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domingo, 29 de mayo de 2022

SÁNCHEZ Y EL DELITO DE TRAICIÓN

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el pleno en el Congreso sobre el caso Pegasus, el pasado jueves. EUROPA PRESS />
Me lo decía una amable lectora el pasado viernes 20 de mayo en Valladolid, con motivo de la presentación en la librería Oletvm del libro 'Sin billete de vuelta', de Baltasar Montaño. "Le sigo desde hace tiempo, nada menos que desde su 'Rueda de la Fortuna' en El Mundo, pero ahora me cuesta leerle porque al final de sus artículos quedo tan deprimida que me fastidia el domingo". Y es verdad. En un país azotado por mil tormentas, uno es consciente de la necesidad de describir algún paisaje de luz, contar historias motivadoras, dar alguna que otra alegría, huir de las desgracias, escapar de las miserias que nos rodean. Lo intento, pero no es fácil. Trato de rebuscar en los acontecimientos de la semana algún sucedido que permita enviar un mensaje de esperanza, incluso de optimismo. Pero es imposible. La realidad impone su abrumador diktat de miserias y escándalos. Cada semana es peor que la anterior, y esta ha sido particularmente pródiga en toda suerte de episodios dañinos para la España de ciudadanos libres e iguales, para el Estado de Derecho, cada vez más cercado por los enemigos de la legalidad constitucional y, en definitiva, para la salud de una democracia muy deteriorada que avanza a pasos agigantados hacía su final, empujada hacia el abismo por el mismísimo Gobierno de la nación. Tenemos el enemigo en casa. Trato de rebuscar en los acontecimientos de la semana algún sucedido que permita enviar un mensaje de optimismo. Pero es imposible Casos como la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso para dar cuenta del episodio de espionaje Pegasus, convertida en un nuevo ataque desde la cabeza del Ejecutivo a una institución clave para la seguridad del Estado como es el CNI; el indulto a la "madre protectora" (Irene Montero dixit) María Sevilla, sin duda uno de los episodios que más han conmocionado a la sociedad española en los últimos tiempos, una arbitrariedad del Poder llamada a dejar una profunda huella en el inconsciente colectivo -y en las urnas, un suponer- por lo que significa de desprecio, desde el consejo de ministros, a los jueces y a la legislación penal vigente; la aprobación en el Congreso de la ley de Libertad Sexual, también conocida como ley del "sólo sí es sí", expresión de la patológica concepción que nuestras feminazis, con la ministra de Igualdad a la cabeza, tienen de las relaciones sexuales entre hombres y mujeres adultos y libres; el anuncio de ese macroplan de empleo público que colocará a varias decenas de miles de españoles en una Función Pública necesitada de una racionalización y abaratamiento urgentes… Ello por no hablar de la traición del PCS, la marca catalana del PSOE, haciendo piña una vez más con el independentismo en el parlamento de Cataluña para burlar la sentencia judicial que impone el 25% de español en la enseñanza. Cinco asuntos capaces de provocar, en situación de "normalidad", una grave crisis política, inducir dimisiones y colocar al Ejecutivo entre la espada y la pared. Cinco escándalos morrocotudos en la misma semana. ¿Cómo soslayar, cómo huir de tanta ignominia? El episodio del CNI ha venido a poner de manifiesto la naturaleza delicuencial de Sánchez. Ahorraré adjetivos, porque todo está dicho ya, y en demasía, sobre la categoría moral del personaje. Cabe decir que el presidente mintió en el parlamento con total desparpajo, como ya es habitual en él, al negar su responsabilidad y achacar el escándalo del espionaje al propio CNI y al juez del Supremo encargado de autorizar las escuchas. Como todo el mundo sabe, el CNI es el único servicio de inteligencia de entre los europeos -algo de lo que presumía Sanz Roldán- que se rige por una "Directiva" que cada Gobierno aprueba al tomar posesión y que anualmente revisa. La Comisión Delegada de Asuntos de Inteligencia, que preside Sánchez, se reúne entonces y aprueba esa Directiva por la que el Centro se va a regir, directiva que establece las prioridades, antes la lucha contra ETA, siempre la cobertura de los desvaríos de Juan Carlos I, después el seguimiento de los líderes del independentismo… "El Gobierno nos dice lo que tenemos que hacer y el Centro no hace ni más ni menos que lo que le mandan. Sanz Roldán llamaba todas las mañanas a Sáenz de Santamaría para darle cuenta de las incidencias, y se supone que la vicepresidenta ponía puntualmente al corriente de la situación al presidente Rajoy". Suponer que una proba funcionaria como Paz Esteban pudiera haber tomado la iniciativa de espiar las amenazas del separatismo contra la seguridad del Estado por su cuenta y riesgo y sin conocimiento de Moncloa, entra dentro de la categoría de elucubración disparatada sin más. Pero el personaje, carente del menor sentido del honor, escurre el bulto y se apresura a endiñar la responsabilidad de sus actos al lucero del alba. Yo no he sido. Con la agravante de que el sujeto espiaba a sus socios, "la banda" que le mantiene en Moncloa, al mismo tiempo que negociaba con ellos su apoyo parlamentario, que tiene bemoles la cosa. Como tantas veces se ha repetido ya, tenemos un presidente rehén de los enemigos del régimen constitucional, un presidente secuestrado por el independentismo y dispuesto a poner el Estado en almoneda con tal de seguir una semana más en Moncloa. El resultado de la sesión parlamentaria del jueves deja a los 3.000 agentes que conforman el CNI, gente regida por una disciplina militar, a la intemperie, sometido el Centro a la sospecha de cualquiera de los servicios de inteligencia con los que habitualmente comparte información. Un CNI muy dañado en su prestigio, en un momento muy complicado de crisis a nivel mundial. La irresponsabilidad es de tal calibre que, en términos de Seguridad Nacional, Sánchez no solo debería haber dimitido ya como presidente, sino estar procesado por delito de traición contra la Seguridad del Estado (artículo 102 de la CE). La irresponsabilidad es de tal calibre que, en términos de Seguridad Nacional, Sánchez no solo debería haber dimitido ya como presidente, sino estar procesado por delito de traición contra la Seguridad del Estado (artículo 102 de la CE) Más allá de la desfachatez de un personaje capaz de dedicar buena parte de su intervención a cortar un traje a la medida del viejo PP y su corrupción (como si en el PSOE no hubiera existido), más allá de su osadía para escurrir el bulto, hay algo a lo que nadie alude y que llama poderosamente la atención. Me refiero al silencio que rodea el pinchazo de su propio móvil, un asunto que afecta