Grândola, Vila Morena. Felipe González fue el José Afonso que, a primera hora del miércoles y desde los micrófonos de una SER travestida
de Rádio Renascença, dio el pistoletazo de salida a la revolución de
los barones sin claveles socialistas contra el régimen del coronel Pedro Sánchez Pérez-Castejón, más conocido como Pedro Nono.
A la fiel infantería que en El Álamo de la calle Ferraz defiende las
posiciones del jefe no le cogió desprevenida la cancioncilla. Sabían que
la entrevista había sido grabada el martes con Felipe en Santiago de
Chile, adonde había llegado procedente de Colombia. Y que había sido
pensada como la señal para el inicio de la revolución, "O povo é quem mais ordena / Dentro de ti, ó cidade". La típica operación del otrora famoso "comando Rubalcaba", vuelto de nuevo al ruedo del diario El País.
"A mí lo que más me duele es que él me pidió que nos reuniéramos
después de las elecciones del 26 de junio, y el 29 de junio me explicó
que pasaba a la oposición, que no intentaría ningún gobierno alternativo
y que votaría contra la investidura del Gobierno del PP, pero que en
segunda votación pasarían a la abstención para no impedir la formación
de Gobierno. Y la verdad es que, viendo lo que está pasando, a mí no
tiene por qué darme explicaciones. Me siento frustrado, como si me
hubieran engañado, no tenía ninguna necesidad…"
Con el papo que le caracteriza y como de pasada, aquel 29 de junio Nonopidió
además a Felipe que escribiera un articulito en el diario de Prisa
adelantando la tesis de la abstención en segunda vuelta para, con la
muleta de su auctoritas por
bandera, ir preparando a la militancia para tragarse el sapo de dar vía
libre a un Gobierno PP. De modo que Felipe tenía y tiene razones no
solo para sentirse engañado, sino toreado. "Francamente me alucina",
aseguraba este jueves un hombre muy cercano al socialismo, hoy ocupado
en el sector privado, "me asombra que alguien como Felipe pueda haberse
dejado engañar por alguien como Pedro Sánchez, un aventurero, un tipo
sin escrúpulos, sin ninguna ideología conocida más allá de su propia
ambición, rodeado de gente como Oscar López o Antonio Hernando, gente de Balbás amamantada después por Pepiño Blanco,
que con la ayuda financiera de su suegro se ha encaramado en la
dirección del PSOE y tiene secuestrada a la organización. Y lo peor es
que no la va a soltar, no; éste se ha atrincherado en Ferraz como se
hubiera atrincherado en una sucursal de Bankinter y ahí va a seguir hasta la muerte… Pero esto no es ninguna sorpresa, todo esto se sabía".
La
condición humana, sí, la lucha por el poder como motor del mundo, como
causa itinerante de miseria y muerte a partes iguales, esa droga del
poder para la que la investigación farmacológica no ha encontrado aún
antídoto. Y la crisis terminal de los dos grandes partidos del turno, el
cáncer que corroe a dos organizaciones que se han convertido en
máquinas de destruir talento y promocionar mediocres. Por Ferraz
deambula un tío con la cabeza sobre los hombros como Jordi Sevilla,
respetado por casi todos, balbuceando ahora, desconcertado,
explicaciones imposibles en defensa de semejante chiquilicuatre. La
condición humana y el Poder, dos asuntos sobre los que se han escrito
ríos de tinta, imposibles de abarcar en el corto espacio de este
comentario, pero que están en la raíz de los males que aquejan a PSOE y a
PP. ¿Es que nadie sabía en el socialismo hispano a quién estaban
elevando a los altares cuando, el 27 de julio de 2014, lo hicieron
secretario general? Entre el 12 de junio (anuncio de su candidatura) y
el 14 de julio (elección en primarias) de ese año, Susana Díaz se sacó de la manga un candidato para cerrar el paso a Eduardo Madina,
que era el protegido del "malvado Rubalcaba si te vuelves te la clava",
a quien la propia Susana había empujado al precipicio tras los malos
resultados de las europeas del mismo año. Un candidato del que nadie
nada sabía, dedicado hasta entonces a calentar culo en el Congreso. Un
candidato en un mes para dirigir el PSOE y aspirar a presidir el
Gobierno de España; un candidato cuyas obras completas caben en la
servilleta de un bar de carretera.
