, mujeres y niños obligados a trabajar contra su voluntad bajo amenazas, o viviendo en un matrimonio forzoso al que no habían prestado consentimiento». Esto es, el año pasado 5,4 de cada 1.000 personas de todo el mundo eran víctimas de esclavitud moderna. Por géneros: un 71% de las víctimas serían mujeres o niñas; y por edades, el 25% serían menores.
De esa cifra global, 24,9 millones de personas estarían sometidas al trabajo forzoso (16 millones corresponden a la economía privada); y 15,4 millones sufrirían un matrimonio forzoso (el 44% antes de los 15 años). La mayor incidencia tendría lugar en África, seguida de la regiones de Asia y el Pacífico.
Según el Convenio firmado en Ginebra sobre el trabajo forzoso, aprobado por la OIT en junio de 1930 y que entró en vigor dos años después, se designa como tal «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente».
El trabajo forzoso supone una fuente de ingresos muy importante para la economía privada. Según cifras de la OIT, en 2012 las ganancias ilegales procedentes del trabajo forzoso (entonces se contabilizó en 21 millones de víctimas) ascendía a 150.000 millones de dólares. Esta cifra demuestra que el convenio de 1930 ha sido respetado de manera desigual en los diferentes puntos del planeta, provocando el desplazamiento de los centros de producción.
Mientras en Europa se han endurecido las leyes que castigan a quien infringe la normativa; hay otras regiones donde apenas se ha implementado, como la de Asia-Pacífico, la más extensa y populosa del mundo y también la que reúne al mayor número de esclavos modernos: 30.435.300 personas, lo que supone el 66,4% del total. Víctimas que se ven obligadas a trabajar en sectores de la construcción, el servicio doméstico, la agricultura y el textil. En este apartado se incluye también a los niños soldados reclutados por los talibanes en Afganistán.
En estos 30 millones se tienen en cuenta además a las víctimas de matrimonios forzosos, que afecta principalmente a menores y que es práctica frecuente en países como India, Bangladés, Nepal, Pakistán e Indonesia. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), de no frenarse esta tendencia, 130 millones de niñas habrán sido obligadas a casarse en el sur de Asia antes de alcanzar el año 2030.
Es en esta región donde se encuentra el país que encabeza el ránking de países con mayor número de esclavos modernos, la India, con 18.354.700 de personas; seguida por China (3,3 millones), Pakistán (2,1 millones), Bangladés (1,5 millones) y Corea del Norte (1,1 millones). El gobierno de este último país, que criminaliza la economía de mercado, utiliza sin embargo a sus emigrantes para enriquecerse con la ganancia de sus trabajo en otros países, como China, Rusia, Angola, Camboya, Etiopía, Malasia o Qatar. Según la información recogida por varias ONG, el trabajo forzoso generaría a las arcas de Kim Jong-un 2.300 millones de dólares al año, frente a los entre 120 y 150 dólares que recibiría cada trabajador al mes, tras sufrir jornadas de hasta 20 horas de trabajo.
La segunda región más afectada por la esclavitud es el África subsahariana, con 6.245.800 personas, que representa el 13,6% del total. Aquí la lista la encabeza Nigeria (875.500 personas), seguida de la República Democrática del Congo (873.100) y Sudán (454.700).
Además del trabajo forzoso, el informe denuncia la violencia sexual y la explotación infantil. Así, se ha demostrado la práctica sistemática de violación de mujeres y chicas en los campos de refugiados en Sudán del Sur, como forma de pago a los soldados. Mientras que en Ghana se estima que trabajan obligados 21.000 menores en el sector de la pesca. En el resto de la región, muchos menores varones son reclutados a la fuerza como milicianos, por parte de los talibanes; en tanto las niñas son obligadas a realizar trabajos domésticos o sufren explotación sexual.