directamente al cogollo de la Seguridad Nacional. ¿Quién espió el móvil de Sánchez? En cualquier país del mundo el caso gozaría de la máxima prioridad. ¿Por qué el Gobierno sigue de brazos cruzados? ¿Por qué la oposición no incide día sí y día también sobre asunto tan nuclear? Todos sospechamos que la potencia extranjera autora de la intrusión no es otra que Marruecos, un país al que Sánchez acaba de hacer un regalo histórico, sin ninguna contrapartida para de Ceuta y Melilla, al reconocerle autoridad sobre el Sáhara. ¿Qué había en el móvil de Sánchez? ¿Qué es lo que sabe Mohamed VI del presidente del Gobierno de España? He aquí a un presidente del Gobierno de España susceptible de ser chantajeado por el monarca alauita. De modo que Sánchez no solo está secuestrado por el separatismo, sino también por el monarca absoluto de una potencia extranjera convertida en principal amenaza para la seguridad de las fronteras españolas. Todo lo ocurrido esta semana -el indulto a la maltratadora de un niño al que mantuvo secuestrado durante meses ("Es la negación de un delito, la deslegitimación del tribunal que la condena y el desprecio de la ley que pena su conducta. Una prerrogativa que está fuera del alcance de un Gobierno y que por tanto es furiosamente antidemocrática", Rafa Latorre en El Mundo), o la ley del "solo sí es sí" que considera a la mujer un ser inferior a la que hay que proteger de ese presunto culpable que es el hombre-, se encuadra dentro de la estrategia de ataque frontal a las instituciones practicada por la coalición PSOE-Podemos desde una instancia llamada presidencia del Gobierno. Ataque también a la ortodoxia económica más elemental, concretada en este caso en esas decenas de miles de nuevos funcionarios o el intento de comprar votos con dinero público. "Con un déficit galopante y una deuda descontrolada, el Gobierno lanza la mayor oferta de empleo público de la historia democrática. Grave irresponsabilidad. Están en una huida hacia adelante, dispuestos a gastar como si no hubiese un mañana. España no necesita más empleo público, sino más empleo productivo y este solo lo crea el sector privado", Lorenzo Bernaldo de Quirós. ¿Qué había en el móvil de Sánchez? ¿Qué es lo que sabe Mohamed VI? He aquí a un presidente del Gobierno de España susceptible de ser chantajeado por el monarca alauita Imposible saber si Sánchez terminará cayendo antes por la crisis política o por la económica que se avecina a pasos de gigante. Si la crisis del CNI es culpa de un juez del Supremo, los problemas de la economía "se deben a factores externos e impredecibles como lo fue la covid y lo es ahora la guerra desencadenada por Putin" (Sánchez en Davos, según Lo País). ¡Un fenómeno! Cuentan de buena tinta, sin embargo, que, en las últimas semanas, el fenómeno la emprende a puntapiés fuera de sí contra todo lo que encuentra a su paso cada vez que alguien le pone delante una encuesta electoral. ¿Cómo es posible que los españoles no me quieran? Todos los indicadores apuntan a una crisis más profunda que la de 2008, que cogerá a España en una situación de sus finanzas públicas mucho más débil que entonces. Varios artículos aparecidos esta semana en la sección de Opinión (la mejor de todos los medios que se publican en internet) de este diario dan idea de la dimensión de la tormenta. Demoledor el de Daniel Rodríguez Asensio aparecido el lunes 23 ("Esta vez no será distinto: o Sánchez cambia el rumbo o España va al abismo"); cargado de realismo y fina ironía el de Enrique Feás ("Los teólogos") del viernes 27; ejemplar el del maestro José Luis Feito del martes 24 ("El futuro del empleo en España"), destripando la contrarreforma laboral de "eternamente Yolanda" y explicando por qué sus efectos van a ser nefastos para el empleo. Como se ha dicho aquí tantas veces, toca resistir. No con resignación, sino con esperanza. La que cabe depositar en esa España real que sigue tirando, que sigue funcionando a pesar de este Gobierno desastrado; esperanza en los millones de españoles que siguen levantándose todas las mañanas para ir a trabajar, soñando un futuro mejor para ellos y sus familias. La gente, lo mejor de España ("Esta ciudad no se aplaca con fuego, este laurel con rencor no se tala"). Ya no queda tanto. Como le espetó el jueves Inés Arrimadas, "el mejor día de esta legislatura va a ser el día que usted convoque elecciones"/>
Artículo de JESÚS CACHO vía VOZ PÓPULI.

domingo, 22 de mayo de 2022

EL PAÍS SE CONVIERTE EN EL SOCIALISTA

Logo de Grupo Prisa en su domicilio Social, en la Gran Vía de Madrid. Europa Press/>
Bueno, ya lo era, no se amontonen. Lo era hace tiempo, particularmente desde el golpe de mano que, apenas horas después de que Sánchez se instalara en Moncloa, primeros días de junio de 2018, decapitó a Antonio Caño y varios compinches más para iniciar un giro hacia la izquierda radical que ha llevado al diario de Prisa a alcanzar las cotas de excelencia periodística que estos días exhibe con la publicación de una nueva tanda de audios de ese tipo atroz llamado Pepe Villarejo. Ahora, ese cambio toma carta de naturaleza. El País se convierte en El Socialista. Sin careta. A primera hora del jueves, Telefónica comunicó a la CNMV la venta del 7,076% de su participación en Prisa, desprendiéndose de su condición de tonto útil de un periódico ahora aliado con el oscurantismo izquierdista más rancio, tosco papel que la teleco ha soportado con resignación durante los últimos tiempos. La operadora sigue manteniendo el 1,95% del capital, algo que en principio sorprendió. ¿A qué se debe seguir en esa trinchera? "A que los compradores no han podido, de momento, hacerse con la totalidad del paquete. No había cera para más vela". Una operación de importancia. Porque la crisis de los medios de comunicación está en el corazón de la crisis de la democracia española. Y porque el primer grupo editorial del país ha huido de posiciones templadas para abrazar las que defienden los enemigos de la Constitución, convirtiéndose así en parte esencial del "problema" español. Una operación cantada desde el principio, diseñada para ser ejecutada desde el momento en que el tándem José Miguel Contreras-Miguel Barroso, los "Migueles" de Zapatero, aparecieron (reaparecieron más bien) sobre la cubierta de Prisa como adelantados de una operación destinada a fortalecer las posiciones de un aventurero que se disponía a gobernar España con apenas 120 diputados. Convertir Prisa en un grupo al servicio de Sánchez y sus ansias de poder. Había que desalojar a la gente del Ibex presente en el accionariado por mor de la capitalización de deuda (cosas del genio Rajoy y su ama de llaves, Soraya la del bolso) para ponerlo en manos más seguras, que un empresario nunca es