La Partidocracia española ha fomentado una nueva clase
social extractiva, los políticos y sus privilegiados mandantes o poderes
fácticos, que expolian a los ciudadanos contribuyentes. La élite extractiva,
gobernante o influyente; o sea, la "coalición dominante", es
numéricamente pequeña pero muy poderosa política y económicamente, pues sus
tentáculos llegan a todos los sectores sociales españoles, en los que
introducen la corrupción, que no es solamente personal, pues también es
política e institucional.
Actualmente, como los ciudadanos nos consideramos ya
mayores de edad políticamente, cada vez nos distanciamos más de los
anquilosados partidos políticos viejos, porque les exigimos regeneración
democrática, comportamientos éticos y sometimiento de las cúpulas de los
partidos a la voluntad de sus afiliados.
Pero,
tras los resultados de las pasadas elecciones del 24 de mayo, ¿es cierto que los partidos
emergentes, especialmente Ciudadanos y Podemos, están firmemente decididos a
transformar el Régimen de partidos que ha consolidado la actual Partidocracia
española para convertirla en una verdadera democracia semejante a la existente
en las naciones europeas de nuestro entorno?. ¡¡Veamos!!.
Para
llevar a cabo esta gran transformación política es indispensable que se proponga una reforma constitucional que
habilite la consecución de los siguientes objetivos programáticos:
1) La regeneración democrática y una verdadera
lucha contra la corrupción, para lo que hay que contar con una nueva Ley
Electoral que haga posible la elección directa por los ciudadanos de sus
representantes políticos en distritos uninominales, unas leyes que permitan
erradicar la Corrupción, una efectiva Ley de Transparencia, una financiación
correcta de los partidos y una completa rendición de sus cuentas; así como lograr
la independencia de los organismos reguladores y de control público, que han de
tener también suficiente capacidad sancionadora.
2) Que haya una real separación de los tres
poderes del Estado que garantice la independencia del Poder Judicial y de
cada uno de ellos respecto a los otros dos.
3) Que en la estructura y funcionamiento de los
partidos haya auténtica democracia interna, de acuerdo con una nueva Ley
de Partidos.
Pero no basta con que los partidos regeneradores tengan
un programa que cumpla la mayoría de los anteriores objetivos, pues además tienen
que proponer que se logren todos ellos. Desde luego, es indispensable que
practiquen una verdadera democracia interna en su funcionamiento, pues si no la
tienen dentro de su partido ¿cómo la van a practicar correctamente en el
funcionamiento de las organizaciones e instituciones de la sociedad española?,
si llegaran a gobernar.
Por su parte, Ciudadanos en mayo de 2015 elaboró
un texto base de cara a su posicionamiento ante las votaciones de investidura
en municipios y comunidades autónomas, integrado por unas reglas generales, una
condición previa: compromiso por la regeneración democrática, y unos ejes de la negociación de pactos con
otros partidos: transparencia y regeneración democrática, reactivación
económica y cohesión social. En dicho texto solo se apuntan reformas parciales
de la normativa rectora del actual régimen político de 1978, que tienden a
mejorarlo y a apuntalarlo; pero no a sustituirlo por otro efectivamente
democrático.
Podemos parece ser más radical; pero dado que no
ha comparecido en las elecciones pasadas en la generalidad de las comunidades
autónomas y municipios españoles, no conocemos exactamente su programa completo
y no consta explícitamente que quieran instaurar un régimen democrático que
sustituya totalmente al Estado de partidos o Partidocracia establecido en la
constitución de 1978. Sus objetivos programáticos más conocidos se refieren a
cuestiones sociales y económicas, más bien que a la estructura política y
territorial de España y a la elección de los representantes políticos de los
ciudadanos.
