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jueves, 2 de septiembre de 2021

UN PALCO PARA LOS TALIBÁN

Dictadores como el dueño de Mbappé, el emir de Qatar, le hacen el trabajo sucio a EEUU, es decir, nos lo hacen a los occidentales

Efe 

/EFE

La astracanada de negociación para fichar a un tal Mbappé por parte del Madrid ha coincidido con el final del vergonzante repliegue estadounidense de Afganistán. Qué estaríamos diciendo y cuántas manifestaciones se habrían convocado si hubiera ocurrido con Trump. Pero volvamos a lo del balompedista. Ha alcanzado tal grado de obscenidad esto del fútbol y es tanta la bajeza moral que nos caracteriza a los acomodados ciudadanos occidentales, que rechina bien poco que el mismo dictador que, al parecer, se negaba a cogerle el teléfono a Florentino para decirle siquiera que se metiera sus 200 millones por donde le cupieran es uno de los dirigentes fundamentales en la jugada geopolítica que ha devuelto a los talibán al poder en Kabul.

El emir y sus primos de Qatar, uno de los mayores exportadores mundiales de ese gas que nos trae tan de cabeza, lo mismo se compran equipos que mueven a las masas en Europa y organizan un mundial de fútbol que maniobran para reconfigurar el polvorín que es el tablero de Oriente Medio. Asquito da, sí. Y es muy fácil lanzar dardos indignados contra el autoritario monarca. Pero más obviar que Qatar se convirtió en el santuario político para los líderes talibán -muchos considerados entonces terroristas por buena parte de la comunidad internacional- entre otras razones para hacerle un favor a su gran valedor, que no es otro que EEUU. Obama pidió al emir que ejerciera de generoso anfitrión con los fanatizados barbudos en un cambio de estrategia que ya sentaba las bases para negociar con ellos, renunciar a su derrota militar y devolverles el gobierno, tal como ha terminado ocurriendo ahora. No puede extrañarnos que Biden haya hecho especial hincapié en el agradecimiento al actual dueño de Mbappé por sus gestiones en las tareas de evacuación desde el aeropuerto de Kabul al mismo tiempo que veíamos cómo los máximos líderes talibán aterrizaban en Afganistán victoriosos bajando la escalerilla de aviones de las fuerzas militares cataríes. Así de loco todo.

Decía ayer nuestro Jemad en EL MUNDO que «se han tomado decisiones de carácter político en el marco de la OTAN que han limitado la intervención» desde 2014. Claro, Obama ya le había pedido al emir que les montara a los talibán una oficina en Doha. Cada vez podemos dar menos lecciones morales desde Occidente a estos autócratas tan malos malísimos. Que los dirigentes del mundo libre se ahorren el teatrillo de taparse la nariz cuando compartan palco con el sanguinario Gobierno talibán en la inauguración del Mundial de Qatar en 2022.

 

                                                                   EDUARDO ÁLVAREZ   Vía EL MUNDO

 

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