Las periódicas incursiones que Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba hacen en el debate interno que libra el PSOE para superar el bloqueo político, sacan de quicio al núcleo duro del partido que rodea a Pedro Sánchez, ansioso de que los tres exsecretarios generales den la cara ante el comité federal (300 miembros) y expongan sin tapujos sus opiniones. El artículo 35 de losEstatutos socialistas les permite asistir a las reuniones que celebra el máximo órgano de dirección entre congresos, pero ninguno de ellos lo ha hecho hasta ahora, prefiriendo maquinar en la sombra.
Los Estatutos del PSOE incluyen a los exsecretarios generales como miembros del comité federal
González suele emitir sus juicios, casi siempre comprometidos para Sánchez, durante sus viajes por algún país Latinoamericano. Zapatero enreda en la sombra desde el despacho que tiene asignado como expresidente o en los reservados de sus restaurantes preferidos, con el expresidente de Castilla-La Mancha José Bono, la presidenta andaluza, Susana Díaz, el diputado vasco Eduardo Madina y la exministra Carmen Chacón. Y Rubalcaba ha decidido dar la batalla contra el líder socialista colocándose como director de orquesta de los dirigentes regionales que piden su cabeza, moviendo los hilos mediáticos en los que influye. A la vuelta de vacaciones,anunció su entrada en el consejo editorial de El País.
Sánchez es consciente de que con las elecciones gallegas y vascas del domingo, puede comenzar su cuenta atrás como secretario general, pero no piensa rendirse fácilmente porque cree que le asiste la razón. En el PSOE se da por hecho que los resultados de los comicios gallegos y vascos no ayudarán a consolidar su liderazgo y pueden ser aprovechados para apretar el acelerador por quienes buscan su relevo. La temperatura se tomará la misma noche electoral y la presión de la olla se medirá al día siguiente durante la comisión ejecutiva. En esta cita será donde se convoque el comité federal, previsiblemente el sábado 1 de octubre.
La información que por vías diferentes está transmitiendo Susana Díaz apunta a que ésta vez será la definitiva, pues en el partido se pedirá formalmente la caída del secretario general. Sin embargo, hay dudas de que vaya a ser así porque fue lo mismo que dijo la presidenta andaluza antes del 20 de diciembre (90 diputados) y en vísperas del 26 de junio (85 diputados), sin que ni ella ni el resto de los barones críticos se atrevieran a rematar la operación. Ahora Pedro Sánchez ha hecho sus cálculos y está convencido de que tiene todavía el apoyo de la mayoría de la ejecutiva y del comité federal. Además, en el caso de que se viera acorralado, siempre tendría un arma que en Ferraz se considera letal, que consistiría en consultar a la militancia si prefiere facilitar la investidura de Mariano Rajoy o, por el contrario, explorar de nuevo con Podemos un Gobierno de izquierdas. El reflejo inmediato de este referéndum interno sería la foto de un PSOE fracturado, pésimo presagio para todo el partido en caso de tener que ir a unas terceras elecciones.
Durante la etapa de Sánchez, ninguno de sus antecesores ha ido al comité federal
El reglamento del Comité Federal abre otras vías internas para contestar a la dirección de Ferraz. En el artículo séptimo se le permite exigir responsabilidades a la comisión ejecutiva mediante la presentación de una moción de censura que tendría que ser apoyada por el 20% de los miembros del máximo órgano entre congresos. Pero para que tuviera éxito, necesitaría el respaldo de la mayoría absoluta.
Una moción de censura del comité federal contra Sánchez necesitaría el respaldo de la mayoría absoluta
Al margen de pedirles que enseñen sus cartas y se dejen de enredos, en la actual ejecutiva se considera lógico que alguien de tanta relevancia como la que en su día tuvieron González, Zapatero y Rubalcaba, participen en la discusión que acabará estableciendo las líneas fundamentales de la estrategia electoral del PSOE y determinando sus alianzas. Es, precisamente, la función que le reserva al comité federal su propio reglamento, que encuentra toda su justificación en unos tiempos tan convulsos como los que atraviesa España desde que hace casi nueves meses afrontó un parón político sin precedentes desde la Transición, con apariencia de poder alargarse hasta bien entrado el año que viene.
FEDERICO CASTAÑO Vía VOZ PÓPULI
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