Dados los resultados electorales de mayo de 2015,
la gobernabilidad de las comunidades autónomas y de los municipios requiere que
Ciudadanos y Podemos y sus organizaciones y plataformas satélites negocien y
pacten con los viejos partidos PP y PSOE para alcanzar mayorías estables de
gobierno. En esos pactos los partidos regeneracionistas como Ciudadanos y
Podemos tendrán que retratarse y apoyar a la casta de los viejos partidos
corruptos, lo que llevará a los partidos emergentes a "contaminarse" en
sus alianzas de gobernabilidad. Por ello se plantean algunas cuestiones
fundamentales: ¿hasta dónde estarán dispuestos a llegar en esas alianzas los
partidos emergentes?, ¿les llevará su ansia de poder a confundirse con los
partidos corruptos?, ¿sus alianzas se limitarán a apoyar al PP o al PSOE, pero
sin integrarse en los equipos de gobierno de las administraciones públicas
correspondientes?, ¿va a limitar sus pactos Ciudadanos a lo mínimo
indispensable para la gobernabilidad de CC.AA. y ayuntamientos sin confundirse
con el PP en el centro derecha?, ¿mantendrá Podemos su distancia de los viejos
y corruptos PSOE e IU?, ¿lograrán Ciudadanos y Podemos seguir siendo verdaderos
partidos regeneracionistas tras sus pactos con PP y PSOE?, ¿quieren
efectivamente Ciudadanos y Podemos un cambio sustancial del régimen político
español o solo quieren participar e integrarse en el vigente Estado de partidos?,
pues en el fondo parecen conformarse con
lograr una cosmética y superficial regeneración democrática. En definitiva,
¿quieren ser Ciudadanos y Podemos solamente el lampedusiano salvavidas de la
Partidocracia española a cambio de obtener una sustancial participación en el
poder, integrándose en la "coalición dominante"?.
Para contestar a tantas e importantes cuestiones es
conveniente conocer previamente la opinión de varios expertos independientes. Antes
debo precisar que lo que yo denomino "coalición dominante" equivale a lo
que Douglas C. North calificó de "coalición gobernante". Esta última denominación
también la adopta Javier Benegas, quien en su magistral artículo publicado el
martes 2 de junio de 2015 en Voz Populi escribió lo siguiente:
"Los agentes que constituyen la
coalición gobernante son extraordinariamente cooperativos porque tienen
poderosos incentivos para serlo: la entente cordiale les
proporciona importantes beneficios...(En el modelo surgido de la Transición
española), dicha coalición estaría integrada en “lo formal” por diferentes
agentes, como la Corona, los dos grandes partidos, las coaliciones
nacionalistas y los “agentes sociales” (sindicatos y patronal). Y en “lo
informal”, por Juan Carlos I, las ejecutivas de los dos grandes partidos (en
realidad sus dos jefes supremos), los clanes nacionalistas, las familias que
controlan las gran banca y los grandes negocios y, a continuación, una serie de
colectivos que, bien organizados, obtienen su porción de la tarta (los mass
media, diversos gremios de la función pública, los sindicatos de partido y, en
general, todos aquellos colectivos capaces de constituirse en grupos de
presión).
Los agentes que constituyen la coalición
gobernante son extraordinariamente cooperativos porque tienen poderosos
incentivos para serlo: la entente cordiale les proporciona
importantes beneficios. Pero su cooperación conlleva poner sistema
institucional a los pies de organizaciones informales, comprometer gravemente
el libre acceso a la creación de riqueza, es decir, al Mercado y, también,
desvirtuar la representación política... Cuando nos preguntamos cómo es posible
que tras ocho años de una crisis extraordinariamente profunda poco o nada haya
cambiado en la España política, la respuesta es sencilla: la coalición
gobernante ha impedido cualquier modificación sustancial de las reglas del
juego".
En
todo caso hay que tener en cuenta que los
ciudadanos toleramos cada vez menos que los partidos políticos sean
inmovilistas en cuanto a la regeneración democrática, o que cambien solamente
algo para que todo siga igual; lo que los españoles exigimos ahora es que
nuestros mandatarios, los políticos, integrados o no en los partidos nuevos,
sean elegidos directamente por los ciudadanos, que sean honrados e íntegros en
sus comportamientos, y que efectivamente se comprometan a regenerar
democráticamente una España políticamente corrupta. Por ello, en los últimos
años van creándose partidos nuevos o seminuevos que sí dicen comprometerse a
cumplir estas exigencias de los españoles. Entre ellos, destacan por sus
últimos resultados electorales tanto Ciudadanos como Podemos y sus
organizaciones o plataformas ciudadanas satélites.
Pero,
como también expone certeramente Javier Benegas en su citado artículo publicado
en Voz Populi, que yo he incluido
íntegramente en mi blog javaloys.blogspot.com
"la cuestión de verdad importante
no es si los nuevos agentes políticos (Podemos y Ciudadanos) lograrán desplazar
al Partido Popular y al Partido Socialista del poder. No, lo de verdad
trascendente es si, en caso de que tal cosa suceda, removerán el actual modelo
patrimonialista y darán paso a un sistema institucional neutral y eficiente que
cumpla cabalmente su cometido, o si por el contrario participarán en un
reequilibrio de fuerzas dentro del actual statu quo; es decir, si optarán a ser
miembros de pleno derecho de la coalición gobernante.