de fiar por muy amigo que sea de Moncloa. Desalojar de la presidencia a Javier Monzón (Ana Botín y su Santander) y hacer lo propio después con Pallete y Telefónica. Pero había un problema: la pasta. Había que encontrar la pasta, porque el dúo citado vive tan bien como se espera que vivan nuestros ricos pijoprogres de izquierdas, pero lo que se dice dinero para invertir, pues más bien no. Encontrar la pasta, porque los testaferros (perdón, inversores) dispuestos a figurar como nuevos accionistas ya estaban apalabrados. El primer grupo editorial del país ha huido de posiciones templadas para abrazar las que defienden los enemigos de la Constitución, convirtiéndose así en parte esencial del "problema" español Y este ha sido el glorioso papel desempeñado por Telefónica en Prisa durante años: el de mera pantalla de un paquete accionarial para el que la pareja Contreras/Barroso, en realidad testaferros del propio Sánchez, tenía planes concretos que reclamaban tiempo de maduración. Pallete nunca tuvo capacidad alguna para intervenir en la línea editorial de la SER o El País; se conformó con el papel de reparto de "pasivo consentidor" y "esclarecido agradaor" de Moncloa, en espera de la recompensa por los servicios prestados. Alguien, mucho más borde, ha comparado el caso con el chiste de la puta y el millón de euros. Contreras/Barroso tenían la puta; ¡les faltaba encontrar el millón de euros!. Ahora parece que la pasta por fin ha aparecido. Un asunto a mirar con lupa, porque en el intermedio Prisa compró Lacoproductora, una audiovisual de Contreras, y ahora unos amigos de Contreras compran ese 7% de Telefónica en Prisa. Todo queda en Prisa. Lo ha contado aquí muy bien Rubén Arranz, como la creación ad hoc de Global Alconaba, una "sociedad limitada unipersonal" constituida hace dos días y cuyo administrador es Andrés Varela Entrecanales, hombre de Contreras y capo de la productora que ha fabricado (con Secuoya) la docuserie sobre la vida de nuestro bello Pedro con la que "el presidente del Gobierno de España" se dispone a asombrarnos con sus ilimitadas capacidades para destruir el Estado desde dentro. "La operación se ha financiado íntegramente con recursos propios de los inversores", decía el comunicado de Prisa, que ya se sabe que a escote nada es caro, y menos si la operación se pone bajo la advocación de aquella otra deidad primigenia con la que el gran Jesús Polanco levantó en los setenta su imperio de cartón piedra: "Tú pon dinero en esta aventura que yo te garantizo que no lo vas a perder". ¿Cómo? ¿Quién puede afirmar tal cosa? Lo asegura Miguel Barroso, un tipo en el epicentro de esta operación, verdadero hombre fuerte de Prisa como mandatado del propio Sánchez. He aquí un socialista inteligente, mucho, convertido en el auténtico think tank del sanchismo, en nada parecido a parlanchines tipo Iván Redondo, que con mano de hierro en guante de seda dirige los destinos de Prisa con el v/b de Joseph Oughourlian, dueño de Amber Capital, primer accionista con el 29,7% y presidente ejecutivo. Barroso se sienta en el Consejo como dominical en representación de Amber. Un misterio la presencia de este millonario armenio y su fondo buitre en un negocio ruinoso como el de Prisa. Hubo un tiempo en que la troupe de Telefónica en torno al grupo, Javier de Paz et alii, pensó en hacer presidente al joven Rosauro Varo, prototipo de empresario de éxito en el sector del espectáculo, un sevillano socialisto y beautiful, pero la idea naufragó cuando Oughourlian reclamó el mando efectivo de un "negocio" en el que ha metido mucho dinero y ha perdido otro tanto. El armenio, a partir un piñón con el inquilino de Moncloa, ha recibido seguridades de que podrá recuperar el capital invertido, seguridades, se malician los malvados, que también alcanzan a los titulares de esos "recursos propios de los inversores". ¿La solución? El maná de los fondos Next Generation UE con los que Sánchez piensa apuntalar su reelección como presidente. Habrá un puñado de millones para que Prisa alicate hasta el techo su tecnología digital o su división audiovisual. Lo que sea, no les quepa duda. Con el acompañamiento orquestal de Prisa y El Socialista, Sánchez sigue gobernando contra la oposición, como si no estuviera en el poder, incapaz de proponer otra cosa que no sea odio y revancha ¿Por qué ahora? Porque han encontrado el dinero (vale recordar que la operación estaba diseñada desde el desembarco de la pareja atómica en Prisa) y porque es el momento. En el pequeño núcleo de palmeros del "Presidente del Gobierno de España", como a este gran narciso le gusta referirse a sí mismo, han tocado a rebato. La situación se ha vuelto extraordinariamente apurada para él. Todo se le ha complicado. En lo político y en lo económico. Lo del CNI marca un punto de no retorno en lo que al desguace del Estado se refiere, y muchos analistas empiezan ya a hablar de un crecimiento del PIB de apenas un 3% este año, con inflación desbocada. Un panorama que ni los más fieles podrán soportar. Pintan bastos, y sus tropas se aprestan a defender la plaza hasta el último hombre, con las generales en el horizonte. Dispuestos a vender cara su derrota. Resistir en el Poder hasta el final y, si es posible, si en Génova 13 no espabilan, quedárselo a perpetuidad. La publicación de los nuevos audios de la factoría Villarejo, ese desecho de tienta que desde hace años tiene al establishment en vilo, es propia del país roto y desestructurado que es hoy España, país gobernado con una mafia, "la banda" que Albert Rivera denunciara en su día, al frente de la cual está él, el más guapo, el más apuesto, el más sinvergüenza. Con la causa archivada, vuelve el baile de las Cospedal, Aguirre y compañía. Cualquier cosa es buena con tal de embarrar el campo y colocar al PP de Feijóo entre la espada y la pared de una corrupción que, como todo el mundo sabe, es únicamente de derechas. Evidencia del grado de desesperación que embarga a Sánchez y sus edecanes. Si la derrota en Andalucía se confirmara, la situación del personaje podría volverse insostenible por mucho que los socios de "la banda" siguieran apuntalándole en el Congreso. Caminamos a calzón quitado hacia una larga guerra de desgaste, de la mano de un irresponsable acostumbrado a utilizar las instituciones del Estado como alfombrilla de sus ambiciones. Con el acompañamiento orquestal de Prisa y El Socialista, Sánchez sigue gobernando contra la oposición, como si no estuviera en el poder, incapaz de proponer otra cosa que no sea odio y revancha. Lo aparatoso, por no emplear otro adjetivo más dramático, del caso español sigue centrado en ese veintitantos por ciento (por no hablar del 30% del truco Tezanos) que continúa dispuesto a respaldar al sujeto que nos gobierna. Y mientras tanto, el país de Jorge Javier empotrado estos días ante la pantalla de Sangenjo, asistiendo al espectáculo inane de la visita del Emérito, con el periodismo patrio componiendo una de sus más atroces estampas. El Emérito y su inevitable "corte" gallega. Y Felipe VI tocando la lira. Definitivamente, hay veces en que uno tiende a pensar que este país no tiene arreglo. Alguien lo dijo, hace mucho tiempo: solo se puede destruir a una gran nación cuando ella misma ha decidido destruirse interiormente/>
