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miércoles, 29 de julio de 2020

Libros indispensables que leeremos a partir de agosto

A partir del 25 de agosto vuelven las novedades editoriales. Hay libros indispensables: la novela póstuma de Juan Marsé, así como lo nuevo de Ignacio Martínez de Pisón, Arturo Pérez-Reverte, Ken Follet, Elena Ferrante …

Algunos de los libros que llegarán a las librerías en los meses de agosto, septiembre y octubre. 
 
Algunos de los libros que llegarán a las librerías en los meses de agosto, septiembre y octubre


En medio de los rebrotes de covid-19 en toda España y casi en el ecuador de un verano atípico, las editoriales anuncian sus libros para la rentrée. Se trata de aquellos títulos que leeremos, no se sabe todavía si tras el regreso de estas inusuales vacaciones o en la vuelta a un nuevo confinamiento. De chiste, el asunto tiene muy poco, y es la verdad. Aún en medio de la incertidumbre, los sellos dan a conocer sus apuestas más ambiciosas. Vozpopuli elige una selección con las más importantes de las que se han dado a conocer hasta ahora.
En agosto vuelven autores fundamentales de la narrativa literaria contemporánea española como Ignacio Martínez de Pisón, quien el 25 de agosto publica con Seix BarralFin de temporada, una novela en la que recorre casi un cuarto de siglo de la historia española, a través de la relación entre una madre y su hijo. Todo comienza en una carretera junto a la frontera de Portugal, en los años setenta. Fin de temporada es, según sus editores, "una novela sobre la fuerza, a veces envenenada, de los lazos de sangre; sobre secretos familiares que hacen que cada generación se vea abocada a repetir ciertos errores, y sobre cómo saber nos transforma en otras personas".
Dos días después, el 27 de agosto, Lumen publica Viaje al sur, de Juan Marsé.  El sello quería celebrar con el autor su nuevo libro, pero el tiempo no lo ha permitido. Tras la noticia de su fallecimiento el pasado domingo 19 de agosto, se publica a manera de novela póstuma, de la que el mismo Marsé confesó a María Fasce, su editora, pocos días antes: "El libro ha quedado muy bien. El que no está bien soy yo. No lo digo yo, lo dicen los médicos". En 1962 Juan Marsé recorrió las provincias de Sevilla, Cádiz y Málaga acompañado por su amigo Antonio Pérez y por el fotógrafo Albert Ripoll Guspi. Su intención era escribir una crónica de ese viaje, intercalando fotografías y titulares de la prensa franquista, de tal manera que su relato se infiltrase en la realidad que el poder oficial silenciaba.
El mismo Marsé confesó a María Fasce, su editora: "El libro ha quedado muy bien. El que no está bien soy yo.Lo dicen los médicos"
También de Lumen, el 1 de septiembre llega la novela más esperada de Elena Ferrante: La vida mentirosa de los adultos. La autora de la saga Dos amigas mantiene oculta su verdadera identidad bajo ese nombre. La mayoría de críticos la saludan como la nueva Elsa Morante, una voz extraordinaria que ha dado un vuelco a la narrativa de los últimos años. El éxito de crítica y de público se refleja en premios y artículos publicados en periódicos y revistas tan notables como The New York Times Paris Review, y en el documental Ferrante Fever. Dos semanas después, llegará a las librerías lo nuevo de Ken Follet publica Las tinieblas y el alba (Plaza&Janés), la precuela de Los pilares de la tierra.
