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jueves, 5 de noviembre de 2015

OIGO, PATRIA, TU AFLICCIÓN



PEDRO Sánchez me inspira una especie de sentimiento naif con tintes nostálgicos: me insufla indiferencia cansina y me hace recordar a un Zapatero idealizado. Durante algún tiempo mantuve sobre mi escritorio una libretita con hojas en blanco que titulé El pensamiento político de Zapatero; su contemplación me relajaba mientras reinaba en la posibilidad de escribir algo sobre sus páginas. No pudo ser, no hubo nada que escribir.

El "mejor que nos dejen como estábamos" actúa en mi mente como un reactivo cuando imagino que las componendas entre oligarquías escriben una petenera sobre la partitura de la política y aúpan al poder a quien padece ostensibles síntomas de obsesión compulsiva por situarse en él, superando todas las barreras de sus manifiestos niveles de incompetencia. Zapatero, al menos, tenía un proyecto, aunque su ignorancia sobre los entresijos de una economía libre de mercado no le permitiera intuir la proximidad del tsunami financiero que llegó de América.

Pedro Sánchez no pretende otra cosa que llegar a la Moncloa a toda pasta y a toda costa. De ahí las contradicciones, los "dije digo donde dije Diego" y las grietas cada vez más extendidas de un liderazgo que ni es admitido sin reservas ni lleva camino de consolidarse. Hasta la mismísima Carme Chacón que no ha sabido bien dónde situarse desde que perdió el cordón umbilical con Zapatero, se ha preguntado estos días por el destino de Cataluña -¿pero adónde vamos?- sin advertir que todo pende de la política del Gobierno al que perteneció y del confuso proceder del PSC alineado con el independentismo en más de un 40% de los ayuntamientos catalanes. La cita con el "mundo de la cultura", el martes en Madrid, fue de auténtica charanga y pandereta; ni los de la ceja, siendo como son cortos de vista, ven a Sánchez con buenos ojos.

Es una pena que los españoles hayan vuelto la espalda a un partido que como UPyD inyectó sentido de Estado a la política, por mor de unos comportamientos que en todo caso no pasan de ser anecdóticos. Pero, como les quedaba París a los personajes de Casablanca, a nosotros nos queda Ciudadanos que está por la labor de guardar las armas de la democracia y anular las dependencias que PP y PSOE han tenido de los nacionalismos. Pues ya es hecho probado que IU y los de Podemos y sus satélites -como va a ocurrir con los sindicatos de clase, que no son sino reductos políticos- están en otra galaxia.


                                                                        ALBERTO PÉREZ DE VARGAS  Vía EUROPA SUR

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