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domingo, 15 de mayo de 2022

LA ESPAÑA DE LAS CABEZAS CORTADAS

Margarita Robles es ya otro cadáver político aunque se engañe y no figure en la estadística de los caídos de Sánchez
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Luego de obligarla a entregar la cabeza de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, como exigían sus sosias separatistas, pese a ensalzarla la víspera ante quienes están resueltos a repetir su fallida tentativa golpista de 2017 en Cataluña, lo más denigrante que ha hecho Sánchez con su ministra de Defensa, Margarita Robles, -y ella lo ha consentido balbuceante- es perdonarle la vida y sostenerla en el cargo como alma en pena. Ahora paseará su vergüenza pasando revista a unas tropas que observarán su mancha en el brocado. ¡Como para darle la espalda tras apuñalar a la jefa de los espías! Reduciéndola a la nada como antes a otros muchos colaboradores, Sánchez ejemplifica lo que el Diccionario de Autoridades definía en 1737 como "perdonavidas": "balandrón que ostenta guapezas, y se jacta de valentías y atrocidades". Algo que él mismo reafirmó esta semana de autos y atropellos. Sacado de quicio por el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, quien corrió la suerte de Paz Esteban, le espetó desde la bancada azul como el que se acoda en una barra de bar: "Debe ser bastante frustrante sentirse tan bueno y tan poco reconocido". Frente a una ajada margarita, Bal retrató la arrogante soberbia de quien hace de su extrema debilidad el gran negocio soberanista y echa abajo el armazón institucional y constitucional del Estado. A la sazón, fue el desquite -pequeño, pero gratificante- que cosechó en el redondel de la soberanía nacional quien fue purgado como abogado del Estado por no transigir con los enjuagues gubernamentales con los encausados del 1-O que ahora se enseñorean de la nación que desmembran a martillazos. Evocando las coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre, cabe preguntarse igualmente: ¿Qué se hizo de Robles? ¿Qué fue de tanta ministra? En su primera defensa de la escamochada Paz Esteban, quien actuó en Derecho y acorde con la encomienda del CNI de velar por la integridad territorial de España, como motivó el magistrado del Supremo para interceptar las comunicaciones de 18 independentistas -entre ellos, el hoy president Aragonès-, Robles evitó verbalizar el "dos al precio de uno" de González con Guerra a propósito del escándalo de su "enmano" Juan. Pero puede que acabe siendo así. Basta con que Podemos y sus aliados separatistas se empecinen contra quien el jueves fue reprobada por el Parlament a instancias de ERC. Es hasta probable que, tras las elecciones andaluzas y la cumbre de la OTAN de junio, Sánchez aproveche un eventual ajuste ministerial para presentar su "destitución" como una "sustitución" en ese departamento de Estado. Hay, por contra, perros viejos que avizoran lo contrario. Lo hacen echando mano del libro de ese sabio en experiencias y lecturas que es Joaquín Leguina, donde identificó a Robles como la madrastra de Frankenstein. Casó la morcilla ilegal que introdujo el juez José Ricardo de Prada contra el testigo Rajoy en la sentencia sobre el caso Gürtel con la redacción de su puño de la moción de censura. En consecuencia, Sánchez no matará a la progenitora de la conchabanza. Lo que es mucho suponer en un killer político que no conoce padre ni madre. Aplicando diferente vara de medir, la Alianza Frankenstein ha dejado, en cambio, de lado al ministro Bolaños. Y eso que, como secretario de la Presidencia, era el encargado de las comunicaciones de Sánchez cuando el teléfono presidencial sufrió una intromisión entre el 19 y el 31 de mayo de 2021 en plena crisis diplomática con Marruecos sobre la que se cierne la densa bruma de la reposición sanchista sobre el ex Sáhara español. Contrariamente a lo dicho para cebar el expediente ad hoc contra Paz Esteban, esa tarea no corresponde al CNI, como se admitió el gabinete en 2020 en una respuesta parlamentaria a Vox. Con alto grado de dignidad y decoro, esta servidora pública se negó a hacerse la "autocrítica" como en los regímenes comunistas y a formalizar una dimisión que maquillara un desafuero que pone en solfa al CNI y reporta impunidad tácita para el soberanismo. Sánchez ha tirado la Casa -término coloquial para aludir al espionaje español- por la ventana. Un sindiós teniendo en cuenta que el CNI acataba órdenes de quien luego indultó a los sediciosos con el rechazo unánime de un Tribunal Supremo a una gracia que entendían que, en realidad, suponía un "autoindulto" al beneficiar a quienes le sustentan en La Moncloa. Degenerando como el rehiletero de Juan Belmonte que devino en gobernador de Huelva, la magistrada que preservó en su destino barcelonés la independencia de la Justicia frente a las intromisiones políticas en favor de Jordi Pujol por el caso Banca Catalana o puso pie en pared al uso fraudulento de los fondos reservados con González, ahora dobla la cerviz ante los intereses espurios del sanchismo. Con todo, lo peor que llevará es que Sánchez la haya puesto al ras de deshonra y deshonor de su enemigo íntimo, el