El 6 de octubre aterriza en las librerías Línea de fuego (Alfaguara), la más reciente novela de Arturo Pérez-Reverte. Por primera vez, después de treinta años de exitosa carrera literaria, el escritor, periodista y académico aborda de forma directa el episodio más trascendental de la historia reciente de España: la Guerra Civil. En la noche del 24 al 25 de julio de 1938, durante la batalla del Ebro, 2.890 hombres  y  14  mujeres  de  la  XI  Brigada  Mixta  del  ejército  de  la  República  cruzan el río para establecer la cabeza de puente de Castellets del Segre, donde  combatirán  durante  diez  días.  Sin  embargo,  ni  Castellets,  ni  la  XI  Brigada, ni las tropas que se le enfrentan en Línea de fuego existieron nunca. Las unidades militares, los lugares y los personajes que en esta novela aparecen son ficticios, aunque no lo sean los hechos ni los nombres reales en que se inspiran. Fue exactamente así como padres, abuelos y familiares de numerosos españoles de hoy combatieron en ambos bandos durante aquellos días y aquellos trágicos años.
Otro libro prodigioso sale a la venta esa semana: Retratos de infancia, de J.M Coetzee. En 2014, los nuevos inquilinos de la antigua casa del escritor en Ciudad del Cabo encontraron una caja y una maleta repletas de fotografías. Eran imágenes tomadas por el propio Coetzee en los años 50, cuando apenas tenía dieciséis años, y que el autor decidió recoger para recomponer su infancia y recordar la Sudáfrica del apartheid. Ahora se publican acompañadas por comentarios del autor y por pasajes de su autobiografía  novelada,  las  imágenes  ofrecen  una  lectura  paralela  de  una  obra  tan  memorable  como  Infancia
El 6 de octubre, llegará a las librerías Línea de fuego (Alfaguara), la más reciente novela de Arturo Pérez-Reverte
También en octubre, Literatura Random House publica Tercer acto, una novela con la que Félix de Azúa cierra un ciclo dentro de su obra: se trata del retrato generacional desde la Cataluña franquista hasta la aparente modernización de España. "Una roman à clef que, con profundidad y humor, retrata la generación de Azúa", aseguran sus editores. Además, destacan El banquete anual de la Cofradía de los Sepultureros, la nueva novelade Mathias EnardNicanor Parra, rey y mendigo, una biografía sobre uno de los grandes poetas en lengua hispana escrita por Rafael Gumucio, también chileno como el premio Cervantes. 
El sello Anagrama publicará lo nuevo de Sara Mesa, Un amor, así como la primera novela de Elena Medel , Las maravillas, que reflexiona sobre el peso de la familia y del dinero –o la ausencia de él– en nuestras vidas y recorre las últimas décadas de la historia de España, contada desde la periferia. Una de las mejores noticias que aporta ese trimestre el sello dirigido por Silvia Sessé es la publicación el 02 de septiembre de la biografía de Susan Sontag a cargo de Benjamin Moser. Como ya lo hizo con Clarice Lispector, en este libro reconstruye al personaje procurando la mayor complejidad y puntos de vista.
Moser aborda sus primeros textos; su matrimonio con el profesor y ensayista Philip Rieff, y la verdadera autoría del primer libro de este; el nacimiento de su hijo David; sus temporadas en Inglaterra y París; el redescubrimiento de su sexualidad y sus relaciones con la dramaturga María Irene Fornés o la fotógrafa Annie Leibovitz. Este libro es, además, un mapa de los debates intelectuales de su época: Vietnam, Cuba, el comunismo, el feminismo o la crisis del sida, pero también el sitio de Sarajevo o la fatua contra Salman Rushdie.
Anagrama publica la biografía de Susan Sontag escrita por Benjamin Moser.