Artículo de JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI

domingo, 15 de mayo de 2022

LA ESPAÑA DE LAS CABEZAS CORTADAS

Margarita Robles es ya otro cadáver político aunque se engañe y no figure en la estadística de los caídos de Sánchez
ULISES CULEBRO/>
Luego de obligarla a entregar la cabeza de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, como exigían sus sosias separatistas, pese a ensalzarla la víspera ante quienes están resueltos a repetir su fallida tentativa golpista de 2017 en Cataluña, lo más denigrante que ha hecho Sánchez con su ministra de Defensa, Margarita Robles, -y ella lo ha consentido balbuceante- es perdonarle la vida y sostenerla en el cargo como alma en pena. Ahora paseará su vergüenza pasando revista a unas tropas que observarán su mancha en el brocado. ¡Como para darle la espalda tras apuñalar a la jefa de los espías! Reduciéndola a la nada como antes a otros muchos colaboradores, Sánchez ejemplifica lo que el Diccionario de Autoridades definía en 1737 como "perdonavidas": "balandrón que ostenta guapezas, y se jacta de valentías y atrocidades". Algo que él mismo reafirmó esta semana de autos y atropellos. Sacado de quicio por el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, quien corrió la suerte de Paz Esteban, le espetó desde la bancada azul como el que se acoda en una barra de bar: "Debe ser bastante frustrante sentirse tan bueno y tan poco reconocido". Frente a una ajada margarita, Bal retrató la arrogante soberbia de quien hace de su extrema debilidad el gran negocio soberanista y echa abajo el armazón institucional y constitucional del Estado. A la sazón, fue el desquite -pequeño, pero gratificante- que cosechó en el redondel de la soberanía nacional quien fue purgado como abogado del Estado por no transigir con los enjuagues gubernamentales con los encausados del 1-O que ahora se enseñorean de la nación que desmembran a martillazos. Evocando las coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre, cabe preguntarse igualmente: ¿Qué se hizo de Robles? ¿Qué fue de tanta ministra? En su primera defensa de la escamochada Paz Esteban, quien actuó en Derecho y acorde con la encomienda del CNI de velar por la integridad territorial de España, como motivó el magistrado del Supremo para interceptar las comunicaciones de 18 independentistas -entre ellos, el hoy president Aragonès-, Robles evitó verbalizar el "dos al precio de uno" de González con Guerra a propósito del escándalo de su "enmano" Juan. Pero puede que acabe siendo así. Basta con que Podemos y sus aliados separatistas se empecinen contra quien el jueves fue reprobada por el Parlament a instancias de ERC. Es hasta probable que, tras las elecciones andaluzas y la cumbre de la OTAN de junio, Sánchez aproveche un eventual ajuste ministerial para presentar su "destitución" como una "sustitución" en ese departamento de Estado. Hay, por contra, perros viejos que avizoran lo contrario. Lo hacen echando mano del libro de ese sabio en experiencias y lecturas que es Joaquín Leguina, donde identificó a Robles como la madrastra de Frankenstein. Casó la morcilla ilegal que introdujo el juez José Ricardo de Prada contra el testigo Rajoy en la sentencia sobre el caso Gürtel con la redacción de su puño de la moción de censura. En consecuencia, Sánchez no matará a la progenitora de la conchabanza. Lo que es mucho suponer en un killer político que no conoce padre ni madre. Aplicando diferente vara de medir, la Alianza Frankenstein ha dejado, en cambio, de lado al ministro Bolaños. Y eso que, como secretario de la Presidencia, era el encargado de las comunicaciones de Sánchez cuando el teléfono presidencial sufrió una intromisión entre el 19 y el 31 de mayo de 2021 en plena crisis diplomática con Marruecos sobre la que se cierne la densa bruma de la reposición sanchista sobre el ex Sáhara español. Contrariamente a lo dicho para cebar el expediente ad hoc contra Paz Esteban, esa tarea no corresponde al CNI, como se admitió el gabinete en 2020 en una respuesta parlamentaria a Vox. Con alto grado de dignidad y decoro, esta servidora pública se negó a hacerse la "autocrítica" como en los regímenes comunistas y a formalizar una dimisión que maquillara un desafuero que pone en solfa al CNI y reporta impunidad tácita para el soberanismo. Sánchez ha tirado la Casa -término coloquial para aludir al espionaje español- por la ventana. Un sindiós teniendo en cuenta que el CNI acataba órdenes de quien luego indultó a los sediciosos con el rechazo unánime de un Tribunal Supremo a una gracia que entendían que, en realidad, suponía un "autoindulto" al beneficiar a quienes le sustentan en La Moncloa. Degenerando como el rehiletero de Juan Belmonte que devino en gobernador de Huelva, la magistrada que preservó en su destino barcelonés la independencia de la Justicia frente a las intromisiones políticas en favor de Jordi Pujol por el caso Banca Catalana o puso pie en pared al uso fraudulento de los fondos reservados con González, ahora dobla la cerviz ante los intereses espurios del sanchismo. Con todo, lo peor que llevará es que Sánchez la haya puesto al ras de deshonra y deshonor de su enemigo íntimo, el también juez-ministro Marlaska. Arroja por el albañal su prestigio con una destitución sin porqué, pero sí con para qué: servir la cabeza de otro servidor público en la pira que ilumina la sombra espectral de Sánchez. Si el titular de Interior depuso a instancias de Sánchez al coronel Pérez de los Cobos por no quebrar el secreto judicial sobre la investigación en torno a la propagación del covid al postergarse la alarma sanitaria a la marcha feminista del 8-M de 2020 en la que participó el propio Marlaska, ahora Robles pone en almoneda su reputación como aquel al que desprecia sin disimulo. Como Marlaska hace tiempo, Robles ya es otro cadáver político, aunque ella se engañe y no figure en la estadística oficial de los caídos por la gracia de Sánchez. Ambos rememoran al secretario del gobernador de Irlanda que, al ser designado, le expresó sus dudas a Samuel Johnson acerca de si estaría a la altura de la encomienda y éste le quitó cuidado: "No tenga miedo ninguno, señor. Pronto será usted un magnífico bribón". En