Lamentablemente, hay muy pocos indicios
en ambos partidos que apunten hacia un verdadero proceso de transformación
democrática. Por el contrario, sí se aprecian demasiados guiños hacia un
reordenamiento del viejo modelo, aunque con diferencias más o menos
sustanciales entre ambos. Podemos plantea un proceso de “expropiación total”
del poder económico en favor del Estado y las Administraciones Públicas, lo
cual no supondría el fin del sistema patrimonialista sino justo lo contrario:
la apoteosis del Estado como agente económico y planificador y, en
consecuencia, el fortalecimiento del Sistema de Acceso Restringido en
detrimento de la iniciativa privada. Además, las instituciones, lejos de ser
neutrales, actuarán de catalizadores de políticas finalistas definidas en base
a un sesgo ideológico insuperable...Tanto Ciudadanos como Podemos tienen un
denominador común: primar las “políticas sociales”, la redistribución de la
riqueza, las reformas tributarias y el uso y abuso de la planificación
indicativa. Ambos ignoran, quizá deliberadamente, que la política social que
España necesita es aquel conjunto de reformas que conviertan el actual modelo
patrimonialista en otro neutral que garantice la igualdad ante la ley, el libre
acceso a la creación de riqueza, así como la representación política. En
definitiva, tanto Albert Rivera como Pablo Iglesias parecen bastante
predispuestos a mantener muy viva la vieja tradición española de reducir a la
nada a la sociedad civil".
Este
artículo de J. Benegas ha sido comentado por Vicente Jiménez quien dice,
certeramente, que:
"Benegas parece desconocer que
cuando muere un dictador que no ha sido derrocado pueden ocurrir dos cosas y
solo dos: la primera de ellas es que el poder del dictador lo herede otro
dictador, como fue el caso de Corea del Norte o Venezuela. Y la segunda opción,
como en el caso de España, es que el poder se divida como una tarta a repartir
entre las oligarquías viejas y alguna nueva que aparece. El problema es que
cuando las oligarquías se hacen con el poder la ciencia política y la historia
nos enseña que el sistema de gobierno resultante es el más estable y duradero
de todos los existentes hasta ahora; más incluso que las dictaduras. Por lo
tanto, no es que aparezcan cartas nuevas en la baraja con Podemos ni con
Ciudadanos, y tampoco ha lugar a la duda final expuesta en el artículo sobre la
posible influencia de esos partidos para que se produzca un cambio democrático
en España. Es que esos partidos, como tampoco los otros, tienen ni idea sobre
lo que significa democracia porque confunden estados de partidos sin
representación ni separación de poderes con democracia, que si tiene ambas; así
que difícilmente podrán aplicar algo que desconocen: uno ansía el poder
absoluto y el otro ignora. Ambición desmedida y descontrolada o ignorancia son
las verdaderas opciones. Además hay algo más: nunca en la historia se ha
conseguido la democracia de verdad ni la libertad colectiva a base de pequeñas
reformas: o se hace de un tajo mediante un proceso constituyente y libre conducido
por la sociedad civil y unos líderes honestos y patriotas (caso de EE UU), o no
se hace. Por lo tanto no hay dudas, estamos tan a años luz de la democracia con
Podemos y Ciudadanos como con los otros partidos. Plantearse otra cosa
resultaría infantil".
La
radical conclusión de Vicente Jiménez es corroborada por Juan M. Blanco en su
clarificador artículo titulado La trampa
de la Gobernabilidad publicado en Voz Populi, donde ha dicho lo siguiente:
"Las opciones emergentes (Podemos y
Ciudadanos) van dando crecientes muestras de insustancialidad, intención de
preservar la esencia del statu quo. Nos sorprenden con parches,
ocurrencias, propuestas arbitristas, críticas poco consistentes al régimen de
embuste y demagogia de las últimas décadas. Y una poco disimulada inclinación
al pacto, a apoyar a las opciones tradicionales en el momento en que ya no
implique pérdida de votos. Un enfoque electoralista muy alejado de los
principios y valores que deberían mantener a ultranza quienes abogan por la
regeneración. Corremos el riesgo de padecer otra
"Transición", un nuevo reparto de la tarta entre los que estaban y
los que llegan.
