Estados Unidos a lo largo de
2015 está creciendo menos de la mitad de lo estimado por bancos de inversión e
instituciones públicas y privadas de distinto pelaje. La tasa de crecimiento
promedio en lo que llevamos de año, introduciendo las estimaciones del modelo GDPNow forecasting de la FED de Atlanta para el
tercer trimestre, ronda el 1,2% interanual, muy inferior al 2,5%-3,0% estimado
por el consenso de mercado a principios de año. En nuestro análisis, desde un
punto de vista estructural, los principales riesgos para la economía global
venían, y vienen, de dos áreas olvidadas por la inmensa mayoría de los
economistas en sus respectivos análisis de “stress test”: China y Estados
Unidos.
La estrategia china de devaluar
y exportar deflación pondrá de nuevo encima de la mesa los problemas
subyacentes de la actual crisis sistémica
El riesgo de una devaluación de
la divisa china, como reacción a los problemas de la economía asiática
-burbujas y dificultad de cambio de modelo– ya se ha activado. Como ya
detallamos en nuestro último blog, la estrategia china de devaluar y exportar
deflación pondrá de nuevo encima de la mesa los problemas subyacentes de la
actual crisis sistémica, que simplemente se habían escondido por obra y gracia
de los bancos centrales. Por un lado, la brutal acumulación de deuda de
occidente. Por otro, la tremenda fragilidad del sistema bancario occidental,
especialmente el europeo. Si las devaluaciones chinas, en un entorno de
mercados financieros de riesgo sobrevalorados, suponen el inicio de un ciclo
secular de aversión al riesgo, se activará lo que en su momento denominamos la Segunda
Fase de la Gran Recesión.
El principal riesgo endógeno:
el dólar
Tras el estallido de la actual
crisis sistémica en 2008, se deberían haber fijado una serie de prioridades
estratégicas que determinaran la arquitectura futura de la gobernanza mundial
mientras que a la vez se saneaban los sectores peligrosos del actual sistema.
Se trataba de construir el futuro mientras desarmábamos las bombas del pasado. Se
necesitaba reordenar el sistema monetario internacional sobre la economía real,
desinflando la economía financiera mediante la reducción del actual tamaño
artificial del sistema bancario. Además de intervenir el sistema bancario y
reestructurar la deuda de Occidente era necesaria una nueva divisa reserva
mundial, y poner bajo control público la totalidad de establecimientos
financieros mundiales. Pero no se ha hecho casi nada de esto en casi ninguna
dirección. Tristemente llegaremos al mismo punto pero de manera descontrolada,
desordenada.
El principal riesgo endógeno es
que Estados Unidos pierda lo que en su momento Giscard d'Estaing
denominó como el privilegio exorbitante conferido por la posición del dólar
como principal moneda reserva del mundo
El principal riesgo endógeno,
dentro de una salida desordenada, es que Estados Unidos pierda lo que en su
momento el otrora presidente de la República francesa Giscard d'Estaing
denominó como el privilegio exorbitante conferido por la posición del dólar
como principal moneda reserva del mundo. A través de dicho privilegio
especial Estados Unidos se ha permitido el lujo de seguir implementando
políticas fiscales y monetarias expansivas, manteniendo un tremendo déficit de
ahorro interno, es decir, déficits crónicos persistentes en su cuenta
corriente, dependiendo en última instancia de los inversores extranjeros para
su financiación. Si tal privilegio desaparece, Estados Unidos no podrá
financiar su elevado stock de deuda (más de 60 billones de dólares).
Este riesgo endógeno hay que
encuadrarlo en un contexto donde los datos económicos y financieros muestran
una parálisis del ciclo de inversiones productivas en occidente; y la
inefectividad de la política monetaria global, incapaz de generar rentas,
mientras activa burbujas de activos de riesgo por doquier. Y todo ello regado
con más deuda, impagable, insostenible. En realidad, ya
conocen nuestra tesis, las élites protegieron su riqueza, haciendo más
vulnerable al resto de la ciudadanía.
Estados Unidos, de burbuja en
burbuja
La economía de los Estados
Unidos ha experimentado una oleada de burbujas desde 1998. Estas burbujas
son eventos relacionados. Cada burbuja conduce a una crisis, y esta crisis
sienta las bases para la próxima burbuja. La respuesta a la crisis y colapso
del período 2007-2009 fue doble: una a través de la política fiscal, y otra vía
política monetaria. Gran parte de la mejora en los Estados Unidos de finales de
2010 se debió, en primer lugar, a los estímulos fiscales estadounidenses
implementadas a partir de 2010, frente a los duros ajustes fiscales de otros
países occidentales, y, por otro, a la política monetaria de la Reserva
Federal (FED), que permitió generar una inflación de activos a través de
la expansión cuantitativa (QE), pero no un incremento en la renta real.
La deuda total de los Estados
Unidos supera los 60 billones de dólares, y es impagable
Sin embargo, hay al menos dos
factores que impiden una nueva huida hacia adelante. Por un lado el rápido
crecimiento de la deuda pública, que se une a la brutal deuda privada. La
deuda total de los Estados Unidos supera los 60 billones de dólares, y es
impagable. Por otro lado, el segundo factor adicional que impide un crecimiento
sostenible en el tiempo es la sobrevaloración en términos absolutos y
relativos de los mercados bursátiles estadounidenses. En el momento actual,
tras el pinchazo de la bolsa china, son los mercados más caros del mundo.
La reversión a la media tanto
en el ahorro del gobierno y de las familias norteamericanas, como de las distintas
métricas de valoración de los distintos activos de riesgo supondrá un
crecimiento negativo del PIB de los Estados Unidos. Entonces la economía global
entrará en la Segunda Fase de la Gran Recesión. Esperemos que entonces
sí se fijen las prioridades estratégicas que determinen la arquitectura futura
de la gobernanza mundial.
JUAN LABORDA Vía VOZ POPULI
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