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domingo, 19 de junio de 2022

LAS GUERRAS SAGRADAS

¿Qué nos enseñan las guerras sagradas? Que las religiones movilizan emociones muy profundas, que esas emociones unen a grupos grandes, que pueden dirigirse contra los enemigos de la religión, que tienen una sobremotivación ética, y son creadoras de sentido. Movilizar esas emociones es una de las herramientas del poder. Muchas causas sagradas han sido políticas, pero con un modelo emocional religioso. Michael Burleigh ha estudiado como política y religión se han unido en la Europa del siglo XX, en su libro Causas sagradas. Una y otra vez se repiten patrones parecidos. Personajes carismáticos como Lenin, Mussolini, Hitler, Stalin o Mao, provocan una devoción casi religiosa. Posiblemente algo parecido está sucediendo en Rusia. La Vanguardia ha publicado una interesante entrevista de Alex Rodriguez y Alex Rodriguez-Rata con Cyril Hovorun, ex secretario del Patriarca de Moscú. Piensa que la personalidad del patriarca Kiril está muy presente en lo que sucede en Rusia. Durante años, su objetivo era pensar nuevas formas de existencia de la iglesia rusa. “La sociedad rusa estaba fragmentada y sigue estando muy fragmentada., Necesitaba algún tipo de cohesión, algún tipo de grapa y de hecho Kiril acuño esta palabra: ser la grapa espiritual para que la sociedad rusa se mantuviera unida”. Promovió la idea de que Rusia tiene un papel central que jugar en la historia de la humanidad y que está señalada por Dios para salvar al mundo. Putin no supo construir ninguna narración que sustituyera a la comunista. Kiril, sí. Putin es un hombre limitado, con una mente muy limitada. No podía pensar en grande. Kiril, sí. Putin comenzó a pensar así después de involucrarse con la iglesia. “Ahora piensa en términos cósmicos, como una persona de significado universal y una misión especial de Dios que considera a Occidente como la encarnación del mal existencial global”. La iglesia le ha infundido la idea de que está luchando contra el mal global que se encarna en Occidente y que él defiende la bondad global, que encarna Rusia. Esta idea de que hay naciones con un papel salvador se ha repetido a lo largo de la historia. El “eje del mal” denunciado por el presidente Bush entraba dentro de ese modelo. En el caso ruso, el asunto viene de lejos. Quien conozca la obra de Dostoievski recordar que para él la esencia de Rusia es el “pueblo” humilde, apegado a la tierra, se opone al cultivado “occidental”, que se aparta de la vida profunda y se convierte en un ente inconsistente, artificial y enfermo. ”Sus instintos no ha sido aún engañados, de suerte que posee un seguro sentido de dirección y de distinción,” “de tal suerte vive el pueblo y en el individuo vive la indestructible realidad del ser, al cual, empero, está entregado. Ha de sobrellevar el peso de la existencia, solo que no se plantea la cuestión acerca de su tal carga, se justifica. El hombre del pueblo admite la vida con todas sus penurias como algo dado; por lo demás, no conoce las técnicas que le permitirán sustraerse a ellas., Simplemente las soporta y de ahí su grandeza. El pueblo es un ente abandonado a sí mismo, fatigado y agobiado. Romano Guardini en su libro sobre El universo religioso de Dostoievski concluye que para el gran escritor el pueblo está cerca de Dios. “El propio pueblo se convierte en un misterio de Dios en el que es preciso creer”. Nabocov en sus comentarios sobre la obra de Dostoievski le criticó duramente por haber opuesto el egoísmo europeo, encarnación del Anticristo, con la hermandad de Cristo y Rusia. Separó así a Rusia de Occidente, presentándola como una nación santa, amante de Dios, cuyo propósito es salva al mundo con el cristianismo ortodoxo. Lo que resulta sorprendente es la nostalgia del Caudillo, que vuelve una y otra vez a las naciones. El primero de Mayo de 1918 Lenin fue declarado Vozhd, “caudillo supremo”. Sus colegas comenzaron a hablar de él como si se tratara un dios mortal.” Él es realmente el elegido entre millones. Es la auténtica figura de un caudillo de los que nace uno cada quinientos años en la vida de la humanidad” (Burleigh, M.op.cit. 81). Todos los movimientos políticos han envidiado la energía emocional que la religión genera y han intentado apropiársela o copiarla. Mussolini era muy consciente de ello cuando dijo: “El fascismo no es solo un partido, es un régimen; no es solo un régimen, sino una fe; no es solo una fe, sino una religión que está conquistando a las masas trabajadoras del pueblo italiano “(Mussolini, B. Discorso di Pesaro, (Opera omnia de B.M-22, p. 127, 1956). En agosto de 1922 decía “El siglo de las democracias ha concluido. Las ideologías democráticas han sido liquidadas”. Proclamo su deseo de pisotear el “cadáver más o menos descompuesto de la Diosa de la libertad”. En la esencia de la fe está la obediencia y por eso el fiel no echa en falta la libertad. Goebbels en su novela autobiografía Michael escribió: “Es casi intrascendente en qué creemos, mientras creamos en algo”. Por cierto, eso mismo decía Unamuno. Hitler pensaba que un pueblo necesita una fe común, ya fuese religiosa o de otro género. Mao Zedong recibió el título de “El gran Timonel”. No cabe duda, el sapiens es el único animal que tropieza siete veces en la misma piedra. ¿Por qué nos cuesta tanto aprender? Me inclino a pensar que la razón está en que los conocimientos progresan, pero las emociones son muy viejas, y estas tienen más fuerza movilizadora que las razones. Pero tal vez esté equivocado./>
Artículo de JOSÉ ANTONIO MARINA Vía Diario de un investigador privado

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