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domingo, 31 de octubre de 2021

SÁNCHEZ Y LA FARSA DE LOS PRESUPUESTOS

Sus aliados Frankenstein precisan a Sánchez inclinado pero sin derribarlo

Sánchez y la farsa de los Presupuestos 

ULISES CULEBRO

Cuando en una democracia el presidente del Gobierno recibe tres revolcones seguidos del calibre de los asestados a Sánchez por el Tribunal Constitucional por arrollar la Carta Magna que juró guardar y hacer guardar al prometer su alta encomienda, tras valerse de la excepcionalidad del Covid para arrogarse poderes que exceden de sus atribuciones, tales arbitrariedades le habrían costado el puesto. O, al menos, la reprobación de las Cortes a quien instrumentalizó el gazapo voluntario de un juez afín en una sentencia-falsa contra Rajoy para la moción de censura que le aupó a La Moncloa. Así se procede cabalmente en un régimen democrático digno de tal nombre y en el que no se halle tan dañado el funcionamiento institucional como para transigir con dictadura constitucional alguna o con el bonapartismo de un César de ocasión o de guardarropía.

Empero, aquí se acepta el viraje con una naturalidad que pasma. Tanto intramuros del Congreso, donde la presidenta Batet echa ilegalmente el candado -cosa que no acaeció ni en la Inglaterra de la II Guerra Mundial, donde Churchill afrontó incluso una moción de censura- como extramuros del hemiciclo, donde hay periódicos que no dedican ni una nota a pie de página en sus portadas al golpe de gracia del Tribunal de Garantías Constitucionales a los ultrajes del Gobierno a la Ley de Leyes, como si fuera una menudencia intrascendente a la que sí dieron cobijo y hueco. Si se cuenta que el diario Pravda (La Verdad), órgano oficial del PCUS, imprimía un ejemplar único para que Gorki pudiera leer el rotativo sin que nada trastornara su ánimo, estas publicaciones parece que procuraron lo mismo con el Gobierno y sus lectores en sus primeras planas del jueves. Una humorada más propia del semanario satírico al que presta título ese día central de la semana.

Claro que, como estas tres sentencias no tendrán efecto práctico, Sánchez colige que ahí se las den todas, lo que supondrá un acicate para más tropelías. Mucho más cuando Cs, con su voto, y PP, con su abstención, declinaron fiscalizarle durante la pandemia, pese a su ineficacia sanitaria -España contabilizó el mayor exceso de muertes entre los países de su entorno- y económica -acusó mayor recesión y se recobra peor-, habiendo de por medio la custodia de derechos y libertades cardinales. Es lo que ha resuelto el TC después de demorar su respuesta a los recursos de Vox -en torno al alcance del estado de alarma, su prórroga y el cerrojazo a las Cortes- hasta que expiraron estos estados de excepción encubiertos. Contrasta su dilación con su celeridad en litigios de pareja gravedad. Por no referirse a las 48 horas que tardó en 2011 en anular la sentencia del Tribunal Supremo que juzgó que el brazo político de ETA (Bildu) no reunía los requisitos para acudir a unas elecciones, secundando el plan de Zapatero con la banda terrorista.

Estos destrozos alfombran un proceso ya presenciado demasiadas veces y que no es otro que, si se deja a un gobernante, por bueno que sea, y por democrática que sea su elección, gobernar sin límites y sin control, éste mutará más pronto que tarde en déspota que se valdrá de lo que esté a su alcance para perpetuarse. A este fin, las arcas públicas son una voluminosa alcancía para retribuir a propios y abonar el vasallaje ajeno con el contribuyente como pechero de los nuevos señores feudales.

A este respecto, los Presupuestos del Estado para 2022, cuya artificiosidad en los ingresos es parangonable a la discrecionalidad en los gastos -más que cuentas son los cuentos de Calleja (perdón, de Sánchez)-, no priorizan la restauración económica que pregonan y que se aleja hasta amenazar con decir adiós. Al contrario, anteponen sufragar con pólvora del rey dispendios electorales que se travisten de sociales y a enjugar el desatado alquiler de La Moncloa a quienes el inquilinato de Sánchez es como si les hubiera tocado el sueldazo de la ONCE. Pero a Sánchez qué más le da -"ándeme yo caliente y ríase la gente"- si ello esquilma al Estado y lo desbarata a merced de formaciones nacidas para destrozar España tras desvalijarla como cacos a los que el ministro Grande-Marlaska da la bienvenida pública. Como ha hecho con Bildu tras permitir los ongi etorri a los asesinos etarras a los que el titular de Interior ha acercado a presidios vascos proveyéndoles contriciones ciclostiladas a la espera de los favores carcelarios del Gobierno de Urkullu.