Nadie ha osado señalar la profunda
reforma que necesitan las Autonomías. Convertidas en patios de Monipodio,
paraíso de caciques, ninguna trapacería o bribonada les es ajena...
...Los partidos emergentes deberían ser
conscientes de que no ganaron los apoyos por méritos propios, o por su cara
bonita, sino por la denodada podredumbre de los tradicionales. Sus
votantes buscan un cambio profundo, un replanteamiento sustancial de la
política, no renovadas ocurrencias o majaderías. Ni aspirantes con más
oportunismo que principios, meros imitadores de las trapisondas de sus
antecesores. La ciudadanía responsable desea una nueva hornada de dirigentes
que aspiren al poder, no como un fin en sí mismo, sino como medio para reformar
el caduco sistema político. Personas dispuestas a arriesgar, no individuos
propensos a repetir el ritual de la política española: agitar el enjuague, la
componenda, el reparto de cargos.
El sistema debe impulsar gobiernos
capaces de desarrollar eficazmente su labor tras un cambio de reglas que
fomente una política de altos vuelos, con la mirada en el horizonte, no en el
mero día a día. Tras unas reformas que garanticen separación de
poderes, controles y contrapesos, limpieza de la vida pública y, sobre
todo, la capacidad de la ciudadanía para supervisar a sus representantes.
El sistema bipartidista que conocimos se
encamina hacia el colapso. Se abrirá una nueva etapa, distinta en caras y
estilos. Pero, al igual que en la Italia de los 90, corremos el serio
peligro de que las reformas queden demasiado cortas, que el nuevo
régimen reproduzca los vicios del anterior. Si algunos no se lo toman en serio,
la regeneración política se demorará
mucho más de lo que debiera".
Tras
este repaso de lo que opinan algunos cualificados expertos, yo quiero subrayar
que tanto los viejos como los nuevo partidos políticos siguen ignorando las
demandas de la sociedad civil, a pesar de que ciertas plataformas
ciudadanas próximas a Podemos han demostrado su aceptación electoral, al menos
en las grandes ciudades: Barcelona, Madrid, Valencia,...Yo creo que ha
llegado ya la hora de que los partidos, en su propio beneficio, atiendan más a
las demandas de los ciudadanos que a sus intereses partidistas, si quieren
revertir la desafección ciudadana.
Los partidos
emergentes han de ser muy cautos a la hora de pactar con los corruptos PP y
PSOE, si quieren conservar su prestigio democrático. Los votantes tenemos la
impresión de que, para adquirir poder a corto plazo, van a caer en la trampa de
la gobernabilidad, lo que puede lastrar su futuro desarrollo. En cambio, si
Ciudadanos y Podemos logran mantener su actual virginidad democrática, pactando
lo mínimo posible con PP y PSOE, llegarán a las próximas elecciones generales
con posibilidades de sobrepasar en votos a los corruptos viejos partidos. Su
objetivo debería ser facilitar la gobernabilidad de las CC.AA. y de los
municipios, pero sin apuntalar y dar oxígeno a los maltrechos y decadentes PP y
PSOE, a los que deben sustituir a medio plazo con un verdadero programa de
regeneración democrática, que instaure definitivamente una democracia
efectivamente representativa. Más pronto que tarde, cuando haya desaparecido la
Partidocracia y el PPSOE sea una reliquia histórica, la referencia liberal
progresista debe ser Ciudadanos; mientras que el socialista Podemos será la
formación política alternativa.
En conclusión, por
ahora, mientras PP y PSOE conserven sus actuales cuotas de poder, los
partidos emergentes no deben pactar con ellos, o hacerlo mínimamente, para
debilitarlos; en cambio sería
deseable que los regeneracionistas Ciudadanos y Podemos se coordinasen entre
ellos lo máximo posible, a pesar de sus divergencias en los temas
económicos, para defenderse de la poderosa "coalición dominante", que
todavía sigue apoyando mayoritariamente al bipartidismo del PPSOE; y, sobre todo,
para llevar a cabo la imprescindible reforma constitucional que habilite una real
separación de los tres poderes del Estado, configurando la independencia del Poder
Judicial, y que instaure una verdadera democracia con elección directa por los ciudadanos
de sus representantes políticos, una democracia que sea capaz de erradicar la nefasta
corrupción institucional.
JOAQUÍN JAVALOYS.
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