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sábado, 6 de febrero de 2021

Católicos en política. Los pecados por exceso y por defecto

 Hay un tipo de católico que, dotado de una especial exigencia, no hace ni deja hacer, porque todo le parece poco o malo.

católicos en la vida pública

Es una evidencia que el pecado no solamente se produce como un exceso, sino también como un déficit, como aquello qué falta o que no llega. Esto se da también en la misión política del católico y a ello quiero referirme.

En relación con el pecar por exceso, hay un tipo de católico que, dotado de una especial exigencia, no hace ni deja hacer, porque todo le parece poco o malo. Su especialidad es la descalificación, la disgregación y la inacción. Se le puede aplicar bien aquello de “tú háblame de tu fe que yo te mostraré mis obras”.

Un ejemplo puede ayudar a la brevedad y a la comprensión de mi exposición. Días atrás escribí en Twitter lo siguiente: “La crisis más difícil de todas a las que se ha enfrentado Merkel ha sido probablemente la crisis de los refugiados de 2015. Entonces se erigió en la conciencia de los valores del humanismo”.

No tardaron en producirse algunas críticas de la que entresaco la siguiente: “si quieres saber de qué va Miró y Ardèvol sobre antropología lee su tweet en que califica a Merkel, el paradigma del aparachi del sistema NOM como “la conciencia de los valores del humanismo

 Para esta persona que se adscribe a una ideología, celebrar que la respuesta que dio Merkel a la grave crisis de los refugiados era la que más se aproximaba una a respuesta cristiana (y esa era la razón de la calificación le humanista) estaba mal. Tan mal que convertía mi juicio concreto sobre un hecho concreto, en toda una concepción antropológica por mi parte, sospechosa ante la mirada de los que comparten la teoría del Nuevo Orden Mundial, que es lo que significa las siglas NOM. En este juicio, el exceso es debido a la ideología, y es frecuente. En él, cristianismo no es el marco de referencia dentro del cual se producen los juicios, sino qué es un elemento dentro de otro marco de referencia, que es quien manda y califica el hecho cristiano, y esto sirve tanto a la derecha como a izquierda.

El cristiano en política debe juzgar los hechos, más que la posición o el pensamiento de quien los produce. El cristiano en política debe saber que el bien se produce a través de un acto humano, al igual que el mal, y lo que hay que considerar es la naturaleza de este acto.

En el evangelio de Juan (5,31 y siguientes) narra lo que se llama el Testimonio a favor de Jesús. En él apela al testimonio de San Juan sobre su persona, pero no lo hace porque lo necesite, como afirma claramente, sino porque así resulta más fácil que los otros crean y pueden salvarse. Utiliza un acto humano, el testimonio de Juan hacia su persona como Mesías, para validar ante los ojos humanos a quienes les cuesta ver y entender a Dios.  Deja claro que su condición viene de Dios, pero el testimonio de Juan facilita la aceptación de determinada gente: Si el acto humano sirve a la visión de Dios hay que apoyarse en él.

En el acto político hay que dar testimonio de Dios, de Jesucristo, en el sentido de que se ajusta a la visión de Dios sobre aquella cuestión concreta. Lo importante es que lo que se haga, se corresponda con el mandato que Jesucristo nos da en los evangelios, que cumple bien con la mirada de Dios en relación con aquella cuestión. Esto es lo decisivo: servir a la voluntad de Dios, y no a una determinada ideología, porque esta, si no encaja con el hecho que Dios nos demanda en la que aquella cuestión es la que debe modificarse, en lugar de prescindir de la voluntad de Dios.  Al acoger a los inmigrantes incluso contra su partido, Merkel asumía un principio cristiano esencial, que se repite a lo largo de los evangelios, y eso es lo que merece ser destacado, porque el cristianismo no es una ideología, sino el seguimiento de una persona, y en nuestro caso católico, desde la perspectiva de la Tradición y el Magisterio. El esfuerzo del político cristiano, de la política cristiana, es el esfuerzo en seguir la palabra y hechos de Jesucristo y confiar en su palabra. No hay otra. Este es el fundamento sobre el que después se construye la respuesta específica, técnica, política, y el juicio desde aquella perspectiva que sirve para validar todo criterio político.

Y bajo el mismo razonamiento se produce el pecado por defecto. Mientras que, en el exceso, quienes lo cometen tratan de fundamentarse en una exigencia que nunca es evangélica sino fruto de una ideología, en el déficit sucede exactamente lo mismo. Son los políticos católicos, que incluso exhiben -Biden su fe- o la muestran en determinadas ocasiones -Salvador Illa-, pero que, con su piedad religiosa, consideran que ya basta, sin que sus actos una vez más importen. No importa si no se corresponden con la manifestación explícita de Dios, y así su catolicismo es compatible con todo lo que su partido proclama y realiza, a pesar de que sean cuestiones tan radicales, tan extremadamente situadas fuera de la fe, como el aborto como derecho, el matrimonio entre personas del propio sexo o la eutanasia.

Y una acotación. Y este cristianismo puede medrar en el primer caso, hacer ostentación en el segundo, porque no hay una opinión pública católica fuerte, una presencia política notable que muestre el camino de Jesús, y de paso les saque los colores a la cara.

 

                                                 JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL  Vía FORUM LIBERTAS

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