"¡Vengan ollas y pasen días!", vitoreará un presidente sin los escrúpulos ni el sentido de Estado de su homólogo portuguésAntonio Costa, quien se ha plantado para no firmar un cheque en blanco a sus socios de la coalición geringonça que ha sustentado su Ejecutivo este sexenio trascurrido desde que, en noviembre de 2015, el Partido Socialista, el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista tumbaran al conservador Passos Coelho en una moción de censura. Ha preferido arriesgarse a unas elecciones para no claudicar al neocomunisno populista de sus sindicados luego de acometer una encomiable labor económica tras ser intervenido su país por los hombres de negro de Bruselas a raíz del crac de 2008. Comparar a Sánchez con Costa es contraponer el plumaje del gorrión al del pavo real, aunque el primero se vanaglorie con penachos que no le atañen y el segundo disimule el mérito.

Así, mientras Portugal huye del ayer en el que el escritor y diplomático Eça de Queirós, al ser confundido con un español por una francesa que le oyó hablar en un idioma que ignoraba en un tranvía parisino, le aclaró, no sin ironía: "Ay, señora. Lo siento. Peor aún: somos portugueses". Entre tanto, la España de hoy es inspeccionada discretamente por unos funcionarios de la UE que asisten perplejos a cómo dos vicepresidentas andan a la greña, mientras el presidente alterna carantoñas con una y otra, a la espera de resolver como Salomón qué hacer con la salvífica reforma laboral del PP de 2015, cuya derogación figura en la génesis del Gobierno del insomnio PSOE-Podemos suscrito tras los comicios del 10-N de 2019, pero que arriesga la llegada de los fondos europeos de recuperación. Ni siquiera al desventurado Costa, que andaba de velatorio, se le privó del espectáculo entre Calviño y Díaz en la cumbre hispanolusa del jueves en la monumental Trujillo.

Allí, soslayando paralelismos enojosos, Sánchez refrendó su propósito de agotar la legislatura hasta 2023, si bien dicho en su boca puede indicar, como acostumbra, todo lo contrario. Hay que tener en cuenta, además, cómo se ennegrece el horizonte económico y cómo, en parangón con la Francia de los chalecos amarillos, una colilla mal apagada puede hacer saltar por los aires el polvorín. Como ha deslizado Felipe Calderón, presidente de México entre 2006 y 2012, en el cónclave del PP, su experiencia le dicta que un Gobierno puede sobrellevar una catástrofe -bien una pandemia o un terremoto-, e incluso un desabastecimiento alimentario, pero no la carestía de luz y gas en un crudo invierno. Atentos, pues, al hombre del tiempo.

Por eso, Sánchez usa la porfía entre sus vicepresidentas al modo de aquellas peleas en broma por fandangos de los 70 entre Juanito Valderrama y Dolores Abril y que fueron sintonía de la radio de cretona de un país paupérrimo que descubría el consumismo montado en un Seat 600 a plazos. Aquel disco de vinilo de las peleas en broma tiene su réplica en la farsa guiñolesca de vicepresidentas, una con faz de burócrata cariacontecida y la otra de jacarandosa invitada que va de boda en boda, como polichinelas de Sánchez.

El presidente potencia a la ministra de Trabajo porque necesita que no se desinfle Podemos (o el bloque ampliado que pudiera nacer de su defunción) de modo que la mayoría Frankenstein le ayude a prorrogar su mandato. Pero no deja de ser un artificio mediático -como los Presupuestos lo son contablemente- que, en cuanto se apague el foco, perderá la majestuosidad como Cenicienta al dar las 12 de la noche diluyéndose como un terrón de azúcar en el café. Caso de venirse arriba la estrella emergente de la izquierda, le hará luz de gas como a otros cadáveres que ha dejado en el camino. Es también apreciación de la interesada, quien tiene más problemas con sus compañeros de Podemos que con su benefactor. No es para menos. Iglesias sigue activo como un volcán y, furibundo, verterá lava en cualquier instante.

Entre tanto, sus aliados Frankenstein estrujan la debilidad de Sánchez. Conscientes de que serán los últimos Presupuestos de la legislatura, le obligan a transitar bajo sus horcas caudinas sin humillarlo a diferencia de los samnitas a los romanos a los que forzaron a cruzar desnudos bajo una lanza dispuesta en horizontal sobre dos clavadas en el suelo. Para éstos, Sánchez es un perfecto tentetieso que se atiene políticamente a la definición académica: "Muñeco de materia ligera, o hueco, que lleva un contrapeso en la base, y que, movido en cualquier dirección, vuelve siempre a quedar derecho".

Lo precisan inclinado a sus intereses y demandas, pero sin derribarlo del todo. Ello es asumido por un Sánchez que renunció a forjar alternativas a su derecha, pese a sus cantinelas con Cs. De hecho, agarra con fuerza los votos de Bildu que no precisa para aprobar los Presupuestos, pero sí con vistas a un futuro que ya es presente en Navarra. Ello escama a un PNV al que le chillan los oídos y se malicia un tripartito vasco del PSOE y Bildu, más los restos de Podemos, que le prive de las nueces. Cosas de esta "nueva normalidad" que Sánchez adoptó del presidente Xi Jinping que acuñó el concepto para publicitar el sueño chino bajo la horma del Partido Comunista. Nada que ver, desde luego, con el traje socialdemócrata que Sánchez se hizo cortar para desfilar por la pasarela del congreso XL de Valencia.

 

                                                                     FRANCISCO ROSELL   Vía EL MUNDO

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