Crecen los rumores sobre una operación de acoso y derribo contra Mariano Rajoyorquestada desde los servicios de seguridad del Estado afines al PSOE, los grandes poderes económicos, el grupo PRISA y conspiradores implacables del interior de Moncloa. Ya se concreta el nombre del supuesto informe demoledor, se adelanta, aunque sin dar detalles, su contenido, se especula sobre los posibles recambios y se pone de los nervios a los españoles que leen periódicos, que no es que sean demasiados, pero que son los que crean opinión entre los que se limitan a contemplar la pequeña pantalla.
La decapitación pública del Presidente del Gobierno y candidato del partido mayoritario a tres meses de unas elecciones generales representa sin duda un alto riesgo
Una decapitación pública del Presidente del Gobierno y candidato del partido mayoritario a tres meses de unas elecciones generales, teniendo en cuenta además como está el patio, representa sin duda un alto riesgo que sólo se justifica si los posibles beneficios resultan muy grandes. Transcurrida casi entera la legislatura,se sabe que Rajoy es un repelente del voto y que si el PP mantiene todavía el primer puesto en las encuestas no es por su contribución a entusiasmar al electorado, sino a pesar de su presencia en la cabeza de la lista. La prueba está en su dilapidación, a fuerza de pasividad, indolencia, incumplimientos flagrantes y nula capacidad de comunicación, de la mayoría absoluta más amplia que jamás tuviera el centro-derecha en España. Desde este punto de vista su sustitución por una figura de refresco tiene bastante sentido. Otro aspecto a considerar es que el actual jefe del Ejecutivo encarna y simboliza todos los vicios de nuestra podrida partitocracia y proyecta, por así decirlo, el rostro más decepcionante del régimen del 78 caracterizado por la corrupción, un sistema territorial infumable, el entreguismo a los separatistas, el gasto público desaforado, el clientelismo, la debilidad ante ETA, los impuestos confiscatorios y el fracaso de la educación.
Los tiempos son otros y los mismos mensajes, los mismos discursos, la misma estética y las mismas caras ya no sirven
Mientras el PSOE ha jubilado a la etapa felipista y ofrece un líder joven y limpio, aunque eso sí, de cabeza escasamente amueblada, y las formaciones emergentes aportan novedad y renovación sin lacras del pasado y con dirigentes en torno a los cuarenta años, el partido del Gobierno es el único que mantiene en su cartel electoral a un carroza de un período de nuestra historia contemporánea que la mayoría de españoles dan por superado. También bajo este prisma procede enviarlo al registro de la propiedad de Estepona. De hecho, si el PP no ha conseguido aprovechar el enorme capital político que las urnas le dieron en noviembre de 2011 ha sido por su falta de visión de la realidad de nuestro país transcurridas tres décadas y media desde la aprobación de la vigente Constitución. Los tiempos son otros y los mismos mensajes, los mismos discursos, la misma estética y las mismas caras ya no sirven. Los cambios a última hora en la cúpula orgánica de la organización entronizando a yuppies tecnocráticos de poco calado no aportan demasiado para corregir un deterioro de tan tremenda magnitud.
Es curioso que se esté urdiendo para descabalgar a Rajoy una maniobra semejante a la que él mismo ha aplicado acertadamente en Cataluña al reemplazar a la incinerada Sánchez Camacho por el incisivo y desacomplejado ex-alcalde de Badalona. Falta por ver si estos susurros de pasillo y estas insinuaciones de columnistas reflejan algo sólido o asistimos a una serpiente tardía de verano. Si un cambio de caballo en la recta final de la carrera ha salvado a los populares de la humillación que les esperaba el 27-S, ¿Por qué no repetir la treta a nivel nacional? Por supuesto se trata de otras magnitudes y de peligros más grandes, pero las cosas han alcanzado un punto de tal desesperación que a lo mejor el camino más prudente sea el del salto mortal.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ POPULI
No hay comentarios:
Publicar un comentario