Rajoy agita el miedo. La Troika agita el miedo. Las élites agitan el miedo. Pero son ellos quienes ahora están asustados. Pavor a la libertad. Temor a que los ciudadanos voten libremente. Turbación a que se les desmonte el tinglado. Pero ya es tarde. Los ciudadanos empiezan a perder el miedo, muchos ni siquiera tienen ya nada que perder. Bajo el eufemismo de “reformas estructurales” han multiplicado como nunca la pobreza y miseria de nuestros compatriotas, a través de una reducción salarial y precariedad laboral extrema. Se han desahuciado familias como jamás en la historia de nuestro país, en nombre de una banca que aún a fecha de hoy necesita más capital -ya verán ustedes cuánto-. Jóvenes sin futuro, sin la oportunidad de montar una familia en condiciones mínimamente dignas, con una política de vivienda a medida de los lobbies bancario e inmobiliario. Y así un largo etcétera.
Desde las élites dominantes –patrias y foráneas; políticas, económicas y mediáticas- se promovió de manera consciente la despolitización, envolviendo a la sociedad en una atmósfera de temor colectivoLlevan décadas agitando el miedo. Desde las élites dominantes –patrias y foráneas; políticas, económicas y mediáticas- se promovió de manera consciente la despolitización, envolviendo a la sociedad en una atmósfera de temor colectivo, de impotencia individual: miedo a la pérdida de puestos de trabajo, incertidumbre en las pensiones, en la educación, en la sanidad… Legislan contra los pobres, reduciendo o debilitando los programas de salud y los servicios sociales, reglamentando la educación masiva para una fuerza de trabajo insegura, amenazada por la importación de trabajadores de bajos salarios. Como resultado la ciudadanía se sumergió en medio de un perpetuo estado de preocupación. Pero cuando ya no hay nada que perder, el miedo desaparece, la ciudadanía se rebela, y el temor cambia de bando.
Lo que nos dejan
Para cuentos de miedo, el panorama que nos dejan, su principal herencia: deuda, deuda, más deuda, sin mejora alguna del aparato productivo y de nuestra fuerza trabajo. Empobrecimiento futuro. Los mismos que generaron la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, sí, estos del “España va bien” y aquellos del “España está en la Champion League”, nos dejan como herencia una deuda total y externa récord. Las cifras ya las conocen, las venimos vociferando desde estas líneas. España está altamente endeudada y si no crece nominalmente de manera estable en el tiempo se activará un ciclo vicioso: crisis de deuda soberana, crisis bancaria, crisis de deuda externa, crisis de Seguridad Social, y reactivación de la recesión de balances privados. ¡Y eso sí que da mucho miedo señor Rajoy!
Pero empecemos por la deuda pública. Saben que inicialmente el problema grave de nuestro país, allá por 2007, en los primeros indicios de la crisis, era la deuda privada (3,7 billones de euros frente a los 0,4 billones de deuda de las administraciones públicas). Sin embargo, aquellos que endeudaron masivamente a familias y empresas, los banqueros, se las ingeniaron para que los contribuyentes subsidiáramos sus pérdidas. Mientras en el proceso de generación de la deuda, la banca contó con la ayuda inestimable de autoridades políticas y monetarias (ausencia de control ex-ante del crédito, política fiscal pirómana); en el diseño de rescates bancarios y procesos de recapitalización, esas mismas autoridades políticas y monetarias, presionadas por banqueros patrios y acreedores foráneos, se la endilgaron a la ciudadanía.
La deuda total de las administraciones ha pasado de los 434.274 millones de euros a finales de 2007 a los 1,4 billones de euros actuales, 136,2% del PIB¿Y ahora dónde estamos? La deuda total de las administraciones ha pasado de los 434.274 millones de euros a finales de 2007, ¡sólo el 40,2% del PIB!, a los 1,4 billones de euros actuales, 136,2% del PIB. Los voceros del régimen nos dicen que no pasa nada, que nos refinanciamos a tipos bajos, y que otros países aún la tienen mayor. No, Italia y Japón tienen ahorro interno y no presentan el brutal endeudamiento externo patrio. Por mucho que el tipo de interés efectivo medio de las nuevas emisiones está alrededor del 1%, se presentan varios problemas.
¿Insostenibilidad de la deuda soberana?
Primero, el volumen de endeudamiento no ha dejado de subir de manera abrupta desde el inicio de la actual crisis sistémica, lo que en sí mismo limita profundamente el crecimiento económico –en la actual situación de tipos muy bajos, la carga de la deuda de las administraciones públicas en 2014 superó los 35.000 millones de euros, récord histórico-. Esta situación se ve agravada además cuando esa deuda no se ha destinado ni a cambiar el modelo productivo de nuestro país ni a incrementar la renta disponible de las familias.
Segundo, cuando se produzca un aumento de la aversión al riesgo global y reviertan a la media las primas de riesgo -y eso sucederá- la carga de intereses subirá drásticamente poniendo de manifiesto la insostenibilidad del volumen de deuda pública actual. La reversión a la media histórica en las primas de riesgo situaría el pago de intereses correspondientes al Estado Central por encima de 50.000 millones de euros.
No hay ahorro interno suficiente para financiar los vencimientos con que el actual ejecutivo “ha obsequiado” al futuro gobiernoTercero, el 70% de la deuda de las administraciones públicas está en manos de entidades financieras monetarias y acreedores extranjeros. Según la futura normativa sobre capital regulatorio y límites máximos de inversiones según deudor, la banca apenas podría seguir financiando al Estado. Sí además se produce un aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros, el capital extranjero dejará de fluir. No hay ahorro interno suficiente para financiar los vencimientos con que el actual ejecutivo “ha obsequiado” al futuro gobierno.
Cuarto, el capital foráneo que ha llegado a nuestro país ha ido dirigido a financiar al Tesoro y a las emisiones de deuda corporativa. Pero con ese dinero ni el gobierno ni las empresas están modernizando el aparato productivo. En definitiva, lo ciudadanos tenemos muchas razones para tener miedo, pero no las suyas señor Rajoy.
JUAN LABORDA Vía VOZ POPULI
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