Anagrama publica la biografía de Susan Sontag escrita por Benjamin Moser.
Un sello que siempre promete es Blackie Books. Esta editorial arranca su colección Clásicos Liberados con la historia de todas las historias occidentales: La odisea. Reúne en torno a esta obra las voces de Nick Cave, a Mary Beard u Ovidio. Tomando la adaptación favorita de Borges, incluye, además, una versión de la historia de Margaret Atwood en una edición ilustrada por  Calpurnio.  La gran apuesta literaria para este regreso será Miqui Otero, quien después del éxito de Rayos, se ha tomado años para firmar su gran novela de confirmación: Simón. En las páginas de esta novela, el periodista y escritor catalán recorre de la euforia olímpica a los atentados de la Rambla, de la infancia a la madurez. "En la estela de la pasión aventurera de Baroja, con cierto aire costumbrista en la línea de Ordesa, con el amor por la leyenda de calle de Marsé y con la ternura y el humor contemporáneo de Junot Díaz. Es decir, delicada y dura, global e intimísima. Una novela como las de antes, pero que nos explica nuestro mundo y que solo podría haberse escrito ahora", han dicho sus editores.
Libros del Asteroide publicará en noviembre las obras completas de Manuel Chaves Nogales y que incluye: La ciudad;  Narraciones maravillosas y biografías ejemplares; La vuelta a Europa en avión; La bolchevique enamorada y otros relatos, Lo que ha quedado del imperio de los zares; El maestro Juan Martínez que estaba allí; Juan Belmonte, matador de toros;  A sangre y fuego; Los secretos de la defensa de Madrid; La agonía de Francia y todos los textos periodísticos del autor. En septiembre, el sello dirigido por Luis Solano publica Ya sentarás cabeza, querecoge las anotaciones y los dietarios de Ignacio Peyró desde el año 2006 hasta comienzos de 2012, y en octubre El evangelio de las anguilas, del sueco Patrik Svensson. Este libro es una investigación casi detectivesca sobre uno de los animales más escurridizos de la naturaleza así como un conmovedor relato autobiográfico en el que cobra especial protagonismo la relación del autor con su padre, un apasionado de las anguilas.
Acantilado goza de un catálogo aventajado. En no ficción destacan libros como Debussy, un pintor con sonidos. Se trata de la biografía del compositor francés a cargo de Stephen Walsh,, y que se publica con una traducción de Francisco López Martín y Vicent Minguet. Destaca, sin duda, el volumen que reúne una selección de las mejores entrevistas de la prestigiosa revista The Paris Review:  Jorge Luis Borges, Doris Lessing, T.S. Eliot, Umberto Eco, William Faulkner, Joan Didion, Gabriel García Márquez, Vladímir Nabokov, Georges Simenon, Nadine Gordimer, Iliá Ehrenburg, Joseph Brodsky, Julio Cortázar, Primo Levi, Susan Sontag, Jean Cocteau, Czesław Miłosz, Iris Murdoch y Margaret Atwood, entre muchos otros. En ficción, los editores recomienda Poder y resistencia, del escritor búlgaro-alemán Ilija Trojanow.
Tusquets desembarca el 25 de agosto con uno de sus autores estrella: Leonardo Padura, que el 25 de agosto publica Como polvo en el viento y al que sigue en septiembre  La guerra de los pobres, de Éric Vuillard. En esta ocasión, el Goncourt ofrece una novela trágica y combativa. Un episodio brutal entre los alzamientos populares, que tuvo lugar en 1524, cuando los campesinos se sublevan en el sur de Alemania. En octubre verá la luz Utilidad de las desgracias y otros textos, un volumen las mejores piezas literarias de Fernando Aramburu, autor del gran superventas literario Patria.

