El Gobierno de España ha decidido activar todos los enfrentamientos atávicos de nuestro país buscando un culpable en lugar de una solución para cada problema
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. EFE
El 24 de junio de 1941, dos días después de que la Alemania nazi diera comienzo a la invasión de la URSS en la denominada 'Operación Barbarroja' y en una España desangrada por la guerra civil, el ministro secretario general del movimiento, Ramón Serrano-Suñer, a la sazón cuñadísimo del dictador genocida, bajito y de voz aflautada que mandaba en España, convocó a las huestes falangeras ante su sede del número 44 de la calle de Alcalá para soltarles una arenga que al día siguiente ocuparía todas las portadas de los medios del régimen con un titular a cuatro columnas:¡Rusia es culpable!
- ¡"Camaradas, no es hora de discursos; pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria".
- "¡Rusia es culpable! Culpable de nuestra guerra civil. Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador, y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo. El exterminio de Rusia es una exigencia de la historia y del porvenir de Europa".
Casi un mes después partiría desde la estación de Atocha la llamada 'División azul', teóricos voluntarios (en realidad muchos fueron obligados) que combatieron al lado de las tropas hitlerianas y que compartieron su humillante derrota ante el ejército rojo.
No me pregunten por qué, pero cuando escuchaba esta semana a los insignes miembros de la ganadería de analistas, periodistas y plumíferos a sueldo de Moncloa que pueblan todas las tertulias televisivas de nuestro país olvidarse de las responsabilidades del Gobierno en la gestión de la pandemia y atacar enfurecidos a Madrid, la imagen que me venía a la cabeza era un Serrano Suñer con camisa azul marino, gomina en el pelo y terno blanco, gritando desde la calle de Alcalá: ¡¡Madrid es culpable!!
Miren, este “Madrid es culpable” no es otra cosa que la última mutación de la estrategia puesta en marcha por Moncloa desde el primer minuto posterior a la investidura de Pedro Sánchez, y que los romanos llamaban divide ut regnes o divide et impera: divide y vencerás.
Conscientes de su debilidad parlamentaria y de la escasa fiabilidad de sus apoyos independentistas, los tácticos del Gobierno llegaron a la conclusión de que la única forma de prolongar su gobierno hasta el límite de los cuatro años era dividir y enfrentar a la sociedad española. Sin complejos.
Enfrentamientos sin fin
Así, durante este año han enfrentado con su (escasa) acción de gobierno y sus (muchas) declaraciones contradictorias, y dependiendo de sus cambiantes intereses, a la España rural con la urbana, a los jóvenes contra los mayores, a las mujeres contra los hombres, a la periferia con el centro, a la España seca con la húmeda, a los territorios históricos con las autonomías de vía lenta…
Y en las últimas semanas y en un sprint digno de Usain Bolt han enfrentado a Chamberí con Vallecas, a Majadahonda contra Móstoles, y a Madrid, a ese Madrid al que han declarado culpable desde las tertulias televisivas del movimiento, lo ha enfrentado con Cáceres, con Alicante, con Cádiz… con todos.
El Gobierno de España, que debería ser el Gobierno de todos, consciente de que sus posibilidades de supervivencia ante una España unida son nulas, ha decidido activar todos los enfrentamientos atávicos de nuestro país buscando un culpable en lugar de una solución para cada problema.
En lugar de consensos, enfrentamientos, en lugar de negociación, imposición, en lugar de cogobernanza, pogromos.
¿Merece la pena gobernar sobre el fango? ¿Merece la pena administrar un paisaje de zanjas y trincheras? ¿Merece la pena enfrentar a todo un país, región contra región, pueblo contra pueblo, identidad contra identidad para seguir en el Gobierno? Parece ser que Sánchez ha decidido que sí, que al menos a él le merece la pena mandonear aunque sea sobre un campo yermo, seco y sin futuro.
Madrid no es más culpable que Navarra, Euskadi no es más culpable que Castilla la Mancha, Andalucía no es más culpable que Cantabria.
Y si hay que buscar un culpable, a lo mejor lo hallaríamos en un Gobierno que hace ya meses decidió dejar de ejercer como tal y que en cambio se ha dedicado a enfrentarnos a unos con otros.
Con gran éxito, por cierto.
CÉSAR CALDERÓN Vía VOZ PÓPULI
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