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domingo, 20 de junio de 2021

MACRON Y LA HISTORIA

 

El Panóptico 31 Macron y la historia

Marc Basset, desde París, comenta que Macron ha asumido, además de sus versátiles y ubicuas responsabilidades presidenciales, la de fijar el relato nacional. Considera importante “reconocer” memorias a veces opuestas, “reconciliarlas” y enmarcarlas en un “relato común”. “Los franceses somos una sociedad histórica, un país de tiempo largo (long durée) que avanza sin borrar, sin negar ni renegar, sino reinterpretando sin cesar, reconociendo, entendiendo”.

Ha hecho de la historia y la memoria un pilar de su política. Tal vez sea la huella de sus años jóvenes cuando colaboró con el filósofo Paul Ricoeur en la obra La memoria, la historia y el olvido. Su propósito tiene forzosamente que interesar al Panóptico, cuyo objetivo fundamental es comprobar si se puede aprender de la historia.

La preocupación por las etapas oscuras de la historia de una nación no es nueva. Alemania ha pedido perdón por las atrocidades nazis. En 1995, Chirac reconoció que fueron las fuerzas policiales del Estado francés las que ejecutaron las deportaciones de judíos. En enero de 2000, Guy Verhofstadt, primer ministro de Bélgica-antigua potencia colonizadora de Ruanda- había pedido perdón en nombre de su país subrayando un “dramático cortejo de negligencias, incompetencias, dudas y errores. Macron ya demostró su interés por la historia en su discurso de conmemoración de la muerte de Napoleón, que comenté aquí. Días después, el 27 de mayo pronunció otro en Kigali. Veintisiete años después del genocidio de los tutsis en Ruanda, ha reconocido la responsabilidad del Estado francés por haber apoyado entre 1990 y 1994 al régimen hutu. En el caso francés, el reconocimiento de Macron sigue a la publicación en marzo del informe elaborado por el historiador Vincent Duclert y su equipo, sobre la actuación de Francia en Ruanda. En él exponen los errores de Mitterrand, provocados por su obsesión de limitar la influencia anglosajona en el continente.

Macron ha hablado de responsabilidad, pero no de culpabilidad ni de complicidad. “Pero Francia tiene un papel en la historia: el de mirar la historia de frente y reconocer la parte de sufrimiento que ha infligido al pueblo ruandés haciendo prevalecer durante demasiado tiempo el silencio sobre el examen de la verdad”. “Solo quienes han atravesado la noche pueden pedir perdón. Hacednos el don de perdonarnos”. Utilizaba así el lema que se lee en el Memorial de Gizoni: “Solo el que ha atravesado la noche puede contarla”. También la comunidad internacional se inhibió durante el terrible año 1994 abandonando a su suerte a cientos de miles de tutsis. Paul Kagame y Emmanuel Macron han hecho un esfuerzo por cauterizar la herida y sanear la relación bilateral. “Se abre así un nuevo espacio político que permite entrever una normalización de las relaciones”.

Macron y la historia cabecera Panóptico 31

¿Qué sentido tiene el revisionismo histórico o los movimientos de cancelación? ¿Hasta dónde pueden llegar? Desde el Panóptico creemos que el pasado se debe conocer de manera objetiva, teniendo en cuenta no solo los hechos, sino la interpretación que en su momento se hacía de esos hechos. La evaluación, la crítica, la condena, no pertenece a la Historia, sino a la Panóptica, que tiene como función sacar enseñanzas. El colonialismo es un buen ejemplo de un modo de pensar y actuar. Los estudiantes de doctorado del Magdalen College de la Universidad de Oxford han votado con clara mayoría retirar una fotografía de la reina Isabel de 1952, por su vinculación al pasado colonial. Le Monde 29.5.2021 dedica un extenso reportaje a la Exposición colonial de 1931. Transcribe el discurso de inauguración de Paul Reynaud, ministro de colonias del gobierno de Pierre Laval. “¿Cuál es el lugar de Francia entre los pueblos colonizadores?” “Francia es colonial por vocación”. No hablaba en nombre de una raza, ni siquiera de una nación, sino “en nombre de una civilización humana y dulce cuya característica es ser universal”. El objeto esencial de la exposición era “dar a los franceses la conciencia de su “Imperio”.

No se trata de negar lo que sucedió, sino de comprender lo que sucedió, la capacidad de los humanos para aceptar creencias que siglos o años más tarde pueden llegar a repugnarles. En Biografía de la Inhumanidad (p.211) he contado que uno de los atractivos de las colonias era que en ellas las normas morales quedaban en suspenso, como dice Rudyard Kipling en su poema Mandalay:

Embarcadme y llevadme a algún lugar
Donde da igual lo mejor y lo peor,
Donde no existen los diez mandamientos.

Que se pudiera aceptar este colapso ético e incluso justificarlo por una misión civilizadora encomendada a los colonizadores es lo que debe hacernos pensar. Para ello no hay que cancelar, sino recordar.

 

 

 

                       JOSÉ ANTONIO MARINA Vía su blog EL PANÓPTICO

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