                                            KARINA SAINZ BORGO   Vía VOZ PÓPULI

CIENCIA SIN VIRTUD


 

JAVIER OLIVARES

 
Con el virus llegó el fervor por la ciencia. Si se permite el anacronismo, los periódicos ya no se abrían por la sección de deportes, sino por la de ciencia. A los lectores de Investigación y Ciencia se nos saltaban las lágrimas. Por fin se despertaba el interés por el conocimiento. Una buena noticia en tiempos de delirios irracionalistas, cuando hasta las leyes de Mendel están bajo sospecha ante los nuevos cardenales Belarmino del antifascismo. Pero, según es costumbre, la alegría duró poco. Ya la propia naturaleza del entusiasmo tenía más de fe ciega que de creencia bien fundada. Bastaba con ver cómo se recibían las noticias de la vacuna. Se daban por buenas predicciones imposibles acerca de la fecha de su obtención. Un puro despropósito: salvo en los casos triviales (cuando abra el cajón mañana sabré lo que hay dentro) no hay modo de conocer hoy lo que descubriremos en el futuro. Ni siquiera si lo descubriremos. Clavos ardiendo para supersticiones que en otro tiempo terminaban en Lourdes.
La degradación llegó no solo de la demanda de ciencia sino también de la oferta. Las redes comenzaron a llenarse de artículos delirantes originados en la academia que se publicaban sin revisión alguna. E incluso cuando la revisión parecía producirse, los procedimientos dejaban mucho que desear, como sucedió con el trabajo aparecido en The Lancet, aplaudido por la OMS, sobre la supuesta letalidad del tratamiento con hidroxicloroquina, avalado por unos datos que nadie se había molestado en verificar. De pronto descubrimos que el mundo de las revistas académicas no escapaba al ruido y la furia. En rigor, nada nuevo. También la ciencia es un negocio incierto. No se sabe lo que se sabrá ni si los esfuerzos fructificarán. Ni siquiera se sabe si se está en el buen camino. Un serio problema con importantes consecuencias. Para empezar, para los investigadores, que se enfrentan a una elección complicada: el tiempo dirá si está justificada su apuesta de hoy por un proyecto, pero eso solo lo descubrirán si se comprometen a ciegas, a la espera de encontrar mañana los resultados que avalen sus decisiones presentes. Hoy carecen de razones para decidir, pero solo si deciden sin ellas descubrirán mañana si su elección está justificada. Más o menos como en el amor.
Y anudado a este problema hay otro que también ha asomado estos días. Por ejemplo, a la hora de invertir. Que hay pocas razones para hacerlo. Con la ciencia básica es casi un problema definitivo derivado de su condición pública: se trata de un saber común y explícito. No por casualidad Robert Merton, el clásico de la sociología, nos recordó que las comunidades científicas se rigen, entre otros, por principios comunistas. Y es que, por definición, las teorías han de ser (de)mostradas, se han de explicitar los procedimientos y los resultados, entre otras razones, para poder valorarlas. El reconocimiento de un descubrimiento requiere compartirlo. Por ello, para disfrutar del privilegio de descubrir una teoría, hay que perder el privilegio de poseerla en exclusiva y, además, hay interés en perder ese privilegio, en hacerla pública. Esta circunstancia tiene su manifestación en el particular sistema de incentivos de la ciencia básica: no hay medallas de plata. Llegar tarde a un resultado es no llegar. Una dinámica que se compadece mal con una inversión privada que reclame beneficios.
Con las tecnologías -y las vacunas son tecnología, conocimiento básico aplicado- las cosas son diferentes. No solo hay distintas maneras de resolver el reto -distintas medallas- sino que, y eso es lo importante para los hipotéticos inversores, cabe la posibilidad de asegurarse alguna forma de monopolio temporal susceptible de rentabilizarse. Una demostración adicional, dicen algunos, de la superioridad del capitalismo. En los detalles, la demostración está lejos de resultar convincente. Desde luego, funciona el sistema de incentivos, pero no siempre para bien. Lo vimos a cuenta de la «vacuna» de Moderna, tan jaleada entre nosotros, entre otras razones porque un español pasaba por allí y nadie pierde nunca ocasión de exhibir pecho patrio. Andando los días nos enteramos de que el historial de promesas de la empresa se correspondía con el de sus fracasos. Pero no todo eran malas noticias. Seguro que quienes compraron acciones de Moderna días antes de la noticia y las vendieron más tarde celebraron el «descubrimiento». En los últimos días de nuevo se anuncian «buenas noticias». Las acciones vuelven a subir. Los resultados, pues ya veremos.
