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miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL PUNTO DE ENCUENTRO: CON EL PP Y SIN RAJOY

La situación queda así: no hay Gobierno posible sin el PP, pero no hay Gobierno posible con Rajoy. Este es el único punto de encuentro que puede evitar la repetición de las elecciones.

Mariano Rajoy se ha empeñado en dar la razón a quienes sostienen que no se le puede votar como presidente. Todo lo que ha dicho y hecho en esta semana transpira arrogancia y despecho. Me obligan a firmar un acuerdo anticorrupciónque es poco menos que una autoinculpación –y que ni siquiera me sirve para ser elegido–; a pasar por una investidura y ser dos veces derrotado; a pedir ayuda públicamente a mi archienemigo para que este me responda con una bofetada; pero yo les voy a enseñar que soy como soy y jamás cambiaré, que siendo así les he ganado dos elecciones y les ganaré la tercera, y que esto son lentejas: o las tomas o nos vemos en las urnas.
Imaginen por un momento que los diputados del PP tuvieran que permitir con su abstención el regreso a La Moncloa de Zapatero. Sería blasfemia y sacrilegio. Conozco a votantes del PP que pedirían la hoguera para el hereje que osara insinuarlo.
Rajoy es la bicha para el PSOE como Zapatero lo fue para el PP. El origen de esa repulsión mutua está en el rencor que dejaron los ocho años de gobierno de ZP
Rajoy es la bicha para los socialistas, como Zapatero lo fue para los populares. El origen de esa repulsión mutua no está en estos últimos cuatro años –que solo la han agudizado–, sino en el poso de rencor que dejaron los ocho años anteriores degobierno del PSOE. Dos legislaturas que comenzaron con un resultado electoral teñido de sangre y de sospecha, vivido por los perdedores como una usurpación; un tiempo en el que se sembró odio y sectarismo sin pensar que la historia deja huellas que luego pasan factura.
Dice ahora Rajoy: “Desde que yo tengo memoria, el aliado natural de mi grupopara todas las grandes decisiones sobre el futuro de España ha sido y seguirá siéndolo necesariamente el Partido Socialista, y viceversa. El Partido Socialista y el Partido Popular somos aliados imprescindibles para las grandes cuestiones que importan a los españoles”.
Hay un hueco en su memoria: el periodo en que él fue jefe de la oposición al Gobierno de Zapatero. En ese periodo no hubo otra cosa que guerra sin cuartel, juego sucio, quiebra de la convivencia y búsqueda a toda costa de la destrucción del enemigo.
Hay un hueco en la memoria de Rajoy: el periodo en que él fue jefe de la oposición. En ese tiempo no hubo otra cosa que guerra sin cuartel y juego sucio
El Gobierno de Zapatero afrontó tres grandes operaciones de Estado: la reforma del Estatuto de Cataluña, el final del terrorismo de ETA y la crisis de deuda soberana que puso a España al borde del rescate en la primavera de 2010.
En el primer caso, Rajoy ordenó una campaña de agitación con manifestaciones y recogida de firmas, levantó a medio país contra Cataluña al grito de “España se rompe” e impugnó el Estatuto ante el Tribunal Constitucional. El caso es que si hoy le dieran la ocasión de dejar resuelto el conflicto de Cataluña restableciendo aquel Estatuto, lo firmaría sin dudar. Pero ya es tarde. Como en los incendios provocados, los terrenos que se hacen arder, quemados quedan.
En el segundo caso, acusó al presidente del Gobierno de “traicionar a los muertos” por intentar lo mismo que antes intentaron Suárez, Aznar y González. Manipuló a las víctimas, señaló a los socialistas como aliados de los etarras; y hoy es el día en que no ha pronunciado una palabra de reconocimiento hacia Zapatero y Rubalcaba por su trabajo para conseguir el final de la violencia de ETA sin una sola concesión política.
El PP ha ganado las elecciones y ello lo legitima para encabezar el Gobierno. Cualquier alianza que les excluya implicaría violentar el resultado electoral
El 10 de mayo de 2010, España estaba al borde del precipicio. Había que asumir unas medidas duras negociadas con Bruselas o someterse a un rescate a la griega.Perder aquella votación provocaría la caída del Gobierno, pero también un desastre para millones de familias. Rajoy eligió lo primero: “Se acabó, señor Rodríguez Zapatero”. Por cierto, en cuanto llegó a La Moncloa, se apresuró a tomar, corregidas y aumentadas, muchas de aquellas medidas que un año antes se había negado a respaldar.
El Partido Popular ha ganado claramente las elecciones y ello lo legitima para encabezar el Gobierno, ya que no existe una fórmula alternativa de desbloqueo. Cualquier alianza que excluya al PP implicaría violentar el resultado electoral y la composición de la Cámara, contendría un bloqueo en sí misma porque paralizaría todas las reformas y sería tan débil y efímera que en realidad no evitaríamos las terceras elecciones, solo las desplazaríamos unos meses.
La tarea del Partido Socialista es asumir que esto es así y abrir el candado. Y la tarea del Partido Popular es aceptar que no puede obligar a todas las fuerzas políticas, y singularmente al PSOE, a inclinarse ante la persona que jamás les ha mostrado un gramo de esa lealtad institucional que ahora reclama.
Si el trilema negativo de Sánchez es insostenible, también lo es el trilema positivo del PP. Sí a un Gobierno urgente, sí a un acuerdo con el PSOE que lo haga posible y sí a Rajoy como presidente. No puede ser, señores, y ustedes lo saben. El tercer sí inhabilita a los otros dos.
Si el trilema negativo de Sánchez es insostenible, lo es también el positivo del PP. Sí a un Gobierno urgente, sí a un acuerdo con el PSOE y sí a Rajoy como presidente
Rajoy repite que esta es una situación excepcional que requiere soluciones excepcionales. Se lo aplica a los demás, pero no a sí mismo. Es excepcional que el segundo partido, llamado a encabezar la oposición, tenga que posibilitar con su abstención el Gobierno del primero: pero dada la situación, es razonable pedírselo.
También es excepcional que el partido ganador de las elecciones tenga que sacrificar a su líder y ofrecer, como pide Rivera, otro candidato que sea viable. Pero esa es la parte de la realidad que debe asumir. En resumen, se requiere un doble sacrificio que muestre ese sentido de Estado que ambos invocan pero que ninguno practica.
Tras esta investidura fallida, la situación queda así: no hay Gobierno posible sin el PP, pero no hay Gobierno posible con Rajoy. Este es el único punto de encuentro que puede evitar la repetición de las elecciones. Quien esté dispuesto a recorrer el camino hasta ese punto, que lo haga ya. Y quien no lo esté, que lo diga y apechugue.  

                                                   IGNACIO VARELA  Vía EL CONFIDENCIAL

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