efecto, si uno proporcionó la cabeza de Pérez de los Cobos como tributo al segregacionismo tras asumir el mando único durante la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña que avaló otro Sánchez, que diría Carmen Calvo, la otra ha hecho otro tanto con Paz Esteban. Estos sacrificios humanos de Sánchez evidencian el mal pago del Estado a los servidores que se jugaron el tipo el 1-O y asumieron su deber frente a quienes les fulminan a capricho hasta merecer exclamar por ellos como en el Cantar del Mío Cid: "¡Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor!". Estos héroes de nuestro tiempo plasman la degradación de un Gobierno en el que Sánchez, a medida que crece su impotencia, desfoga su ira contra quienes, tal que Robles y Marlaska sin ser excepción sino regla, aguantan estólidos para no ser excluidos del mando. Oyendo a Robles dar gracias a Sánchez como si fuera el Altísimo tras decapitar a la directora del CNI, ésta parecía aquel imperturbable Mólotov que aguantó las iniquidades de Stalin -incluso el arresto de su mujer- para no perder preeminencia en el Kremlin. Con su acto de servidumbre, entrambos se han ganado su esclavitud. Ante tal descomposición del marco legal con la ejecución sumaria de sus custores, nadie debiera ser indiferente. Esa indolencia se torna voraz y no evita que "eso aquí no puede ocurrir". Menos cuando ya se opera esa deriva combinando aceleraciones como las de esta semana con pasos apenas apreciables pero que, juntos, obran efectos letales. Primero fue RTVE saltándose la ley para ubicar a una administradora única para reafirmar el ente público como abrasivo instrumento de propaganda gubernamental. Luego el apoderamiento del CIS con las encuestas bacteriológicas del doctor Tezanos infectando a la opinión pública. Le siguió la devaluación de la Abogacía del Estado en Letraduría del Gobierno. A continuación, el Ministerio Público fue sometido a parejo yugo tras el alunizaje de la ex ministra Delgado, ratificando lo dicho por Sánchez: "¿La Fiscalía de quién depende? Del Gobierno. Pues ya está". No escapó el Centro de Alertas Sanitarias, donde su director, Fernando Simón, devino en activista que escamoteó la virulencia del covid-19 y manipuló las cifras de muertos, mientras se ponía a la Guardia Civil a abrigar el buen nombre del Gobierno, a la par que depuraba su cúpula. Y así un inabarcable etcétera hasta alcanzar a unos servicios secretos donde ya irrumpió ilegalmente el antaño vicepresidente y líder podemita, Pablo Iglesias, quien ahora extramuros del Consejo de Ministros hostiga a Sánchez en comandita con el separatismo. No es seguro que, como brinda Carlos Herrera cual encarnación revivida del Burlador de Sevilla, los muertos de Sánchez, tanto en política o en comunicación, gocen de buena salud. Pero sí que a España se la llevan los demonios con la demolición de sus instituciones y la persecución de quienes fiscalizan el ejercicio despótico del poder. Por eso, ante realidad tan cruda y acre, sólo caben dos opciones posibles: bien mirar para otro lado y relativizarlo todo hasta que lo temido sea irremediable, bien ponerle remedio con la confluencia de la oposición y de la sociedad civil frente a quien, como la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas, ordena colérico: "¡Que le corten la cabeza!" a cuantos no se pliegan a sus dicterios. Mucho más cuando la política española, por su obra y gracia, es un circo de varias pistas en el que el espectáculo está asegurado a costa del bien común. Así, mientras Sánchez se apoya en quienes lo maltratan y le abren continuas vías de agua, exige a la oposición que le saque las castañas del fuego y le ponga la otra mejilla para abofetearla sin viso alguno de rectificar. Como enseña la Historia desdeñada en los planes de estudios, un príncipe débil siempre está gobernado por sus criados más desleales y por sus amigos más viciosos. En este envite, en esta España de las cabezas cortadas, cabe exhalar, a modo de oración fúnebre, parejas palabras a las de Jovellanos en su agonía: "¡País sin cabeza, desgraciado de mí!"/>
Artículo de FRANCISCO ROSELL Vía EL MUNDO

domingo, 8 de mayo de 2022

El zapatófono de Sánchez y el insomnio español

Sánchez naufraga procurando subsistir prendido por los sargazos que alimentan sus mentiras
ULISES CULEBRO />
Cuando en diciembre de 2019 Sánchez repitió la cita con las urnas para mejorar sus resultados de abril mediante unas fallidas elecciones plebiscitarias sobre el sofisma de Yo o el caos -como si una cosa y la otra fueran asunto diferente en su caso-, se hizo realidad la gran portada del semanario Hermano Lobo en la que el orador plantea esa disyuntiva y el público chilla "el caos, el caos" sin que el tribuno pierda un segundo en aclararles: "Es igual, también somos nosotros". Al cabo de este tiempo, esa realidad se ha hecho clamorosa en el Gobierno de cohabitación socialcomunista hasta el punto inusitado de estar a la greña ministros socialistas entre sí y ministros podemitas enfrentados a su vez con estos y desavenidos entre ellos. Un pandemónium de imposible gestión y de visibles secuelas para un ciudadano sumido en el insomnio que le inocula Sánchez a modo de socialización de su propia culpa y de la que hace chivos expiatorios a los españoles en su conjunto. Mucho más cuando sus aliados parlamentarios zamarrean la estabilidad gubernamental con cualquier excusa y razón, mientras el presidente pugna por sobrevivir haciendo añicos el Estado hasta arriesgar el aserto del canciller de hierro Bismarck de que éste es el país más fuerte del mundo pues "los españoles llevan siglos intentando destruirlo, y no lo han conseguido". Cuando, creyendo haber conjurado el insomnio, unió su destino a tales socios en enero de 2020, produjo su putrefacción y la ajena como a aquellos prisioneros a los que Mecencio, rey de Etruria, amarraba a un cadáver. Dicho pacto, fundado en el imperativo de salvar aún en la descomposición la sustancia, tiene visos de perdurar porque el horno de las encuestas no está para bollos ni Sánchez para pisar la calle en romería. No hay que descartar que, atrapado, responda como una fiera acosada y le pegue una patada al ajedrez para hacer rodar las piezas presentándose, por enésima vez, como lo que no es ni siente. Si los hermanos Marx en el Oeste avivaban la caldera de la locomotora quemando los vagones al grito de Groucho de "¡esto es la guerra, traed madera!", Sánchez arrasa, junto a la economía, las instituciones que, previamente, desacredita para facilitar su demolición y se cobra la cabeza de quienes cumplen con su deber. Como viene haciendo con los servidores públicos que han sabido estar en su sitio y descollaron frente al proceso independentista. Ello hunde la