Sucede con frecuencia. Cuántas veces hemos leído en los periódicos que unos investigadores sostienen que sus trabajos «permitirán en el futuro desarrollar soluciones a ....». En sus motivaciones hay algo más que afán de hacernos partícipes de su entusiasmo. Se trata de pelear por recursos y para eso, en estos tiempos, es imprescindible ganarse a la opinión pública. Y eso supone un precio nada despreciable: cuando las disputas científicas se dilucidan en el lodazal de los medios dejan de operar las reglas de criba de las comunidades científicas. Allí, por definición, no caben los refinados argumentos: no hay modo de valorar el conocimiento si no se dispone de conocimiento, si no se forma parte de la particular comunidad científica. Una vez se gana la batalla del público, a los políticos, tan incapaces como los ciudadanos de valorar el conocimiento, no les quedará otra que tirar de chequera. Y ¡ay de quien levante la voz!. Las campañas de publicidad de la NASA y de buena parte de la investigación médica (piensen en los primeros años del Sida y los ahora discutidos estudios de resonancia magnética funcional de áreas cerebrales) son casos clásicos de cómo se busca la victoria en la arena pública para obtener los recursos necesarios que allanarán la victoria también en la comunidad académica. La moraleja: conviene aparecer con el mejor perfil. Un botón: buena parte de nuestra confianza en los antidepresivos reposa en un sesgo de publicación, en que los hallazgos negativos rara vez llegan a las revistas académicas (The New England Journal of Medicine, enero, 2008). Si no me acabo de explicar, piensen en la historia de la consolidación académica de los llamados estudios de género, que ni son ciencia ni tecnología. En el mundo ideal, todo es más pulcro. Y en buena parte de la historia. La investigación científica, mal que bien, ha conseguido que, incluso en los terrenos más turbulentos, se acabe imponiendo el afán de verdad. No es mérito de los científicos sino de las reglas de juego de la ciencia que, con independencia de la calidad moral de sus protagonistas, aseguran los buenos resultados. El diseño institucional es conocido: se combinan reglas pragmáticas (a) sobre el funcionamiento de las comunidades científicas (los argumentos deben ser públicos, no cabe apelar a la jerarquía, etc.); reglas metodológicas (b), referidas a las conjeturas (claridad, consistencia, adecuación empírica, potencial predictivo, etc.); y reglas epistémicas (c), que rigen la aceptación y justificación de las conjeturas (búsqueda de las tesis correctas, evaluación imparcial, disposición a corregir sesgos, etc.) para obtener las mejores teorías. Tal como están diseñadas las comunidades científicas (reglas a), la valoración de las conjeturas (por las reglas c) asegura el correcto comportamiento que conduce a la selección de las teorías correctas (que cumplen las reglas b). No importa que los científicos busquen la fama, el dinero o el éxito sexual: el diseño institucional se impone y los investigadores, incluso para satisfacer sus miserias, se ven obligados a jugar limpio, a buscar la verdad.
NO HAY razones para pensar que tan exquisito mecanismo se haya estropeado. En las disciplinas más afinadas y con menos contaminación mundana funciona (casi) impecablemente. En otras no es tan seguro. Sobre todo si, además, por la propia naturaleza de los asuntos, hacen acto de presencia los intereses materiales, ese otro juego sórdido de incentivos. Entonces las cosas se complican. Especialmente en nuestros días, que tan poco se parecen a los de la small science, cuando para facturar conocimiento bastaban lápiz, papel y, a lo sumo, un modesto laboratorio. La investigación contemporánea reclama enormes presupuestos que no se activan por devoción a la verdad. Los conocimientos han de resultar útiles, han de dar pie a tecnologías. O por lo menos parecerlo. En esas circunstancias, aumenta la disposición a desdibujar la distinción -impecable conceptualmente- entre ciencia básica y tecnología, algo que no se ve refutado por la historia reciente: cada vez es menor la dilación temporal entre los descubrimientos y sus aplicaciones.
Por supuesto, debemos alegrarnos de que los dineros de todos, que son los que alimentan la investigación básica, nos ayuden a mejorar el mundo. Pero no debemos desatender el escenario, tan propicio a que, a cuenta de la utilidad, nos cuelen la burra ciega. Por eso, a ratos, los antiguos, a pesar de todas las urgencias, añoramos los viejos tiempos en los que todavía cabía entregarse al placer del pensamiento abstracto.