Le siguen en porcentaje de población que sufre esclavitud la región de Oriente Próximo y el Norte de África, con un 6,4%, en la que destacan países como Egipto, Irán y Qatar; la región de Rusia y Asia Central, con un 6,1%, y en los que encabezan la lista Uzbekistán, Rusia y Ucrania. Tampoco se libran de esta lacra las dos Américas (norte y sur), a las que les corresponden un 4,7%. El país con mayor número de esclavos en estos dos continentes es México, seguido de Colombia, Perú y Venezuela.
Cierra el ránking Europa, con un 2,7%, que se traduce en 1.243.000 personas víctimas de la esclavitud. El informe subraya como causa el incremento de la llegada de refugiados al Viejo Continente, huyendo de la pobreza y de las zonas de guerra (Siria, Irak, Afganistán). Una población migratoria muy vulnerable que cae en las redes de mafias criminales que se enriquecen con el tráfico de personas (80% de ellas son mujeres o niñas). Turquía es el país europeo con mayor número de víctimas, con 480.300 personas; seguido de Polonia, donde la comunidad más afectada en lo que se refiere a trabajo forzoso es la vietnamita, con jornadas de 12 a 13 horas, seis días a la semana. También hay que destacar el incremento de matrimonios forzosos en Europa, consecuencia de las migraciones y del multiculturalismo.
Entre los países que menos esclavitud moderna tienen se encuentran, entre otros, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Irlanda, Noruega, Suiza, Austria, Suecia, Bélgica, Canadá, Alemania, Francia, Inglaterra y España.
Si la revelación realizada por la CNN sobre la venta de inmigrantes en Libia ha producido un eco mundial, entre dirigentes, organismos internacionales y medios de comunicación, no produjo el mismo efecto el último informe sobre las cifras de la esclavitud moderna, conocidas hace un par de meses y que la sitúa en la ignominiosa cifra de 40,3 millones de personas.
Sí, más de cuarenta millones de seres humanos son víctimas de la esclavitud, según el estudio impulsado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y la Fundación Walk Free, en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que ha recogido datos de 48 países (en algunos no ha sido posible acceder a la información).
El informe enmarca dentro de la denominación de esclavitud moderna todas aquellas situaciones «de explotación que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coacción, engaños y/o abuso de poder». E incluye en ella a las víctimas del trabajo forzoso, la servidumbre por deudas, el matrimonio forzoso, la trata de personas... El estudio está enfocado prioritariamente en dos de ellos: el trabajo forzoso y el matrimonio forzoso. «En cualquier día del año 2016 es probable que haya más de 40 millones de hombres, mujeres y niños obligados a trabajar contra su voluntad bajo amenazas, o viviendo en un matrimonio forzoso al que no habían prestado consentimiento». Esto es, el año pasado 5,4 de cada 1.000 personas de todo el mundo eran víctimas de esclavitud moderna. Por géneros: un 71% de las víctimas serían mujeres o niñas; y por edades, el 25% serían menores.
De esa cifra global, 24,9 millones de personas estarían sometidas al trabajo forzoso (16 millones corresponden a la economía privada); y 15,4 millones sufrirían un matrimonio forzoso (el 44% antes de los 15 años). La mayor incidencia tendría lugar en África, seguida de la regiones de Asia y el Pacífico.
Según el Convenio firmado en Ginebra sobre el trabajo forzoso, aprobado por la OIT en junio de 1930 y que entró en vigor dos años después, se designa como tal «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente».
Fuente de ingresos ilegales
El trabajo forzoso supone una fuente de ingresos muy importante para la economía privada. Según cifras de la OIT, en 2012 las ganancias ilegales procedentes del trabajo forzoso (entonces se contabilizó en 21 millones de víctimas) ascendía a 150.000 millones de dólares. Esta cifra demuestra que el convenio de 1930 ha sido respetado de manera desigual en los diferentes puntos del planeta, provocando el desplazamiento de los centros de producción.
