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lunes, 25 de diciembre de 2017

Rajoy debe elegir entre salvar el PP o salvar España

Rajoy comparece tras el resultado del 21 de diciembre EFE

... El titular tiene truco. Aparentemente, el primer enunciado, salvar al PP, no debería ser contradictorio con lo segundo, Salvar España, pero con lo enrevesada que se va a poner la política catalana puede que no resulte tan fácil. Me explico:   
Hagámonos a la idea de que, por estrámbótico que parezca visto desde el resto de España, la suma de diputados de Junts pel Cataluña, ERC y la CUP va a permitir que el independentismo vuelva a gobernar la Generalitat de Cataluña y al prófugo Carles Puigdemont regresar de Bélgica al Palau que abandonó a la carrera. No nos engañemos, la victoria de Inés Arrimadas en votos y escaños ha sido épica, pero son los secesionistas los que copan todas las aperturas en los medios internacionales y así va a seguir siendo durante mucho tiempo. 
Pues bien, sentado esto, convendría hacerse cinco preguntas antes de que la ira, la frustración o la rabia, tan humanas, nos meta en una dinámica accion/reacción que lleve al Estado dar palos de ciego en medio de un rebrote de la crisis que se antoja complejo:

  1. ¿Pone en cuestión  lo ocurrido en estos comicios la aplicación del artículo 155 para desalojar a los protagonistas del desafío soberanista? No. Un Estado lo es porque, al margen de resultados electorales, aplica la ley en cada momento a todos y cada uno de sus ciudadanos por igual. Y el Gobierno tenía razones suficientes -incluso antes del 26 de octubre- para desalojar del poder a quien quiere romper España.                                                                                                                                         
  2. ¿Significaría la investidura de Puigdemont una desautorización a los jueces? No. Las urnas no lavan nada y mucho menos delitos capitales derivados de un intento de romper el marco de convivencia                                                                                                                                      
  3. ¿Debe el Gobierno pactar con la nueva Generalitat? Políticamente todo; judicialmente nada. Con la Transición se acabaron las amnistías. Ni Oriol Junqueras es hoy un "preso político", como dicen sus más fanatizados seguidores, ni Puigdemont lo será cuando aterrice en España y sea detenido. No obstante, el Estado dispone de resortes para no tensionar más la situación. Por ejemplo, si el 4 de enero el juez Pablo Llarena pone en libertad a Junqueras, Joaquim Forn y los Jordis (Sánchez y Cuixart) la tensión disminuirá. Y eso nos lleva a la siguiente pregunta:                                                                                                                        
  4. Con Junqueras y el resto libres ¿Qué hacer si Puigdemont aparece entonando su Ciutadans de CatalunyaJa soc aquí, a lo Tarradellas en 1977? Sin duda llevarle ante el juez y cruzar los dedos para que éste le ponga en libertad bajo fianza y con cargos a la espera de juicio. Una prisión provisional leída en Cataluña por los independentistas -y por muchos que no lo son- como una agresión a su institución más preciada sería contraproducente... Al fin y al cabo, cuando un prófugo regresa formula acatamiento implícito del sistema. Nunca son buenas las humillaciones y menos en un clima inflamado.                                                                                                                                
  5. (Esta es solo para Rajoy) ¿Qué quiero, que el PP gane las próximas elecciones o, aunque pierda votos y escaños a favor de Ciudadanos, que la crisis de Estado se encauce? La respuesta tiene su aquel porque el presidente del Gobierno ya habrá comprobado que el independentismo le está amargando el final de su carrera política. Si elige la primera opción, mano dura, el PP frenará la sangría de voto a Ciudadanos (o no, vaya usted a saber) e incluso podrá abordar sin más bronca de la necesaria su sucesión al frente del partido, pero España perderá a largo porque el conflicto se enquistará (más). Por contra, si opta, como hizo el viernes, por tender la mano a Puigdemont exigiéndole el fin de la "unilateralidad", la sangría de votos a Ciudadanos seguirá (o no, vaya usted a saber), pero estará poniendo los mimbres de un retorno a la conllevancia España/Cataluña tan defendida Ortega y Gasset... Que no es poco viendo a lo que se ha llegado.


                                                                                         GABRIEL SANZ  Vía VOZ PÓPULI

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