también juez-ministro Marlaska. Arroja por el albañal su prestigio con una destitución sin porqué, pero sí con para qué: servir la cabeza de otro servidor público en la pira que ilumina la sombra espectral de Sánchez. Si el titular de Interior depuso a instancias de Sánchez al coronel Pérez de los Cobos por no quebrar el secreto judicial sobre la investigación en torno a la propagación del covid al postergarse la alarma sanitaria a la marcha feminista del 8-M de 2020 en la que participó el propio Marlaska, ahora Robles pone en almoneda su reputación como aquel al que desprecia sin disimulo. Como Marlaska hace tiempo, Robles ya es otro cadáver político, aunque ella se engañe y no figure en la estadística oficial de los caídos por la gracia de Sánchez. Ambos rememoran al secretario del gobernador de Irlanda que, al ser designado, le expresó sus dudas a Samuel Johnson acerca de si estaría a la altura de la encomienda y éste le quitó cuidado: "No tenga miedo ninguno, señor. Pronto será usted un magnífico bribón". En efecto, si uno proporcionó la cabeza de Pérez de los Cobos como tributo al segregacionismo tras asumir el mando único durante la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña que avaló otro Sánchez, que diría Carmen Calvo, la otra ha hecho otro tanto con Paz Esteban. Estos sacrificios humanos de Sánchez evidencian el mal pago del Estado a los servidores que se jugaron el tipo el 1-O y asumieron su deber frente a quienes les fulminan a capricho hasta merecer exclamar por ellos como en el Cantar del Mío Cid: "¡Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor!". Estos héroes de nuestro tiempo plasman la degradación de un Gobierno en el que Sánchez, a medida que crece su impotencia, desfoga su ira contra quienes, tal que Robles y Marlaska sin ser excepción sino regla, aguantan estólidos para no ser excluidos del mando. Oyendo a Robles dar gracias a Sánchez como si fuera el Altísimo tras decapitar a la directora del CNI, ésta parecía aquel imperturbable Mólotov que aguantó las iniquidades de Stalin -incluso el arresto de su mujer- para no perder preeminencia en el Kremlin. Con su acto de servidumbre, entrambos se han ganado su esclavitud. Ante tal descomposición del marco legal con la ejecución sumaria de sus custores, nadie debiera ser indiferente. Esa indolencia se torna voraz y no evita que "eso aquí no puede ocurrir". Menos cuando ya se opera esa deriva combinando aceleraciones como las de esta semana con pasos apenas apreciables pero que, juntos, obran efectos letales. Primero fue RTVE saltándose la ley para ubicar a una administradora única para reafirmar el ente público como abrasivo instrumento de propaganda gubernamental. Luego el apoderamiento del CIS con las encuestas bacteriológicas del doctor Tezanos infectando a la opinión pública. Le siguió la devaluación de la Abogacía del Estado en Letraduría del Gobierno. A continuación, el Ministerio Público fue sometido a parejo yugo tras el alunizaje de la ex ministra Delgado, ratificando lo dicho por Sánchez: "¿La Fiscalía de quién depende? Del Gobierno. Pues ya está". No escapó el Centro de Alertas Sanitarias, donde su director, Fernando Simón, devino en activista que escamoteó la virulencia del covid-19 y manipuló las cifras de muertos, mientras se ponía a la Guardia Civil a abrigar el buen nombre del Gobierno, a la par que depuraba su cúpula. Y así un inabarcable etcétera hasta alcanzar a unos servicios secretos donde ya irrumpió ilegalmente el antaño vicepresidente y líder podemita, Pablo Iglesias, quien ahora extramuros del Consejo de Ministros hostiga a Sánchez en comandita con el separatismo. No es seguro que, como brinda Carlos Herrera cual encarnación revivida del Burlador de Sevilla, los muertos de Sánchez, tanto en política o en comunicación, gocen de buena salud. Pero sí que a España se la llevan los demonios con la demolición de sus instituciones y la persecución de quienes fiscalizan el ejercicio despótico del poder. Por eso, ante realidad tan cruda y acre, sólo caben dos opciones posibles: bien mirar para otro lado y relativizarlo todo hasta que lo temido sea irremediable, bien ponerle remedio con la confluencia de la oposición y de la sociedad civil frente a quien, como la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas, ordena colérico: "¡Que le corten la cabeza!" a cuantos no se pliegan a sus dicterios. Mucho más cuando la política española, por su obra y gracia, es un circo de varias pistas en el que el espectáculo está asegurado a costa del bien común. Así, mientras Sánchez se apoya en quienes lo maltratan y le abren continuas vías de agua, exige a la oposición que le saque las castañas del fuego y le ponga la otra mejilla para abofetearla sin viso alguno de rectificar. Como enseña la Historia desdeñada en los planes de estudios, un príncipe débil siempre está gobernado por sus criados más desleales y por sus amigos más viciosos. En este envite, en esta España de las cabezas cortadas, cabe exhalar, a modo de oración fúnebre, parejas palabras a las de Jovellanos en su agonía: "¡País sin cabeza, desgraciado de mí!"/>
Artículo de FRANCISCO ROSELL Vía EL MUNDO

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