                                                                        FÉLIX OVEJERO*  Vía EL MUNDO
*Félix Ovejero es profesor de Ética y Economía de la Universidad de Barcelona. Su último libro es Sobrevivir al naufragio. El sentido de la política (Página Indómita).

martes, 28 de julio de 2020

PERO, ¿QUIÉN MANDA AQUÍ?

Resulta incomprensible que Pedro Sánchez nos haya sermoneado desde las televisiones cada semana durante tres meses y hoy esté clamorosamente callado

Pedro Sánchez, en La Moncloa. 

Pedro Sánchez, en La Moncloa. EFE


Si usted tuviera que recibir estos días a un amigo, pongamos que británico, y éste le pidiera que en pocas palabras le explicara cómo está su país, nación, patria, plurinacionalidad o futura República federal, yo le aconsejaría un método infalible y sumario. No recomiende un libro, ni un documental de televisión de esos que dan clandestinamente de madrugada y hacen grande a la televisión. No le invite a dar un paseo hoy por el monumento a la Sardana en Lérida, no vaya  mañana a tomar una horchata a la plaza de Zocodover en Toledo, y no se lo lleve después a Trujillo, que, además, tendrá que explicarle que el jinete representado es esa espléndida estatua es un genocida del que los españoles nos avergonzamos. Pobre Pizarro. No, no haga nada de esto porque perderá el tiempo. 

El gran carajal desde la radio

Si de verdad quiere que el inglés se haga una idea de dónde vive póngale la radio por la mañana. Que vaya moviendo el dial poco a poco y confirmará el efecto gol de un sábado por la tarde. Cuando una emisora canta el gol de Benzemá, uno puede estar pasando  frecuencias durante un par de minutos y siempre estará escuchando el mismo gol, que un gol dura lo que quiere la radio. 
Ayer por ejemplo. De la Ser a La Cope, de Radio Nacional a Onda
Madrid, de Onda Cero a Catalunya Ràdio o la Radio Galega. En una da explicaciones muy convincentes -creo que el más creíble y razonable, Emiliano García-Page, presidente de Castilla La Mancha; en la siguiente habla el canario Ángel Víctor Torres. Sigue moviendo el dial y escuchará al consejero de Sanidad de Madrid Enrique Ruiz Escudero, con una punta de hastío en los labios, explicando una vez más por qué no obligan a los madrileños a ponerse las mascarillas. En la siguiente habla la catalana Alba Vergès amenazando al Gobierno central porque “quien sabe lo que pasa en Cataluña somos nosotros”. Venga, consellera, no se ponga así. Y sobre todo, no mienta. No tienen la menor idea de lo que hay dentro de Cataluña. Si lo supieran, los casos no crecerían como se dice ahora de forma exponencial. También escuché ayer a Juan Marín, vicepresidente andaluz, pidiendo al Gobierno -el Gobierno, pero ¿dónde está el Gobierno?- que incluya a Andalucía en las negociaciones con el Reino Unido.   

¡Viva don Tancredo!

No sigo, pero ayer lunes la radio entrevistó a la mayoría de los responsables autonómicos para explicar lo que hacen y lo que no en sus territorios. Tras esta borrachera autonómica el amigo inglés podría plantear una primera cuestión: ¿Alguien puede decirme quién manda aquí? La segunda tendría que ver con una cuestión razonable para un inglés, supongo, pero no para un español: ¿Cómo siendo el virus el mismo en Mataró que en Getafe que en Muxía, las administraciones buscan soluciones distintas? La tercera, que bien podría ser la primera: Y ante este desbarajuste y despilfarro de medios materiales y humanos, ¿qué dicen los españoles? Y usted cabizbajo y harto, no tendrá otra respuesta que esta: de vacaciones. La verdad.
Es incomprensible que Pedro Sánchez nos haya sermoneado desde las televisiones semanalmente durante tres meses y hoy esté callado. No quiero pensar que es pura estrategia, aunque tengo todo el derecho del mundo viendo los antecedentes que alguien del laboratorio Redondo & Ciale ha dicho que haga el don Tancredo, que espere a ver si hay una segunda oleada de la covid-19 y entonces la culpa será de la gestión de los virreyes regionales. Y en concreto, ya lo verán, de los del PP. Alguien desde el Gobierno asegura que quieren dar al mundo un mensaje de confianza. ¿De confianza en quién? En Torra y Urkullu que no quieren saber nada de eso que les vendió Sánchez, la cogobernanza. Confianza en la disparidad de criterios para enfrentarnos a un virus que no se va y sigue amenazándonos. Hay días en que es fácil creer que hay coronavirus de naturaleza vasca, o catalana y hasta extremeño.  