reputación internacional de España con episodios tan esperpénticos como su anuencia con la campaña de descrédito contra el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de sus socios podemitas y de sus aliados soberanistas a raíz de la investigación a líderes independentistas que él mismo autorizó cuando negociaba con ellos. Tratando de salir de un charco se ha metido en un océano del que ha debido ser rescatado por el PP al votar en contra de la creación de una comisión de investigación sobre espionaje auspiciada por los socios a los que acomodó en la Comisión de Secretos Oficiales con la connivencia de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Una suma de dislates coronada al airear el lunes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en un caso insólito en el mundo, las escuchas de las que habría sido objeto Sánchez en la primavera de 2021 para asimilar la situación de éste a la de los secesionistas involucrados en el intento de golpe de Estado de 2017 en Cataluña que han puesto en solfa al CIS y, de esta forma, soslayar su inculpación. Siendo responsable de la integridad de las comunicaciones de los ministros, Bolaños emuló en la surrealista rueda de prensa del lunes al capitán Renault en Casablanca. Tanto en la escena que resuelve, a instancias del mayor alemán Strasser, clausurar el Rick's Cafe Americain porque "acabo de descubrir que en este local se juega", mientras el croupier le desliza un fajo de billetes con un "sus ganancias, señor". Como aquella otra en la que Renault libra de ser ajusticiado a Rick tras disparar al militar nazi al instar a sus subordinados a que "capturen a los sospechosos de siempre" dando paso al "principio de una hermosa amistad". Diez días antes de este ceremonial de confusión por parte del Gobierno presumía, en respuesta parlamentaria, de estar "en condiciones de anticipar y prevenir ciberataques, y de mitigar sus efectos, recuperar las funciones afectadas y responder debidamente en caso de que estos se produjesen". Al primer tapón, zurrapas. Claro que, además de rezumar zafio oportunismo, la revelación de que la infección del teléfono del presidente a través del programa espía israelí Pegasus se habría producido entre el 19 y el 31 de mayo de 2021, en plena crisis diplomática con Marruecos, ha contribuido a desatar todas las conjeturas sobre la incidencia que la sustracción de 2,5 gigas del móvil pudo tener en su decisión unipersonal de aceptar, en la práctica, la absorción por Rabat del antiguo Sáhara español. Era lo que le faltaba para mover a la desconfianza en todas las direcciones. Si provocó innecesariamente a Rabat trayendo a España al líder del Frente Polisario para luego darle a Marruecos hasta lo que no le corresponde sin contraprestación alguna para cerrar la crisis diplomática, ahora desteje lo hecho mediante su atrabiliario proceder. ¿Hay quien dé más? Hace ahora un siglo se registró un sonoro escándalo en el Reino Unido. Quebrantando todas las reglas al uso, Lord Curzon, secretario del Foreign Office, citó públicamente en 1923 los textos que sus servicios de inteligencia habían interceptado de los despachos cruzados entre el Gobierno soviético y sus emisarios en Persia e India. Este anuncio movió a la estupefacción de los diplomáticos a sus órdenes. Nunca -ni siquiera en las controversias más agrias- se había mencionado como prueba una información reservada que se hubiera agenciado bajo cuerda. Partiendo de que "hay ciertas cosas que no se hacen entre caballeros", los británicos consentían en que, de hacerlo, se callaban y no se presumía de ello. En suma, si los gobiernos mantienen servicios secretos es para escudriñar los planes ajenos sin discernir entre amigos y enemigos, pero por ningún motivo lo confiesan públicamente. Muchos países se espían hasta amistosamente como Obama a la canciller Merkel desde el cinismo que se deriva de la asunción de la máxima maquiavélica de que el fin justifica los medios por impúdicos que estos resulten. De hecho, con relación a la agencia de seguridad nacional norteamericana NSA, hasta que se publicaron las filtraciones de su infiel empleado Edward J. Snowden sobre espionajes sistemáticos a jefes de Estado y de Gobierno, se bromeaba con sus siglas aseverando que significaban No Such Agency, es decir, no existe tal agencia, pese a funcionar desde 1952 y con más empleados y presupuesto que la CIA. En este brete tan comprometido y comprometedor, Sánchez naufraga procurando subsistir prendido por los sargazos que alimentan sus mentiras, lo cual hace más peligroso a quien no conoce freno y no está dispuesto a romper con quienes le sostienen a flote mientras le echan una mano al cuello para que no olvide de quién depende. En este sentido, en vez de pegar un zapatazo encima de la mesa como se cuenta que hizo el líder soviético Jrushchov en 1960, en el curso de una sesión plenaria de la ONU, en respuesta al jefe de la delegación filipina que acusó a los soviéticos de imperialistas, Sánchez parodia a aquel televisivo Superagente 86. Maxwell Smart, cuyas torpes aventuras amenizaron las televisiones desde mediados de los 60 hasta casi los 80 mediante sus infinitas reposiciones, usaba un zapatófono para brindar datos secretos a Control, simulacro de la CIA, frente a Kaos, una burla del KGB como "la organización internacional del mal". "Hasta el momento nadie había hecho una serie con un idiota como protagonista, así que decidí ser el primero", dijo su creador, Mel Brooks, quien incorporó el zapatófono a esta ficción después de tener la humorada de descalzarse y empezar a hablar con el zapato con un imaginario interlocutor cuando se hallaba en su oficina y todos los teléfonos se pusieron a sonar a la vez. Al hacerles reír a carcajadas a los presentes, incorporó esa ocurrencia a la serie que hoy parodia la denuncia oportunista del espionaje del celular de Sánchez para huir de la quema. Más allá de los fuegos artificiales de la factoría de La Moncloa, lo realmente inquietante es corroborar cómo los aliados de Sánchez, con su complicidad, echan abajo el armazón del Estado. Primero el CIS, luego el Tribunal Supremo con los "autoindultos" a los golpistas, a continuación la Fiscalía General y la Abogacía del Estado, para seguir con el Parlamento como escribanía de un Ejecutivo en el que el Consejo de Ministros está en manos de unos párvulos sin adultos que pongan un mínimo orden y decoro, y ahora sitúa al CNI en el ojo del huracán hasta arriesgar operativos destinados a preservar la seguridad y la integridad territorial de España. ¿Quién se va a fiar de lo que su propio Gobierno cuestiona por sacar adelante tan sólo una votación? En su Decadencia y caída del Imperio romano, Gibbon colige que difícilmente se descubren las