Nuestro Gobierno, desde que tomó posesión, está empeñado en mudarnos a estratos cada vez más bajos en la comunidad internacional
Patera con 12 menores rescatada a pocos kilómetros de Gran Canaria. Europa Press
De forma sorpresiva, sin que aparentemente ni nuestros servicios de inteligencia ni nuestra embajada en Washington tuvieran la más mínima sospecha, los Estados Unidos -los Estados Unidos, no Trump, porque Biden no hará marcha atrás en esta decisión estratégica- han reconocido la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, mostrando un ostensible desprecio por la que es todavía potencia administradora y por reiteradas resoluciones de la ONU. A cambio, Marruecos restablecerá relaciones diplomáticas plenas con Israel. Nuestra inefable ministra de Asuntos Exteriores, este ser evanescente a medio camino entre funcionaria de ventanilla y monja seglar, interrogada sobre el asunto durante una visita precisamente a Israel y Palestina, declaró con patética sinceridad: “Nos ha pillado por sorpresa”. Hay muchas formas de hacer el ridículo, pero González Laya las borda todas.
En paralelo a su fortalecimiento en el plano internacional, nuestro vecino meridional no cesa en sus movimientos de acoso a España. Si en el espacio de unas cuantas semanas llegan a Canarias decenas de miles de marroquíes en pateras acercadas a nuestras costas por buques nodriza fletados por mafias de tráfico de personas y son casi todos hombres, jóvenes, robustos, saludables, con teléfono móvil, dinero y algunos luciendo tatuajes de unidades militares alauitas, el mero pensamiento de que son inmigrantes en busca de asilo provoca hilaridad. Se trata de una invasión por ocupación perfectamente planificada y ejecutada. La respuesta del brillante equipo formado por Marlaska, Escrivá, Robles y de nuevo la carismática González Laya, ha sido alojarles en hoteles vacíos por el covid, construirles un campamento, darles una paga para sus gastos y trasladarlos clandestinamente a la península en vuelos comerciales sin avisar a las comunidades afectadas ni a la Policía. Toda una muestra de firmeza y coraje ante una agresión flagrante.
No queda aquí la cosa. Ante el ahogo económico que Marruecos aplica a Ceuta y Melilla suprimiendo el comercio transfronterizo por valor de miles de millones de euros la reacción del Gobierno español ha consistido en una mezcla de lloriqueo ante unas autoridades marroquíes que se ríen en su cara y la pasividad resignada. Como colofón, Marruecos ha ampliado sus aguas territoriales, 200 millas la Zona Económica Exclusiva y 300 millas la plataforma continental, solapándose con las nuestras y abarcando áreas con valiosos recursos minerales y energéticos. La cláusula de que la delimitación definitiva se hará mediante una negociación con España demuestra que al Rey Mohammed VI le encanta acompañar sus afrentas de finos rasgos de humor magrebí.
Lengua y vagancia
Pasemos a otro asunto: frente a un ingente esfuerzo en educación de determinados países asiáticos, en especial China, donde la búsqueda de la excelencia y el reconocimiento del mérito en el estudio alcanzan proporciones espectaculares y de los excelentes sistemas de enseñanza de algunos EEMM septentrionales de la UE, en España una mayoría iletrada del Congreso ha aprobado una ley en la que se tritura la calidad, se fomenta la vagancia, se relaja el control y se destruye la escalera social, con el original aditamento de eliminar la lengua española, utilizada en el mundo por quinientos millones de hablantes nativos, como vehicular en las aulas de seis comunidades autónomas. Hazaña sin duda notable de un Gobierno cuyo presidente cree que Antonio Machado nació en Soria, su vicepresidente segundo emplea el verbo “infringir” por “infligir” y atribuye la teoría de la relatividad a Isaac Newton y cuya vicepresidenta primera alaba la “expertitud” del notorio inútil que dirige las emergencias sanitarias.
Tampoco hay que escatimar relevancia a la edificante actuación de un expresidente del Gobierno que ocupa las horas de su retiro en defender a capa y espada en el escenario internacional a una narcodictadura asesina, violadora sistemática de los derechos humanos y saqueadora de los recursos ingentes de su país hasta condenar a sus conciudadanos a la miseria o al exilio. Un personaje de perfil tan repulsivo sin duda contribuye también a prestigiar la imagen de España en el planeta.
Un Rey padre de agitada vida sentimental expuesta sin el menor recato y receptor de opulentos obsequios fiscalmente opacos, obligado a regularizar su situación ante la Agencia Tributaria desde un dorado pseudoexilio en tierras de la lejana península arábiga no aporta demasiado valor añadido a la consolidación de nuestro sistema institucional en momentos en que se encuentra bajo el ataque implacable y avieso de los enemigos declarados de la Nación.
Otra fuente de buena reputación es el intento de superar ampliamente a Hungría y Polonia en sus maniobras para limitar la independencia del poder judicial, así como la de gobernar con el apoyo de los que tienen como propósito confeso la liquidación de la existencia de España como objeto político, económico, cultural e histórico reconocible. Este prudente y sabio método de asegurar la estabilidad gubernamental sentándose sobre un barril de pólvora con la mecha encendida ha despertado la admiración de todas las cancillerías desde el Báltico al Mediterráneo y desde el Atlántico al Danubio.
Cierres y parados
Por supuesto, la genial idea de subir inmoderadamente el SMI, incrementar casi un punto los sueldos de los empleados públicos y las pensiones, crear nuevos impuestos a la vez que se empujan al alza los existentes y disparar el gasto corriente en un período brutalmente recesivo con las empresas cerrando a miles, los parados multiplicándose y los autónomos al borde del colapso, es otra de las asombrosas aportaciones del dúo Sánchez-Iglesias a la economía política moderna.
La comunidad internacional es un edifico de distintos niveles caracterizados por su PIB per cápita, la solidez de sus instituciones, su porcentaje de ocupados, su sistema de protección social, su salario medio, su paz interior, su seguridad en las calles, su civilidad y la madurez de criterio de sus ciudadanos. En el más alto habitan Canadá, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Suiza, Singapur y similares, los demás vecinos se reparten en orden descendente por los diferentes espacios y en el sótano sin ventanas ni ventilación reptan Estados fallidos como Haití, Irán, Siria, Iraq, Venezuela, Nicaragua, la República Centroafricana o Burundi. Nuestro Gobierno desde que tomó posesión está empeñado en mudarnos a estratos cada vez más bajos, pero lo realmente preocupante no es que nos arrastre hacia el fondo, sino que parece deleitarse en revolcarse en su fétido lodo.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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