Y Sánchez venció al virus

El Gobierno entregó los trastos a las autonomías y desde entonces es imposible saber a qué se dedica, y menos en este momento en el que el alza de los casos del coronavirus ha colocado a España en el punto de mira de Europa. En este punto, el amigo inglés podría sacarle un ejemplar de periódico y ponerle delante de sus ojos lo que Pedro Sánchez dijo el pasado 5 de julio en Bilbao: "Hemos derrotado al virus, controlando la pandemia  y doblegando porque hemos trabajado unidos". En este punto, qué hacer. ¿Callar, gritar, rezar? ¿Pero quién manda aquí y qué está haciendo?. Y sobre todo, ¿cómo ante las amenazas del Reino Unido, Francia y Noruega no hay nadie de nuestro Gobierno explicando en Londres, Oslo o París que Canarias o Baleares tienen menos incidencia que la inmensa mayoría de los países de la Unión Europea?. Sánchez silente. La ministra de Exteriores haciéndose fotos con el baranda que se hace llamar ministro principal de Gibraltar. 
Perdonen ustedes el latinajo para terminar: Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est.  No hará falta traducir lo que dice la Biblia, pero por si acaso: Los malvados dificilmente se corrijen, y es infinito el número de necios. De tontos, en realidad.
El que pueda entender, que entienda. 

                                                      FÉLIX MADERO  Vía VOZ PÓPULI

RECRISTIANIZACIÓN


Opinión 

Pedro Trevijano

La primera lectura del domingo XVII del Tiempo Ordinario ha sido 1 Re 3,5-12. Hace referencia al comienzo del Reinado de Salomón. Salomón se considera un muchacho joven e inexperto y solicita de Dios un corazón sabio para gobernar y poder discernir entre lo bueno y lo malo. A Dios le agrada mucho esta petición de Salomón.
Cuando pienso en esta petición de Salomón, no puedo sino recordar a nuestros gobernantes actuales, cuya actitud ante Dios no es precisamente la misma de Salomón con su empeño de expulsar a Dios y a la Iglesia de nuestra sociedad, como se vio claramente en el homenaje puramente civil y con claros tintes masónicos a las víctimas del coronavirus. En la Última Cena, Jesús nos advierte del desastre que es separarnos de Él: “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,4-5). O, como dice el Salmo 14,1: “Dice el necio para sí: ‘Dios no existe’”. Y estos necios, que presumen separar la religión de la moral, constituyen hoy legión.
En su exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, Benedicto XVI tiene un texto en el que hace referencia tanto a los pastores de la Iglesia como a las autoridades civiles: "Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Corintios 11,27-29). Los obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado” (nº 83).
Este texto de San Pablo citado por el Papa dice así: “Así, pues, quien come el pan y bebe del cáliz del Señor indignamente será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, el hombre a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; pues el que sin discernir come y bebe el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación”. El texto papal está claro que hace referencia tanto a los pastores de la Iglesia como a las autoridades civiles y les recuerda a ambos sus deberes.
Es indudable que la recristianización de España y de los países que no hace mucho se consideraban propios de la civilización occidental cristiana es hoy un problema muy serio, que afecta a la Iglesia en general, tanto en sus dirigentes como en sus miembros. La Iglesia languidece porque muchos de sus dirigentes, muchos de sus pastores tienen miedo de hablar con absoluta honestidad y claramente. Creo que es un problema, no tanto de los Papas, de quienes no es difícil encontrar textos en los que se expresan con total claridad, sino de muchos obispos y muchísimos sacerdotes, así como de tantísimos dirigentes civiles, y es que muchos lo que buscan y quieren es no tener problemas.
En España tenemos un Gobierno socialcomunista. La ideología comunista se distingue por ser no sólo anticatólica, sino también antidemocrática, totalitaria y criminal y esto, con lo que estoy de acuerdo, lo dice por la abrumadora mayoría de 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones, el Parlamento Europeo en Resolución del 18 de septiembre de 2019. En cuanto al Partido Socialista, si España, como dijo Pérez Rubalcaba, no se merece un Gobierno que mienta, el Gobierno de Sánchez ha sido una sarta interrumpida de ellas, por lo que su credibilidad no es que esté a la altura del suelo, sino que hay que profundizar muchos metros bajo tierra.
Pero la recristianización ha de hacerse a todos los niveles, empezando por supuesto por la propia persona de cada uno. Los propios Apóstoles le dicen a Jesucristo: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5), petición desde luego válida para todos nosotros, tanto sacerdotes como laicos, y que conseguiremos si a nuestra petición a Jesucristo le añadimos una vida en la que la oración, unida a la frecuencia de los sacramentos, esté muy, pero que muy presente. Satanás es poderoso, pero mucho más lo es Jesucristo.

