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martes, 20 de septiembre de 2016

PODEMOS. ¿CRISIS DE CRECIMIENTO O DE ENVEJECIMIENTO?

Es pronto para preguntarse si Podemos ha tocado techo. Pero a los dirigentes de ese partido se les está haciendo tarde para asumir dos cosas obvias: se han estancado y podía haberse evitado.




Chico conoce chica. Se enamoran. La relación no cristaliza. Él se marcha. Los años pasan y vuelven a encontrarse. Ella está radiante, se quedan solos. Él dice: “Te has convertido en todo lo que ridiculizabas, en todo lo que no podías soportar”. Estas pocas pinceladas de 'Café Society' —el último largo de Woody Allen— podrían guardar parecido con algunos trazos del cuadro de Podemos.
¿Qué está pasando? Pasa que pasan demasiadas cosas al mismo tiempo y en demasiados sitios. Y además con múltiples registros.
Si aislamos los últimos fotogramas de lo que ocurre con la lucha por el poder orgánico en Madrid, puede tenerse la impresión de que el complejo entramado de relaciones personales nos sitúa ante una teleserie de adolescentes…
Si nos fijamos en la campaña electoral gallega, puede tenerse la sensación de que la falta de temple para expandirse en todo el Estado nos ubica ante un drama, porque lo que vemos es a un candidato que se siente solo…
Y si prestamos nuestra atención a la campaña vasca, puede pensarse que la adicción morada a los golpes de efecto —reflejada en el nombramiento de la candidata Zabala— refleja la historia de una 'startup' que desaprovecha oportunidades para echar raíces. Apenas ha llovido desde que se hablaba de una posible polarización Podemos-PNV para estas elecciones. Hoy es una quimera.
Lo que se ha gestionado mal son las expectativas. Y cuando eso ocurre, suele desencadenarse la frustración
No son las únicas localizaciones de esta película. Hay más. Hay mar de fondo desde Andalucía, epicentro de una Izquierda Anticapitalista que quiere más cacho. Y hay Abeles y Caínes en el grupo parlamentario del Congreso. Fue Iglesiasquien habló de “hostia de proporciones bíblicas” y son ellos —pablistas y errejonistas— quienes se las dan y devuelven un día sí y otro también.
Por separado, ninguna de las secuencias apuntadas nos cuenta nada muy perdurable. Pero tampoco basta con juntarlas para tener la trama. Hace falta algo más, un sentido.
Con esa intención lanzó Podemos el concepto de “crisis de crecimiento”, un recipiente que permite incorporar cualquier cosa pero que, sobre todo, mantiene fresca la idea de que el ascenso continúa. Veamos.
Los números dicen lo contrario. El dictado de las generales de junio se vivió internamente como una decepción y, por lo que parece, el resultado del 25-S no desatará ninguna celebración. En ninguno de estos casos puede decirse que las cifras sean malas, lo que se ha gestionado mal son las expectativas. Y cuando eso ocurre, suele desencadenarse la frustración.
También existen otros factores que, sin poder cuantificarse, extienden el desánimo. Por ejemplo, el lenguaje. Salvo contadas excepciones, el discurso se les ha ido llenando de frases hechas y giros burocráticos. Cada vez utilizan términos más viejunos.
El discurso se les ha llenado de frases hechas y giros burocráticos. Cada vez utilizan términos más viejunos
Y eso es algo que se traslada a toda la expresión del partido. Después de tanta 'maquinaria electoral' —y de haber renovado la comunicación política en España —, lo cierto es que el desempeño morado en las campañas de Galicia y Euskadi refleja una sorprendente pobreza creativa.
Pero además de los números y las palabras, están los hechos. Los morados llegaron a las instituciones para cambiarlo todo. Y desde entonces no ha cambiado la política, ni siquiera ha cambiado el Gobierno, pero sí han cambiado ellos.
Habrá quien diga que es porque la democracia funciona. Habrá quien señale la eficacia que siempre tuvo el 'abrazo aristocrático' para adormecer a los espíritus revolucionarios. Un familiar mío lo cuenta de otra manera, dice desengañado que “han entrado en la cazuela”.
Llegaron a las instituciones para cambiarlo todo. Y desde entonces no ha cambiado la política, ni ha cambiado el Gobierno, pero sí han cambiado ellos
Considero que es muy pronto para preguntarse si Podemos ha tocado techo. Pero creo que a los dirigentes de ese partido se les está haciendo tarde para asumir dos cosas obvias. La primera: como poco, se han estancado. La segunda: podía haberse evitado.
En Italia, El movimiento 5 estrellas llegó como 'outsider' a las instituciones y no ha renunciado a serlo con el paso de los años. No les va nada mal con la coherencia; más allá de lo que cada uno piense, está claro que funciona en el espíritu de la época.
Mientras tanto, Podemos va dejando de ser lo que pudo ser —aquello para lo que nació— y va tomando la forma de un sucedáneo líquido del PSOE. Un desnatado, con posible fecha de caducidad, que mantiene una relación difícil con el modelo. Detesta su pasado. Reproduce sus vicios presentes. Y aspira a hacerse con su espacio en el futuro.
¿Esta mutación es el resultado de una evolución política? Creo que la explicación es más sencilla, que tiene más que ver con la aplicación de la lógica del poder.
Cuesta sostener que Podemos haya madurado políticamente. No se les ve mejor armados ideológicamente. En su trabajo institucional, tampoco se aprecian grandes contribuciones al bien común.
Hacer lo que uno cree mantiene el espíritu joven y someterse a la obsesión del poder avejenta el alma
Si mantengo que Podemos sufre una 'crisis de envejecimiento' y no una 'crisis de crecimiento', es porque pienso que hacer lo que uno cree mantiene el espíritu joven y someterse a la obsesión del poder avejenta el alma.
Por eso fueron los más jóvenes los primeros en dejar de votar en morado. Porque a Pablo Iglesias se le echaron años encima cuando pidió vicepresidencia y ministerios para los suyos, en lugar de exigir un cambio político mucho más profundo.
Eso es lo que pasa con Podemos. La trama es esa, el combate del tiempo contra la entereza. Quienes dieron su aliento a ese partido siguen bajo las mismas condiciones de vida. Pero quienes les representan sí han cambiado, ya les interesa más el poder que la política. Hoy, en esta España estancada, practican el cortoplacismo, el tacticismo y endogamia. Mañana, variaciones sobre el mismo tema. Y más entrevistas de televisión si puede ser. Hablar de quién tiene la culpa en lugar de asumir la responsabilidad.
Así de deprisa es como Podemos se está convirtiendo en todo lo que ridiculizaba, en todo lo que no podía soportar…
… Volvemos a la película de Woody Allen. La chica escucha la frase, suspira pero mantiene la mirada. Dice: “Ya sabes… el tiempo pasa, la vida sigue… la gente cambia”. El chico responde: “Sería cómico si no fuese tan triste”.

                                                        PABLO POMBO  Vía EL CONFIDENCIAL


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