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domingo, 13 de septiembre de 2015

A VUELTAS CON LA REESTRUCTURACIÓN DE LA DEUDA


Este viernes 10 de septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por 136 votos a favor, 6 en contra y 41 abstenciones la necesidad de adoptar una serie de principios que deben guiar a los países que se enfrentan a una crisis de deuda soberana. La resolución fue aprobada abrumadoramente por los países de África, América Latina, Asia y el Caribe. Por contra, Canadá, Alemania, Israel, Japón, Reino Unido y Estados Unidos votaron en contra de estos principios. Nuestro país estuvo a la altura de las circunstancias y votó a favor de la propuesta.
Sin embargo, ustedes apenas habrán leído una mísera línea en los medios de comunicación patrios sobre esta importantísima noticia. Nos creemos el centro del mundo. Hace ya muchos años que otras áreas geográficas y económicas avanzan de manera más rápida y decidida que el Totalitarismo Invertido en que se ha convertido la inmensa mayoría de democracias occidentales. Curiosamente es en Estados Unidos y parte de la vieja Europa donde más aumenta la desigualdad, donde determinados grupos se apropian despiadadamente de la riqueza, paralizando el ascenso social que había funcionada en épocas pasadas, bajo el “Consenso Keynesiano de la postguerra”. En Asia y América Latina saben perfectamente cómo se las gasta el “Consenso de Washington”, la ortodoxia neoliberal dominante.
Los Estados Unidos explicaron su voto con el argumento de que estos procesos corresponden implementarlos en el Fondo Monetario Internacional
Llama la atención quienes votaron en contra de la propuesta, esos mismos que promueven guerras por doquier y luego pretenden lavar su conciencia acogiendo a los refugiados que ellos mismos han generado. Los Estados Unidos explicaron su voto con el argumento de que estos procesos corresponden implementarlos en el Fondo Monetario Internacional, institución curiosamente dominada por los acreedores. El problema es que muchos de estos acreedores, como demostrará la historia, son ideológicos.
El sistema actual de reestructuración de la deuda soberana adolece de problemas de fragmentación, ineficiencias y largas negociaciones, que conducen a una ausencia de soluciones orientadas al crecimiento de aquellos países sometidos a problemas de deuda. Por otra parte, las actitudes no cooperativas de los acreedores litigantes continúan agregando incertidumbre a los resultados de la reestructuración posterior de la deuda. La incapacidad de la comunidad financiera internacional para prevenir y resolver de inmediato los problemas de deuda a medida que surgen es económicamente costosa y provoca enormes pérdidas económicas y humanas. Esto afecta fundamentalmente a la capacidad de un país para mantener una senda de desarrollo sostenible.
Los principios aprobados sobre la reestructuración de la deuda incluyen la buena fe, la transparencia, la imparcialidad, el trato equitativo de los titulares de la deuda y la sostenibilidad. El voto es el resultado de un esfuerzo de un año de duración de la ONU para avanzar en un proceso de quiebra global. La Asamblea General de la ONU votó a favor de iniciar ese proceso en septiembre pasado ante la crisis de deuda en Grecia, Argentina y el Caribe. Este verano ha contado con el apoyo inestimable del Papa Francisco quien hizo suyo el proceso de resolución quiebra global de la ONU en medio de la crisis de deuda de Grecia.
Lo que empezó siendo un problema de deuda privada ha acabado contaminando definitivamente a la deuda pública
Sí a la reestructuración de la deuda
Pero además el apoyo a la resolución de la ONU es de enorme interés para nuestro país. Desde estas líneas venimos sosteniendo que la actual crisis sistémica de la economía española se encuadra dentro de lo que técnicamente se denomina una recesión de balances. Pero lo que empezó siendo un problema de deuda privada ha acabado contaminando definitivamente a la deuda pública. Lo más terrible es que la mitad del incremento de la deuda pública se ha destinado a financiar a terceros.
La prima de riesgo patria está aumentando poco a poco por nuestro volumen de deuda total y externa. La situación de bajas primas de riesgo era transitoria, y obedecía a un ciclo de fuerte propensión al riesgo en los mercados financieros, auspiciado por una política monetaria a la medida de las gerencias bancarias, y basada en una interpretación neoconservadora de la Gran Depresión, la de Milton Friedman y la de Anna Jacobson Scwhartz. Para entenderlo, vean la evolución de la riqueza y la renta en países como Estados Unidos, España, o Reino Unido en el período 2010-2014. Simplemente inmoral.
Bajo este análisis, lo peor no ha pasado. Tal como sostienen Carmen Reinhart yKenneth Rogoff, economistas profundamente ortodoxos, en Financial and Sovereign Debt Crises: Some Lessons Learned and Those Forgotten, “… Las causas que originaron la actual crisis económica no solo no se han corregido sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican quiebras al estilo de los años 30. […] La carga de la deuda en los países desarrollados se ha convertido en un evento extremo utilizando cualquier medida histórica y requerirán una ola de condonaciones de deuda, negociadas o no”.
La única reforma estructural pasa por una reestructuración de la deuda
A medida que la política de austeridad se ha ido extendido, la idea de impago iba avanzando. Van de la mano. Detrás de la austeridad solo se pretendía rescatar a los acreedores de nuestro sistema bancario y a la gerencia bancaria patria contaminando la deuda soberana. La única reforma estructural pasa por una reestructuración de la deuda. Ya veremos cómo y cuándo.

                                                                    JUAN LABORDA    Vía VOZ POPULI



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