                         PEDRO TREVIJANO   Vía RELIGIÓN en LIBERTAD

El Gobierno que fracasó una vez volverá a hacerlo

El Ejecutivo está obligado a liderar una estrategia que permita minimizar el riesgo y, de esta forma, facilitar la reactivación económica.

Fotografía de archivo de Pedro Sánchez, Salvador Illa y Fernando... 

Fotografía de archivo de Pedro Sánchez, Salvador Illa y Fernando Simón. EFE


SERÍA imperdonable que en un país tan golpeado por la pandemia como España, la situación volviera a descontrolarse hasta el punto de desembocar en una segunda oleada. Sería imperdonable, pero no imposible en un país hundido en la parálisis por la inhibición del Gobierno -que ha pasado de aferrarse al estado de alarma a lavarse las manos- y la inoperancia de algunas comunidades autónomas, como Cataluña, a la hora de mitigar los contagios. Resulta descorazonador que ni el elevado número de víctimas -camino de las 50.000-, ni la presión hospitalaria ni el daño enorme infligido a la economía hayan disuadido a las administraciones, empezando por el Gobierno, de una conducta negligente que conduce inexorablemente, de nuevo, al desastre.
Por un lado, el Gobierno de Sánchez da la impresión de haberse desentendido de la gestión de una pandemia que amenaza con llevarse por delante la ya de por sí castigada economía española. La cuarentena impuesta por Reino Unido a los viajeros desde España, que viene precedido de una dejación de funciones de Exteriores tanto a escala diplomática como en materia de comunicación, puede dar la puntilla para las aerolíneas y el turismo. Este sector, que aglutina el 12,5% del PIB, se arriesga a sufrir pérdidas superiores al rescate financiero en la anterior crisis. A ello se une la erosión en los mercados -como quedó en evidencia con las pérdidas de ayer del Ibex: Iberia se dejó un 9% y Meliá, un 7%- y el golpe a la reputación internacional de España. El fracaso gubernamental en lo que Moncloa bautizó como nueva normalidad resulta especialmente lesivo teniendo en cuenta la experiencia traumática de la primera ola del coronavirus, que se saldó con una emergencia sanitaria sin precedentes y un frenazo en seco de la producción y del consumo. La vuelta a este escenario constituiría un mazazo letal para una sociedad hastiada y exhausta.
Al margen de la pésima labor de mandatarios como Torra, quien ayer anunció otro confinamiento en Cataluña si los brotes persisten, el Ejecutivo está abandonando a su suerte a las CCAA, desoyendo a presidentes como Ayuso o el presidente socialista de Canarias, que exigen PCR en origen, y despreciando la mano tendida por el PP para articular una legislación alternativa al estado de alarma. Casado se ha ofrecido a apoyar modificaciones normativas en leyes como la orgánica de Sanidad de 1986, la de Medidas Especiales en materia de Salud Pública y la que regula la jurisdicción contencioso-administrativa. Urge que Sánchez abandone el tancredismo. El dilema entre economía y salud es falso. El Gobierno está obligado a liderar una estrategia que permita minimizar el riesgo y, de esta forma, facilitar la reactivación económica.

                                                                                EDITORIAL de EL MUNDO