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miércoles, 27 de diciembre de 2017

40 AÑOS DE SOCIALISMO ANDALUZ

Nacido para ganar. El PSOE-A jamás ha pasado por la oposición y la única vez que ha perdido las elecciones pudo seguir gobernando gracias a un acuerdo de coalición con sus vecinos de izquierda


La presidenta andaluza, Susana Díaz. (EFE)

El PSOE de Andalucía acaba de celebrar un aniversario que, con toda seguridad, no tendrá parangón en ninguna otra democracia: desde que se fundó no ha hecho otra cosa que gobernar. Nacido para ganar. Jamás ha pasado por la oposición y la única vez en esas cuatro décadas que ha perdido las elecciones, pudo seguir gobernando gracias a un acuerdo de coalición con sus vecinos de izquierda. Así que pleno absoluto, 40 años de gobierno ininterrumpido.

Un despliegue de poder hegemónico que ni siquiera se ha visto alterado por las luchas de poder entre los socialistas andaluces algo que, cuando afecta a otros partidos políticos, suele llevar aparejada la pérdida del poder por la descomposición interna de las estructuras organizativas o por la simple imagen de caos que se transmite a la sociedad. Aquí no, en estos 40 años de autonomía, el PSOE-A ha ido quitando de en medio a los presidentes de la Junta de Andalucía que caían en desgracia dentro del partido, aunque ganasen con holgura las elecciones, y los ha sustituido por otros que, aunque fueran completos desconocidos para la sociedad, han seguido ganando.

Tras Plácido Fernández Viagas, que gobernó en la preautonomía y falleció prematuramente, el PSOE se encomendó a Rafael Escuredo, que cayó alanceado por Rodríguez de la Borbolla, quien, a su vez, fue derribado por Manuel Chaves, presidente desde 1990 hasta 2009, cuando Rodríguez Zapatero lo nombró vicepresidente del Gobierno de España para promover un relevo en los socialistas andaluces tras casi veinte años. Lo sustituyó José Antonio Griñán pero tampoco duró mucho tiempo: hasta 2013 que tuvo que dimitir por el escándalo de los ERE y fue relevado por Susana Díaz, que gobierna en la actualidad.

Detrás de cada una de esas sustituciones había una guerra de partido detrás, soterrada o latente, que justificaba el relevo, porque el motivo nunca fue los deseos de la mayoría de los andaluces que, con uno o con otro al frente, seguía depositando fielmente la papeleta de voto en la urna. El caso de Manuel Chaves, por ejemplo, es especialmente llamativo porque fue designado candidato a su pesar; estaba de ministro y cuando le ofrecieron ‘bajar’ a Andalucía se negó, no quería, pero tuvo que aceptar el sacrificio y, con la etiqueta de ‘el candidato a palos’ que le puso la oposición, ha sido el presidente de gobierno más longevo de Andalucía, y quizá también de Europa.



¿Y cuál es la fórmula? ¿Por qué gana el PSOE en Andalucía hasta cuando parece que se propone que quiere perder las elecciones? Quizá esta ha sido una de las preguntas más repetidas en estos 40 años y no tiene una respuesta fácil. Lo que siempre ha repetido la oposición y se ha instalado como un tópico en la clase política española es que el PSOE gana en Andalucía gracias al clientelismo político, caricaturizado groseramente en las ayudas del PER. Esa es la caricatura y, como todas, tiene una parte de realidad pero no es esa la única explicación.

Lo del PER, por ejemplo, es lo más fácilmente desmontable, por mucho que se repita: los subsidios agrarios los cobran en torno a 150.000 personas de una población total de 8.409.657 habitantes. En demasiadas ocasiones, se oye hablar a algunos políticos y da la sensación de que en Andalucía todo el mundo cobra el PER, con lo que la deformación llega a convertirse en insulto y esa zafiedad acaba, curiosamente, fortaleciendo la posición del partido al que se acusa de clientelismo. No es el PER la explicación y ni tan siquiera la estructura clientelar de la administración andaluza, que esa sí que tiene relevancia aunque nadie podrá afirmar que exista solo en Andalucía y no en las demás comunidades autónomas en los que, sin embargo, sí se han producido alternancia política.



La conclusión, por tanto, es que si el PSOE ha gobernando ininterrumpidamente en estos 40 años en la Junta de Andalucía ha sido, por encima de las políticas clientelares, por la incapacidad de la oposición, fundamentalmente el Partido Popular, para plantear una alternativa seria, eficaz y creíble contra ‘el régimen socialista’. Solo Javier Arenas ha estado a punto de conseguirlo, pero la única medalla que ha podido colgarse en las cuatro veces que lo ha intentado es la de ganar unas elecciones, aunque no con mayoría suficiente para gobernar.

El primer congreso del PSOE de Andalucía, celebrado en diciembre de 1977, tenía como lema ‘Levantar Andalucía’ y lo más llamativo de todo es que, cuatro décadas después, los socialistas podrían presentarse a las elecciones con el mismo eslogan porque Andalucía, aunque es evidente la transformación de aquella región que el franquismo dejó en el subdesarrollo, sigue a la cola de España y de Europa en los principales parámetros que marcan el progreso de una sociedad. Es la comunidad con más desempleo, con cifras terroríficas cuando se refieren al paro juvenil, con menos renta per cápita, con más fracaso escolar y peor calidad educativa, con más personas en riesgo de exclusión social, hasta un 41,7% de la población…

Hace 40 años se celebró el primer Congreso del @psoedeandalucia. Desde entonces cumplimos con su lema: ‘Levantar ’. Gracias al apoyo mayoritario de los andaluces y andaluzas, seguimos transformando y defendiendo nuestra tierra y trabajando por la igualdad y el progreso.
De forma general, lo que acaba de constatar con desolación la comisaria europea de Política Regional, Corina Cretu, en el VII Informe de Cohesión es que después de una enorme lluvia de millones, 45.750 millones de euros de la UE entre 1986 y 2016, durante la crisis económica se han vuelto a agrandar las diferencias de Andalucía con la media europea en todos los parámetros. La lluvia de millones ha transformado Andalucía, pero no ha conseguido la convergencia, que era el único objetivo. Para colmo, ahora, por los numerosos escándalos de corrupción, desde los ERE hasta los fondos de formación, la Unión Europea también coloca a Andalucía en el último lugar en el listado de calidad democrática.

40 años han pasado y quizá la estampa que lo resume todo es la del banquillo de los acusados de los ERE, en la que se sientan dos expresidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán, y decenas de altos cargos que estaban a sus órdenes en la organización de esa enorme red de clientelismo. ¿Será por eso por lo que Susana Díaz no ha querido celebrar por todo lo alto las cuatro décadas de hegemonía socialista en Andalucía? Lo único que hizo fue poner un mensaje en las redes sociales, recordando la efemérides, y volviendo a prometer, como entonces que “gracias al apoyo mayoritario de los andaluces y de las andaluzas, seguimos transformando y defendiendo nuestra tierra…”

Es posible que no estén los tiempos para grandes celebraciones del PSOE-A, pero tampoco debe inquietarse demasiado la presidenta andaluza. Lo único que puede tener claro Susana Díaz, ella y todos los demás, es que si mañana mismo se convocaran elecciones en Andalucía, el PSOE, de nuevo, las ganaría. Como una rutina, como un sinónimo. No hay más.



                                                                            JAVIER CARABALLO  Vía EL CONFIDENCIAL

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