Mientras en Europa se han endurecido las leyes que castigan a quien infringe la normativa; hay otras regiones donde apenas se ha implementado, como la de Asia-Pacífico, la más extensa y populosa del mundo y también la que reúne al mayor número de esclavos modernos: 30.435.300 personas, lo que supone el 66,4% del total. Víctimas que se ven obligadas a trabajar en sectores de la construcción, el servicio doméstico, la agricultura y el textil. En este apartado se incluye también a los niños soldados reclutados por los talibanes en Afganistán.
130 millones de niñas
En estos 30 millones se tienen en cuenta además a las víctimas de matrimonios forzosos, que afecta principalmente a menores y que es práctica frecuente en países como India, Bangladés, Nepal, Pakistán e Indonesia. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), de no frenarse esta tendencia, 130 millones de niñas habrán sido obligadas a casarse en el sur de Asia antes de alcanzar el año 2030.
Es en esta región donde se encuentra el país que encabeza el ránking de países con mayor número de esclavos modernos, la India, con 18.354.700 de personas; seguida por China (3,3 millones), Pakistán (2,1 millones), Bangladés (1,5 millones) y Corea del Norte (1,1 millones). El gobierno de este último país, que criminaliza la economía de mercado, utiliza sin embargo a sus emigrantes para enriquecerse con la ganancia de sus trabajo en otros países, como China, Rusia, Angola, Camboya, Etiopía, Malasia o Qatar. Según la información recogida por varias ONG, el trabajo forzoso generaría a las arcas de Kim Jong-un 2.300 millones de dólares al año, frente a los entre 120 y 150 dólares que recibiría cada trabajador al mes, tras sufrir jornadas de hasta 20 horas de trabajo.
La segunda región más afectada por la esclavitud es el África subsahariana, con 6.245.800 personas, que representa el 13,6% del total. Aquí la lista la encabeza Nigeria (875.500 personas), seguida de la República Democrática del Congo (873.100) y Sudán (454.700).
Además del trabajo forzoso, el informe denuncia la violencia sexual y la explotación infantil. Así, se ha demostrado la práctica sistemática de violación de mujeres y chicas en los campos de refugiados en Sudán del Sur, como forma de pago a los soldados. Mientras que en Ghana se estima que trabajan obligados 21.000 menores en el sector de la pesca. En el resto de la región, muchos menores varones son reclutados a la fuerza como milicianos, por parte de los talibanes; en tanto las niñas son obligadas a realizar trabajos domésticos o sufren explotación sexual.
Le siguen en porcentaje de población que sufre esclavitud la región de Oriente Próximo y el Norte de África, con un 6,4%, en la que destacan países como Egipto, Irán y Qatar; la región de Rusia y Asia Central, con un 6,1%, y en los que encabezan la lista Uzbekistán, Rusia y Ucrania. Tampoco se libran de esta lacra las dos Américas (norte y sur), a las que les corresponden un 4,7%. El país con mayor número de esclavos en estos dos continentes es México, seguido de Colombia, Perú y Venezuela.
Refugiados y mafias
Cierra el ránking Europa, con un 2,7%, que se traduce en 1.243.000 personas víctimas de la esclavitud. El informe subraya como causa el incremento de la llegada de refugiados al Viejo Continente, huyendo de la pobreza y de las zonas de guerra (Siria, Irak, Afganistán). Una población migratoria muy vulnerable que cae en las redes de mafias criminales que se enriquecen con el tráfico de personas (80% de ellas son mujeres o niñas). Turquía es el país europeo con mayor número de víctimas, con 480.300 personas; seguido de Polonia, donde la comunidad más afectada en lo que se refiere a trabajo forzoso es la vietnamita, con jornadas de 12 a 13 horas, seis días a la semana. También hay que destacar el incremento de matrimonios forzosos en Europa, consecuencia de las migraciones y del multiculturalismo.
Entre los países que menos esclavitud moderna tienen se encuentran, entre otros, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Irlanda, Noruega, Suiza, Austria, Suecia, Bélgica, Canadá, Alemania, Francia, Inglaterra y España.
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