causas latentes del declive de un régimen hasta que el montaje se viene abajo por su peso de la forma que ahora se observa. Ocurrió cuando la vieja república romana olvidó que su mayor fortaleza era la virtud de sus gobernantes y gobernados. Este delicado momento obligará a refundar de raíz las instituciones con igual intensidad y empeño con el que Santa Teresa y San Juan de la Cruz acometieron, no sin quebrantos y mortificaciones, la de los frailes carmelitas. Estas podredumbres -delictivas muchas- se han extendido a ámbitos civiles. Demuéstrase así que no existe un poder político podrido y una sociedad civil sana cuando renuncia a su independencia y se machihembran. La sociedad civil ha degenerado del modo en que lo han hecho unos agentes sociales tan fundamentales como desacreditados con su vivir a cuerpo de rey. Estas castas privilegiadas han asumido ser instrumento de dominio social al servicio del poder. No obstante, como expresó Viktor Emil Frankl, psiquiatra austríaco que sobrevivió en varios campos de concentración nazis, "las ruinas son, a menudo, las que abren las ventanas para ver el cielo". />
Artículo de FRANCISCO ROSELL Vía EL MUNDO

domingo, 1 de mayo de 2022

Sánchez y el hijo de Frank Sinatra

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el periodista de 'New Yorker' Ronan Farrow. EP / Agencia Views />
No hay semana, incluso no hay día, en que Pedro Sánchez no nos humille y nos haga sentir vergüenza como españoles. Porque ver al presidente del Gobierno de tu país ser tratado como un pelele por el separatismo catalán, como el pobre banderillero al que el miura de turno se pasa de pitón a pitón con total impunidad, no puede producir más que vergüenza ajena en cualquier español bien nacido. Hablamos del escándalo que esta semana ha ocupado la actualidad, referido al supuesto espionaje al que han sido sometidos los móviles de decenas de separatistas catalanes y alguno vasco mediante el software Pegasus, una máquina de fabricación israelí a la que solo pueden acceder Gobiernos de otros países, y que se ha demostrado como una operación más, un montaje de libro, de las muchas orquestadas por el independentismo catalán contra un Gobierno, el de Sánchez, al que tiene bien trincado por salvada sea la parte -caso único en el panorama político europeo- desde junio de 2018. El asunto lo pone en circulación el semanario norteamericano New Yorker, uno de esos templos de la progresía occidental que no oculta sus simpatías por el independentismo catalán. El periodista Ronan Farrow firmaba el 18 de abril una larga historia titulada "Spy on their Citizens" (o "Cómo las democracias espían a sus ciudadanos") en la que explicaba que Citizen Lab, un laboratorio de ciberseguridad dependiente de la Universidad de Toronto, Canadá, tenía pruebas del uso de Pegasus en políticos y activistas catalanes. Huelga insistir en las contradicciones del informe de Citizen Lab, cuya escasa fiabilidad ha sido puesta de manifiesto por gente variopinta esta semana (muy interesante el análisis realizado al respecto por José Javier Olivas, doctor por la LSE e investigador de la UNED, en su cuenta de Twitter, @josejolivas), pero sí merece la pena insistir en el protagonismo de dos personajes centrales de este folletín. Uno de ellos es el citado Ronan Farrow, hijo de la actriz Mia Farrow y del director Woody Allen, o eso parecía hasta que la propia Mia se encargó de revelar que el verdadero padre de su hijo era Frank Sinatra, un marrón como una catedral que el afectado solventó con una frase para la historia del cinismo: "Bueno, al final todos somos un poco hijos de Frank Sinatra". El muchacho listo es. Titulado por la prestigiosa Yale, en 2019 ganó el no menos prestigioso premio Pulitzer por una historia sobre el productor de cine Harvey Weinstein, y desde entonces su cotización subió como la espuma. No así su credibilidad. El 19 de mayo de 2020, el New York Times publicaba un artículo ("Is Ronan Farrow too good to be true?") firmado por Ben Smith, en el que le acusaba de "escribir conspiraciones seductoras que no puede probar". Lo alucinante del caso es que el Gobierno de Sánchez da por buena la tesis del espionaje del CNI sobre los separatistas catalanes, sin plantearse la más mínima duda de las muchas que pueblan un montaje que huele a pescado podrido de principio a fin El otro es el activista separatista Elías Campo Cid (¡ocho apellidos catalanes!), un tipo que participó como voluntario en la organización del referéndum ilegal del 1-O, y que no oculta su admiración personal por Puigdemont y el resto de compañeros mártires. Nada habría que objetar si Campo, sin experiencia como investigador y sin título universitario que lo avale como coordinador de un trabajo de tal envergadura, no se hubiera desempeñado como redactor principal del informe declarándose, al mismo tiempo, como una de las víctimas del espionaje de Pegasus. Juez y parte. Haciendo suya la narrativa secesionista que tan bien conocemos por estos pagos, y naturalmente sin la menor mención a que los supuestos espiados pertenecen a un movimiento que ha protagonizado un golpe de Estado contra la legalidad española, la conclusión de New Yorker, Farrow y Campo es categórica: "Estamos ante una flagrante violación de las libertades civiles en Cataluña". Lo alucinante del caso es que el Gobierno de Sánchez desde un primer momento asume y da por buena la historia, endosa como verdadera la tesis del espionaje del CNI (¿quién si no?) sobre los separatistas catalanes, sin plantearse la más mínima duda o interrogante de los muchos que pueblan un montaje que huele a pescado podrido de principio a fin. Al Gobierno Sánchez y a sus tropecientos asesores (Abogacía del Estado incluida) no le hace sospechar siquiera el hecho de que el "Catalangate" con el que el guapo Farrow bautiza la publicación de su reportaje coincidiera con la web http://Catalangate.cat que la organización separatista Asamblea Nacional Catalana (ANC) había registrado el 10 de enero de 2022, y que dos días después del reportaje del New Yorker estaba ya en pleno funcionamiento en inglés y catalán. Toda una campaña preparadita con muchos meses de antelación. La línea de sumisión del Gobierno al separatismo catalán, envalentonado por lo que creen ha sido un golpe de efecto internacional que ha pillado desprevenido a Madrid, alcanza el cénit de la ignominia con la visita que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, supuestamente el "listo" de este Ejecutivo, realiza el pasado domingo, naturalmente por mandato de Sánchez, a Barcelona para dar explicaciones a los "espiados" en la persona de una consejera de la Generalitat de segunda o tercera categoría, quien previamente se permite humillar al número dos del