El PSOE prometió
hace años elecciones primarias abiertas, promesa que no ha cumplido. En
su lugar, ha instituido la elección directa por los militantes, lo que
ha servido para que el secretario general ungido se considere investido
de una fuente de legitimidad tan potente como para operar al margen de
los órganos de dirección del partido. Con todas sus imperfecciones, las
primarias abiertas sirven en Estados Unidos para someter a un intenso
escrutinio a los candidatos a lo largo de un año. Las primarias de
mentirijillas del PSOE sirven para que el stablishment del
partido elija un candidato cómodo en un par de semanas, a riesgo de que
el cooptado se convierta después en un sátrapa peligroso una vez
coronado, un iluminado al que resulta imposible apear del cargo, un tío
con la cabeza hueca capaz de elevar el debate ideológico a las altas
cotas alcanzadas con el célebre "no es no, ¿qué parte del no es la que
no ha entendido Rajoy…?"
La chapuza del "comando Rubalcaba"
Lo realmente sorprendente es que, enfrentados a tipo tan ligero de equipaje, la revolución de los barones sin claveles, Em cada esquina um amigo / Em cada rosto igualdade,
haya resultado un fiasco en toda regla, o eso parece. La última
operación del "comando Rubalcaba" se ha demostrado una chapuza de
dimensiones catedralicias. Hablamos de Alfredo Pérez Rubalcaba, ese gran organizador de derrotas, en parodia del primer tomo de las obras escogidas de León Trotsky sobre el tirano Stalin.
-Supongo que tendréis plan B, claro está –preguntaba el miércoles un socialista histórico a uno de los rebeldes.
-No, ni hablar, no hay plan B, al menos que yo sepa.
-¿Cómo?
¿Es que pensáis que cuando vayáis a Ferraz a presentar vuestra dimisión
Pedro se va a echar a llorar, va a recoger sus cosas en dos minutos y
se va a ir a casa? Estáis locos si os habéis creído eso: estáis frente a
un sicópata, como vosotros mismos os encargáis de pregonar, al que por
cierto vosotros habéis puesto en el cargo…
Una chapuza que también se llevará por delante a la propia Susana Díaz,
la tapada de la operación puesta en marcha con el "comando Rubalcaba".
Porque el plan era eso: quitar a Pedro para poner a Susana. No hay más,
no había más. Una Susana que este jueves en Sevilla dio
cabal medida de la profundidad de su pensamiento político oceánico de 5
milímetros de espesor en un bla, bla, bla insufrible, lleno de lugares
comunes, que en todo momento eludió siquiera rozar las razones de una
rebelión que solo tendría sentido si se tratara de liquidar
políticamente hablando a un tipo convertido en un riesgo letal para los
millones de españoles que ansían un futuro de paz, progreso y libertad.
No lo va a tener fácil la tropa rebelde. Hay demasiado escapismo,
demasiada cobardía en sus filas. Y ni siquiera se han leído bien los
estatutos. A riesgo de equivocarme, cosa que no me disgustaría en
absoluto, creo que Sánchez se va a llevar le gato al agua una vez más, y
tal vez esta sea la decisiva. Porque su pulsión vital, su ideología (si
alguna), su ambición, camina en paralelo con esa amplia franja de españoles
de izquierda para quienes la derecha roba, los empresarios explotan y
el Estado tiene la obligación de hacerse cargo de mi educación, de mi
sanidad, de mi vivienda y hasta de mi felicidad. Todo gasto público.
Todo gratis total. La España del populismo rampante que puso en boga Rodríguez Zapatero. La España de los españoles que no quieren a España.
Es
el vector fuerza en el que está instalado el gran Pedro Nono. El de esa
militancia socialista a la que el esplendor en la hierba de Podemos
mantiene desnortada. A menos que este viernes se produzca un milagro, el
Comité Federal del sábado dictará sentencia. Si Pedro sale vivo del
mismo, porque los rebeldes no cuentan en él con mayoría, la escisión del
PSOE en dos bloques será un hecho. Y el futuro, un poco más difícil
para España y los españoles.
JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI
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