El espejismo de las cifras de crecimiento en España solo
es comparable a la miopía que muchos electores padecen cuando, según las
encuestas, cuando están dispuestos a volver al redil del bipartidismo.
La economía española no tiene en estos momentos ninguna
base sólida de crecimiento, ni por el lado de la demografía, ni mucho menos por
la pata de la productividad
España crece por un espejismo exógeno que está volviendo
a engañar a miles de electores
No hay que olvidar que la economía española no tiene en
estos momentos ninguna base sólida de crecimiento, ni por el lado de la
demografía, ni mucho menos por la pata de la productividad. Las bases para que
dicho crecimiento se diese a largo plazo se asentarían, tema ya muy manido, en
un profundo cambio de patrón de crecimiento, en una revolución en el campo
formativo y en una nueva era empresarial en la que el BOE no fuese la teta que
mece la cuenta de resultados para tantos empresarios, o mejor dicho rentistas.
Ni por el lado de la demografía ni por el de la
productividad hay expectativas de crecimiento a largo plazo
Tras años de profunda sima en la economía española, y
solo por un efecto de la inercia exógena, las cifras de crecimiento han
comenzado a tornarse positivas, gracias a los elementos exógenos que han
motivado una bajada del precio del petróleo, una reducción drástica de los
costes de financiación de la deuda, una depreciación del euro y una desviación
de comercio que en forma de turistas nos ha permitido aprovecharnos de las
desgracias ajenas.
La pregunta que surge es clara: ¿qué ocurriría sin esos
factores exógenos? La respuesta es también nítida. El crecimiento español sería
aproximadamente la mitad, es decir, aproximadamente un 1,5%, lo cual no
permitiría, ni siquiera, crear el empleo basura que se está creando en los
últimos meses, y que solo responde a la estacionalidad del turismo y la
cobertura de plazas en la sanidad pública. Por todo ello, y teniendo en cuenta
el cuadro macroeconómico, es cada vez menos creíble la senda de avance del PIB
y las principales cifras que emanan del Presupuesto presentado en pleno verano
por el Ministro Montoro.
Sin los factores exógenos, España crecería apenas un 1,5%
No hay que olvidar cuales son los verdaderos problemas
del país. Por un lado, un grado de exceso de capacidad descomunal que justifica
el enorme gap entre oferta y demanda de factores, especialmente en el campo
laboral. Esta abundancia de mano de obra, en muchos casos sin cualificar, no
encuentra acomodo salvo si volvemos a crear otra burbuja especulativa de bajo
valor añadido que pueda absorber el exceso de mano de obra. La buena noticia
para una de las partes, es que este ejército de reserva cada vez exige menores
salarios y aguanta peores condiciones laborales, fruto de la progresiva pérdida
de poder de negociación sindical, drama que se ha generalizado en la economía
internacional. Esta conquista, fruto de la teología neoclásica tan extendida
entre políticos y economistas que copan el poder actualmente, es irreversible
por lo que los márgenes de beneficios, cuando comience un nuevo ciclo inversor
–si es que comienza– serán muy elevados.
España se aferra una vez más a lo único que sabe hacer:
recibir turismo de bajo valor añadido y construir viviendas
Para que ello ocurra, y ante la ausencia de expectativas
de inversión productiva en los próximos años, España se aferra una vez más a lo
único que sabe hacer: recibir turismo de bajo valor añadido y construir
viviendas, la gran mayoría a engordar el excedente que ya tenemos y así volver
a soñar con crear empleo barato y temporal que permita presumir a los Ministros
del ramo.
Pero este episodio va a servir para cronificar un
gravísimo problema y es la convivencia con un paro estructural de más del 15%
de la población activa, lo cual será compatible con avances del PIB del 3%. La
incapacidad de la economía española para reducir el paro de larga duración, y
encima sin prestaciones por desempleo, hacen de España un país donde solo caben
dos cosas para este colectivo: emigración o vivir de una renta mínima de pro
vida para un colectivo cada vez más elevado. La inexistencia de políticas
activas de empleo y la escasa dimensión de la empresa, así como su vulnerabilidad,
hacen de España una economía muy débil y con elevados riesgos a medio y largo
plazo.
España tendrá que convivir con un paro estructural no
inferior al 15%
La conjunción de capital humano poco formado, ausencia de
políticas activas y baja densidad empresarial configuran un cóctel explosivo
para el conjunto de las generaciones futuras que tendrán que sostener, si es
que pueden, un sistema de pensiones público que tendrá que ser financiado de
una forma muy diferente a la actual, que ya no da más de sí. La inexistencia de
políticas que mejoren las cifras demográficas, y la política salarial, son
incompatibles con el mantenimiento de un modelo de pensiones públicas que solo
se sostendrá si, como apuntan ya desde el Banco de España, se reduce
nominalmente la cuantía de la pensión media.
Con este panorama a medio y largo plazo, de qué sirven
unos Presupuestos que nacen sin credibilidad y con partidas que tendrán que ser
enmendadas conforme el nuevo Gobierno tome posesión en enero. Para poder seguir
manteniendo la ficción, pública y privada, la propensión al crédito ha vuelto a
aumentar y ya ha comenzado la orgía crediticia para poder soportar el consumo
privado y la escasa obra pública que se va acometer en los próximos meses,
cuando el Presidente corte algunas cintas para mayor gloria de la estupidez
ciudadana, que llenará de banderitas, las plazas y las estaciones de AVE que
luego no podrá utilizar en su gran mayoría.
La posición de inversión neta de España responde a un
flujo de fondos principalmente de inversión financiera, unos 190.000 mill€, y
no de inversión directa
Las cifras de deuda externa son concluyentes. En el
primer trimestre de 2015, se alcanzó una cifra escandalosa, 1,2 billones €,
siendo el 45% pasivo de las Administraciones Públicas, y el resto de empresas
no financieras y financieras, y en menor grado de las familias, que son las
únicas que se están desapalancando. ¿Cuál es la implicación de este enorme
montante de deuda externa? El primero, y del que poca gente habla, es el riesgo
de un cambio de tendencia en los mercados financieros internacionales, es decir
un incremento de la aversión al riesgo. Pues el primer impacto sería un
fortísimo repunte del coste de financiación y refinanciación de esta deuda, con
el consiguiente efecto sobre las cuentas públicas. No hay que olvidar que
laposición de inversión neta de España responde a un flujo de fondos
principalmente de inversión financiera, unos 190.000 mill€, y no de inversión
directa, apenas unos 25.000 mill€ en el último año. Estos flujos han permitido
financiar al Tesoro, cuya tenencia de activos por extranjeros ya alcanza el
55%, y la emisión de bonos corporativos, pero apenas se ha traducido en mejoras
en el sistema productivo.
La deuda y el capital especulativo financian un país de
saldo
En suma, España es un país que atrae capital
especulativo, bajo el paraguas del BCE, pero que no mejora sus grandes retos:
no hay ciclo inversor a la vista, no hay planes para recualificar a gran parte
de los parados de larga duración, no hay incrementos de productividad de los
factores, hay una profunda crisis demográfica, así como de gobernanza del país.
Solo nos salva la deuda y el turismo y eso es un bagaje muy pobre para seguir
viviendo en el primer mundo.
ALEJANDRO INURRIETA @inurrieta Vía
VOZ POPULI
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