Gobierno haciéndole desprenderse de su móvil antes de pasar a la sala donde se iba a celebrar "la cumbre". Humillación a Bolaños, humillación a Sánchez y, por extensión, humillación a todo un país que ya no puede material ni moralmente recibir más sopapos de un separatismo al que el Gobierno del PSOE no solo no ha rematado en su momento más bajo, sino que le ha dado aire, le ha insuflado protagonismo nuevo aceptando como bueno un montaje que debería haber descartado de un plumazo. Nunca nadie pudo sospechar que nuestra democracia llegaría a sufrir la humillación de ver la estabilidad institucional y la seguridad del Estado en manos y/o al alcance de los enemigos declarados de ese mismo Estado, y ello para dar satisfacción a los intereses del PSOE y los de su gran capo Porque todo el episodio sería una comedia bufa si por medio no estuviera el prestigio de España y la situación de un país en el punto más bajo de su decadencia como nación. Entre las obligaciones del CNI está, naturalmente, la de vigilar a los enemigos del orden constitucional para preservar la seguridad del Estado. El artículo 1 de la Ley 11/2002 reguladora del CNI fija sus tareas asegurando que "El Centro Nacional de Inteligencia es el Organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones". La independencia y la integridad territorial de España. Para eso está el CNI. Y el artículo único de la Ley Orgánica 2/2002 de la misma fecha establece el control judicial previo en los siguientes términos: "1. El Secretario de Estado Director del Centro Nacional de Inteligencia deberá solicitar al Magistrado del Tribunal Supremo competente, conforme a la Ley Orgánica del Poder Judicial, autorización para la adopción de medidas que afecten a la inviolabilidad del domicilio y al secreto de las comunicaciones, siempre que tales medidas resulten necesarias para el cumplimiento de las funciones asignadas al Centro". El Gobierno ha reconocido muy tarde, vía su tradicional medio de comunicación, que el supuesto espionaje a los líderes independentistas se llevó a cabo de forma individualizada y con el correspondiente mandamiento judicial. Si esto es verdad, se acabó el caso. Si la infiltración de los móviles con Pegasus se hizo como manda la Ley, aquí debería cerrarse el asunto con un simple portazo del Ejecutivo en el rostro de ese separatismo faltón y delincuencial a partes iguales y en sus horas más bajas. Pero, ¿Por qué va entonces Bolaños a Barcelona a ponerse de rodillas ante una funcionaria de la Generalitat? Entre las infinitas sombras que escoltan este episodio hay algunas particularmente interesantes. Como, por ejemplo, que más de 95% de las escuchas se realizaron en el año 2019, cuando Sánchez estaba negociando el apoyo parlamentario de "la banda" (comunistas, separatistas, bildutarras y nacionalistas vascos). Aparte de mostrar una vez más la falta de escrúpulos del sujeto (pretendo aliarme con una gente tan digna de sospecha que mientras negocio espío sus móviles), ¿qué es lo que sabe Sánchez de sus socios y qué pretende hacer con ello? No parece que sea mucho a la luz del comportamiento de unos y otros. Sánchez se humilla y se muestra dispuesto a pagar el precio que ERC le exige para mantenerlo en el poder, aunque ello signifique acelerar el deterioro institucional hasta niveles insoportables. Y no parece que sea mucho porque los separatistas creen tenerlo acorralado y no están dispuestos a soltar la presa, a la que exigen que haga rodar cabezas (la de la ministra de Defensa, Margarita está linda la mar Robles, qué triste final el tuyo, que epílogo para la juez de prestigio que fuiste un día no lejano) y además exigen comisiones de investigación y, sobre todo, exigen meter las narices en el propio CNI, entrar a formar parte de la Comisión Parlamentaria que vigila las actividades del centro, exigencia a la que el PSOE y el Gobierno Sánchez accedieron en la tarde noche del martes, en una de las más penosas sesiones parlamentarias que ha conocido la doliente democracia española. El resultado es único por estrambótico. En la comisión de secretos oficiales se sentarán a partir de esta semana, entre otros, Gabriel Rufián (ERC), Míriam Nogueras (Junts), Mertxe Aizpurua (EH Bildu) y Albert Botrán (CUP). No cabe un zorro más en el gallinero del Estado. Que nadie dude que Sánchez sacrificará a Margarita Robles para seguir en Moncloa unos meses más si bildutarras y separatistas así se lo exigen Se entiende el cabreo existente estos días dentro del CNI. Nunca nadie pudo sospechar que nuestra democracia llegaría a sufrir la humillación de ver la estabilidad institucional y la seguridad del Estado en manos y/o al alcance de los enemigos declarados de ese mismo Estado, y ello para dar satisfacción a los intereses del PSOE y los de su gran capo, en una operación profundamente dañina para los intereses de España. Se entiende también la preocupación que hoy embarga a embajadas en Madrid como la de EE.UU. o la de Reino Unido, ante la inminencia de la próxima cumbre de la OTAN a celebrar en la capital de España los próximos 29 y 30 de junio. En esa reunión se va a pasar revista al papel de la organización, manifiestamente mejorable, en la guerra de Ucrania y, sobre todo, se va a establecer el nuevo plan estratégico para los próximos 10 años. De verdad, ¿qué seguridades pueden tener los grandes capos de la OTAN de que lo que se hable y acuerde en Madrid no será del conocimiento de Vladímir Putin a la media hora, con gente en esa comisión de secretos oficiales a la que Putin ha financiado y que nunca ha negado su admiración por el genocida ruso? ¿Y cómo pueden sentirse los servicios de inteligencia de nuestros socios en la UE y en la propia OTAN que comparten información tan valiosa como secreta con el CNI, ante la presencia de tanto indeseable como ha sido admitido en la citada comisión? El Gobierno Sánchez ofrece una lamentable imagen de debilidad y confirma una vez más su tóxica dependencia de unos socios que diariamente le obsequian con su absoluta deslealtad. Que nadie dude que el sujeto sacrificará a Margarita Robles para seguir en Moncloa unos meses más si bildutarras y separatistas así se lo exigen. El responsable de este escándalo que avergüenza a los españoles tiene, como siempre desde junio de 2018, nombre y apellidos: Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Y los españoles tienen una obligación que cada día reclama mayor urgencia si quieren preservar la estabilidad institucional y la supervivencia del marco jurídico que ha permitido más de 40 años de convivencia en paz: desalojar cuanto antes del poder a este facineroso de la política para quien solo cabe imaginar un destino: el banquillo de los acusados. />
Artículo de JESÚS CACHO en VOZ PÓPULI