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sábado, 18 de diciembre de 2021

Carmen Iglesias: "No hay que pedir perdón por el pasado"

 La directora de la Real Academia de la Historia repasa en esta entrevista el pasado y el presente de España. "Que los representantes de lo que ha sido ETA estén en el poder es peligroso", afirma

 Carmen Iglesias, el pasado jueves en la Real Academia de la Historia. 

Carmen Iglesias, el pasado jueves en la Real Academia de la Historia.ÁNGEL NAVARRETE

El estreno el pasado octubre en un centenar de salas de cine del documental España. La primera globalización fue un punto de inflexión en el modo de acercarse al período de mayor esplendor de la historia de este país, sostiene Carmen Iglesias. En aquella cinta, ahora disponible en DVD, que dirigió José Luis López Linares fue clave la participación de la directora de la Real Academia de la Historia, catedrática, autora de numerosos ensayos y especialista en la Ilustración. Ella misma, y la generación de sus maestros (Luis Díez del Corral, José Antonio Maravall, Luis García de Valdeavellano, José María Jover), afirma: «Siempre hemos puesto en cuestión la leyenda negra y, sobre todo, nos ha preocupado a muchos la interiorización que hacían los españoles de ella. Este país es como los demás, tiene sus altibajos», dice en esta entrevista celebrada el jueves en su despacho de la Real Academia de la Historia. «La historia del mundo no se puede contar sin la historia de España. El descubrimiento, el proceso de tres siglos, la Monarquía Hispánica con una expansión territorial... Los americanos eran como los españoles, eran súbditos de la Monarquía Hispánica así que tenían los mismos derechos. Las leyes de Indias son un modelo; y ya con Isabel la Católica se protegían a las mujeres indias para que no se casaran en sus comunidades contra su voluntad. Fue impresionante».

Entonces, qué ha fallado.
No haber salido a la palestra y decir esto no es así.
Parece que siempre nos avergonzamos de nuestro pasado.
Sí, es un victimismo. Esto tiene que ver con un largo proceso. España fue el primer gran imperio global; bueno, un imperio que no es imperio, pues ya digo que los españoles llevamos allí [a América] lo que era España, lo bueno y lo malo, como en todo proceso histórico. Pero nunca hubo genocidio, hubo batallas sangrientas en donde muchas tribus indias lucharon junto a los españoles frente a los imperios indígenas. La mayor tasa de muertes primeras de población fueron por epidemias, pues en las Indias no tenían ninguna inmunización a nuestras enfermedades por su aislamiento geográfico. Pero en el siglo XVIII ya se había recuperado toda la población indígena, y eso explica que en el XIX los indios estén luchando del lado de la monarquía hispánica, no con los independentistas.
López Obrador, el actual presidente de México, vuelve a decir que los españoles hemos de pedir perdón por la conquista.
En el DVD extra del documental precisamente explico que no hay que pedir perdón por un pasado que se sitúa en otras coordenadas, con otro contexto y con otras mentalidades. Los encuentros de los pueblos siempre han sido conflictivos, la migración nunca se ha interrumpido, ni siquiera en la Edad Media.

Carmen Iglesias solía repetir a sus alumnos en la Universidad: «No sabemos quiénes somos hasta que no visitamos América». Y agrega ahora que «no hay más que recorrer las ciudades con sus edificios, con sus universidades, con sus leyes...».

Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia.
Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia.ÁNGEL NAVARRETE
Igual nos parece mejor ir a Londres que a Lima.
Exacto. Humboldt, que no es precisamente hispano, hace toda la travesía (con el pasaporte que le da Carlos IV) desde el sur de América, y cuando llega a Filadelfia se sorprende del retraso de ese Norte, que no tenía ni universidad ni nada. Claro, él había pasado por Cuba, que era una de las joyas de la Corona. Otra cuestión es que se suele olvidar es que la Monarquía Hispánica fue policéntrica, con varios centros; pues tan importante era México (avanzado el XVI y XVII era el centro del mundo) como Sevilla. Además nunca hubo ejército, más que algunas tropas de refuerzo en el siglo XVIII. Había representantes de la monarquía, pero la administración de los virreinatos se hizo con gente que estaba allí, criollos, mestizos... El mestizaje. Recuerdo que Carlos Fuentes siempre decía que el único pueblo que se había mezclado era el español. Todos somos mestizos al final.
Uno de los problemas de la historia es su enseñanza, que no es igual, depende de las autonomías.
Eso lo estamos combatiendo los historiadores desde el principio, pero nunca nos han hecho caso. Hay dos cuestiones que quiero resaltar: el comienzo traumático de España en la contemporaneidad y, ya con la democracia, el error político de haber dado tanto a las autonomías. Bastaba con haber reformado la ley electoral para que no hubiera pasado esto. Sobre el papel, el Estado de las autonomías no estaba tan mal, pero sí las concesiones sucesivas que han hecho los partidos políticos para mantenerse en el poder. Los dos partidos. No había que reformar la Constitución, hubiera bastado con haber reformado la ley d'Hont, que era muy discutible. Todos los sistemas de elección tienen sus defectos, pero este nos ha perjudicado muy especialmente en España. La transición se cerró en 1978 y fue modélica, no se pudo hacer mejor en ese momento. Esas personas que dicen que todo lo tenían pensado son de una prepotencia que no tiene sentido. La vida es imprevisible. Ha habido un descuido, como si la democracia funcionara sola. Como decía Rodríguez Adrados, la democracia es una tela de Penélope que hay que estar continuamente tejiéndola y destejiéndola para que no se nos acabe. Ahí ha habido un fallo de todos gravísimo. Me refiero al desarrollo de la democracia, la gran corrupción en los partidos. Y frente a eso hay que tener una barrera, hay que estar constantemente en guardia para que no se convierta en una corrupción generalizada o un caciquismo en el que perdamos el control de todo.
Aun así, creo que usted defiende que no hay que ser catastrofista.
Aquí vuelvo al principio de la contemporaneidad, que España la empieza en el siglo XIX con una guerra napoleónica que es de lo peor que nos ha pasado en la historia. Esa guerra duró seis años, fue la más larga de todas las que hubo en Europa y en ella el ejército francés entró a saco. Y el ejército inglés, que era el aliado, hizo lo mismo. Los españoles querían que hubiera sido una guerra rápida, pero no fue así y el ejército sufrió mucho. También se ha dicho, algunos historiadores, que era la primera guerra civil: eso es una tendenciosidad. La primera guerra civil española (de la modernidad, se entiende) es la primera guerra carlista y las dos siguientes, con todo su reaccionarismo. Esa ha sido la desgracia del siglo XIX. España quedó devastada.
Hay quien dice que España se puede desmembrar.
Desde luego estamos en un momento crítico. El nacionalismo, que ya surge en el XIX con fuerza, ha sido la gran desgracia de Europa, porque en el XX provocó las dos guerras mundiales. España ya sufrió en la I República el separatismo hasta llegar al cantonalismo, a la destrucción. Aquí, como pertenecemos a Europa, espero que de alguna manera haya un dique. Espero, porque lo que se está haciendo con el país es peligroso. Eso de que en cada región, cada autonomía... En el documental, las dos intervenciones que hace Alfonso Guerra, que es el único político que aparece, lo dice muy bien porque cuando se leen los estatutos de autonomía cada una de las regiones se define como absolutamente cabeza de todo ¿y resulta que España no significa nada, el conjunto no vale? Ha habido una dejación de la educación cívica. Yo antes de presidir Unidad Editorial [empresa editora de EL MUNDO] fui directora del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y lo primero que hicimos fue crear unos seminarios con profesores de secundaria sobre la enseñanza de la Constitución y su historia, para que pudieran transmitirlo. Duró dos años.
¿Por?
Se cortó en un momento dado porque los catalanes y los vascos, que siempre han sido unos privilegiados, con la monarquía, con Franco... no querían. Y los gobiernos centrales se amilanaban. Esto ha pasado desde el siglo XIX.
Ahora están Bildu y...
Ahora hemos llegado a un nivel... Que los representantes de lo que ha sido ETA estén en el poder es peligroso, ¿no? Nunca pensamos que se pudiera llegar a esto. Creo que la sociedad civil y algunos partidos y algunos políticos tienen cosas que decir. Habrá de alguna manera un dique. O ponemos un dique o esto se va a paseo. Sólo cuando hemos sido unitarios y flexibles ha funcionado la cosa.
Ahí está Felipe VI, que parece que lo tiene clarísimo.
Lo tiene clarísimo. Y está soportando un peso importantísimo. Es la clave de bóveda de todo el sistema. Realmente, la monarquía constitucional, la parlamentaria, ahí está lo que los clásicos llamaban un régimen mixto con frenos y contrapesos. En Europa siguen funcionando. Conocer la historia, y volvemos al meollo, es absolutamente fundamental. Porque no podemos hacer nada desde pequeños cantones. En la transición, que sigue siendo modélica, se aprendió eso que dice Hannah Arendt y luego su discípula Agnes Heller, que en un momento dado hay que pararse en un punto cero y decidir que haya una reconciliación, que es lo que se hizo. Porque si no las generaciones jóvenes estarán en guerra civil constantemente.
El nivel de enfrentamiento actual no parece que lo hubiera durante la transición.
Pues hay que luchar, pelear un poco y poner sobre la mesa toda la historia para que se demuestre que así no vamos a ningún sitio.
¿Habría que aprender de la transición?
La transición era el producto de una larga etapa, como fue el franquismo, donde al final había un divorcio total entre la sociedad civil (ahí está Espacios de libertad, el discurso de ingreso de Juan Pablo Fusi en esta Academia) y dónde estaba todavía el gobierno firmando penas de muerte. Y manteniendo cada año el 'vencedores y vencidos'. Los españoles habían entendido que para vivir en paz y para estar con el modelo europeo había que reconciliarse. Al final de la Guerra Civil, ya lo propugnó Azaña con las tres 'p', lo que pasa es que lo dijo en el 38 ["Paz, piedad, perdón", discurso pronunciado el 18 de julio de 1938], no en el 36. La transición, terminó en 1978 con la nueva Constitución y el comienzo de la democracia. Los errores en las personas y en las instituciones crean un efecto acumulativo, por eso, pretender como si ETA no hubiera existido es absolutamente intolerable, porque ETA ha estado asesinando en democracia y ha creado unas víctimas, y las víctimas están ahí y no se las puede dejar sin más. Una cosa es 'pasemos un poco al olvido' y otra cosa es que esa gente esté representada en el Gobierno. También lo que ha pasado en la democracia es que las cuestiones que estaban equivocadas no se han modificado, ha habido un efecto acumulativo que nunca se ha intentado corregir a tiempo, como la ley electoral. En este momento tan confuso hay gente relacionada con ETA que aparece como hombres de paz, que ya es el colmo. La falta de decoro con que se niega hasta la verdad de los hechos, como si todo fuera relativo.
¿Y la idea de la España como la primera globalización?
Empezamos hace cuatro años, en los ciclos de conferencias que hacemos en CentroCentro con la Fundación Santander a difundir este sintagma para definir aquellos siglos de presencia española en el mundo, que responden a la verdad de los hechos.
 
 
                                                             MANUEL LLORENTE   Vía EL MUNDO

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