El absurdo llevado al culmen: la palabra “hombre” es ofensiva.
Los medios digitales han informado en
estos días algo que quizás ha pasado inadvertido para la gran prensa
mundial. La prestigiosa Universidad de Princeton, de Estados Unidos,
prohibió el uso de la palabra ‘hombre’ por miedo a ofender.
“El lenguaje LGTBI se impone ya en las
aulas universitarias, por encima de la corrección gramatical y el
sentido común. Princeton ha publicado una “Guía de lenguaje inclusivo de
género” en la que recomienda a profesores y alumnos obviar el uso de la
palabra ‘hombre’ por considerarla “potencialmente ofensiva”.
El supuesto fundamento de dicha Guía está
basado en los postulados de la ideología de género: cada persona no es
lo que su realidad biológica evidencia que es, sino lo que “sienta”.
“Así, si alguien tiene pene pero se siente
mujer no será correcto decir que esa persona es un varón.” De esta
forma el género siempre será independiente del sexo. Y esto es algo que
ya está consagrado en algunas legislaciones en el mundo.
Por ello la universidad estadounidense
propone el empleo de “ser humano” o de “persona”. Tampoco se podrá usar
en adelante los pronombres personales him/her (él/ella) que habrán de
reemplazarse por “nosotros” o “estudiantes”.
En cambio, otra de las universidades más
importantes de Estados Unidos, la de Chicago, comunicó que defenderá el
uso de la libertad de expresión porque “una universidad no
debe resguardar a los individuos de ideas y opiniones que les parezcan
desagradables e, incluso, ofensivas”.
El pretexto invocado invariablemente es el
de luchar contra la marginación y la discriminación, algo en lo que
todos estamos de acuerdo, pero la realidad es que desde este curso los
estudios de Género (Gender), presentes hace años en cátedras europeas y
americanas, tendrán rango de carrera específica. Y dedicada no sólo a
estudiar la ideología de género, sino también a formar activistas y
abogados para imponerla en la sociedad.
La iniciativa del rector de
Princeton, David S. Lee, agregan las agencias, “adquiere especial
relevancia en tanto que se trata de una de las mejores universidades de
Estados Unidos. En 2008 y 2013 logró el primer puesto del ranking
elaborado por la revista US News & World Report delante de las prestigiosas Harvard, Yale, Stanford y Chicago.”
El comentario a este despropósito de
Princeton pasa en primer lugar por condenar la dictadura del pensamiento
único que pretende imponer, atentando contra la libertad de pensamiento
y de cátedra. Es decir, impedir siquiera utilizar la palabra y el
concepto “hombre”, por ser supuestamente ofensivo?! Pero además, ello
implica una “deconstrucción del lenguaje” con el fin subalterno de
servir a una ideología, la del Gender, que recientes estudios de
académicos siquiatras de primer nivel del mismo país, Estados Unidos,
han demostrado que carece de toda base científica. Dicho estudio
concluye terminantemente que “no está probado científicamente que exista
realmente el fenómeno de mujeres encerradas en cuerpos de hombre ni
viceversa”, como afirma la ideología de género.
Este fenómeno nos recuerda a algunas
legislaciones, como por ejemplo la española y de otros países, que han
sustituido la expresión “padre” y “madre” por las de “progenitor A” y
“progenitor B”, u otras que han cambiado los términos de los cónyuges en
el matrimonio. Lo que, además de ser un despropósito resulta totalmente
antinatural. Como se puede pensar sana y sensatamente que calificar de
padre y madre a los progenitores de un niño o niña o de marido y mujer a
los cónyuges, pueda ser ofensivo o injustamente discriminatorio?!
Es la llamada “dictadura del relativismo ético” que primero se quiere apoderar de la cultura para luego recibir consagración legal.
A los ojos de algunos políticos y
cientistas sociales este tema no despierta mayor preocupación. Pues para
muchos, incluido el autor de esta nota, es una de las principales
batallas éticas y jurídicas que tiene que dar la sociedad contemporánea.
Porque la persona es a quien debe servir el Estado, en las democracias y
es la familia humana un conjunto de personas y la célula básica de la
sociedad. Y por tanto, le va la vida en esa batalla, a las personas y
familias, como a las sociedades civiles, y por extensión a los Estados y
la propia Comunidad Internacional.
CARLOS ÁLVAREZ COZZI Vía FORUM LIBERTAS
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