Las recientes palabras del ínclito monclovita sobre la
marcha de la economía patria constituyen una broma pesada, un chiste
absolutamente grotesco que obviamente no tendría cabida en el "Club de la
Comedia". No solo no son ciertas, sino que en realidad esconden una huida
hacia adelante con el fin de retener el poder. Las consecuencias ya las hemos
detallado en este blog, una acumulación de deuda total y externa sin una mejora
de nuestro aparato productivo que acabará arruinando todavía más las
expectativas y anhelos de mejora de la ciudadanía española.
Nos encontramos ante una recesión de balances. Sin una
reestructuración y reforma en profundidad del sistema bancario occidental, y,
paralelamente, una quita negociada y ordenada de deuda no habrá recuperación
sostenible en el tiempo
Pero déjenme empezar por el principio. Ya saben cuál es
nuestro diagnóstico sobre la economía española. Nos encontramos ante una recesión
de balances. Sin una reestructuración y reforma en profundidad del sistema
bancario occidental, y, paralelamente, una quita negociada y ordenada de deuda
-privada, pública y externa-, no habrá recuperación sostenible en el tiempo. La
probabilidad de entrar en lo que denominamos la Segunda Fase de la Gran
Recesión, es altísima. España sería en ese escenario la Grecia del 2010.
Bajo este análisis la dinámica actual de nuestra economía
constituye una huida hacia adelante. No hay ninguna mejora de nuestro aparato
productivo. No ha habido, hasta ahora, ninguna quita y/o reestructuración del
volumen de deuda patrio. No hay ninguna mejora salarial. No hay ningún
incremento en la productividad total de los factores productivos. Todo es humo,
propagado por una brutal propensión al riesgo en los mercados financieros que
ha permitido una expansión del consumo público y privado financiado con más
deuda total y externa, hasta alcanzar niveles récord histórico. Sin embargo, los
ciclos de aversión al riesgo existen, y cuando aumenten las primas de riesgo
globales nuestro país no estará preparado. De nuevo la paradoja de la
tranquilidad derivada de la hipótesis de inestabilidad financiera de Hyman
Minsky. No aprendemos.
El mercado laboral como síntoma
Las recientes cifras económicas y de nuestro mercado
laboral perpetúan el paradigma económico de los últimos treinta años de nuestro
país. La primera característica que subyace a este supuesto milagro es que la
productividad apenas crece, ya que el empleo y la economía más o menos se
incrementan al mismo ritmo. Pero una vez más, cuando se inicia la recuperación,
sin cambiar el patrón de crecimiento, la precariedad vuelve a ser la tónica
del mercado laboral.
Así la tasa de temporalidad con Rajoy ha aumentado más
del 1,5%, hasta situarse por encima del 25%. La duración media de los
contratos que se firman es de 54 días, frente a los 78 días en 2008. Ahora es
necesario hacer muchos más contratos que los que se hacían antes. El 84% del
empleo creado en la última EPA es temporal y responde a las necesidades del
sector servicios, lo que sin duda refleja que nada ha cambiado desde hace 25
años. Asimismo, la tasa de contratos a tiempo parcial ha aumentado en más de 3
puntos porcentuales durante la última legislatura. Pero lo que se esconde
detrás de estas cifras es que el 63% de estos trabajadores desearían trabajar a
tiempo completo, lo que está enmascarando una clara insuficiencia de demanda
efectiva, más que un problema contractual o institucional. Las horas trabajadas
están muy por debajo de las que regían hace 10 años.
El 50% de los contratos que se han firmado entre 2007 y
2013 están por debajo de 978€, algo que no ocurría desde hace más de una
década
Todo ello se ve aderezado con una brutal devaluación
salarial. En concreto el 50% de los contratos que se han firmado entre 2007
y 2013 están por debajo de 978€, algo que no ocurría desde hace más de
una década. Por supuesto, todos estos contratos tienen peores condiciones
laborales que las que se tenían con anterioridad a 2010, cuando comenzó la
ofensiva de la economía de oferta centrada en las bondades de la desregulación
del mercado laboral. Esta desregulación ha acabado creando un ejército
de reserva de trabajadores pobres en situaciones límite, dispuestos a
trabajar más de 4 millones de horas extras de forma gratuita, bajo la amenaza
del despido.
Deuda e inversión
La deuda externa, como detallamos en el blog anterior,
alcanzó en el primer trimestre de 2015 un nuevo récord histórico, casi
1,2 billones de euros, un 111% del PIB. La vulnerabilidad de unos pasivos tan
elevados frente al exterior se pone de manifiesto al ver que cada año España
tiene que captar entre 250.000 y 300.000 millones en el exterior para
refinanciar la deuda. Cualquier incremento de la aversión al riesgo en los
mercados la haría impagable, y no duden que en ese caso los deudores tratarían
de imponernos más cicuta -devaluación salarial y austeridad fiscal-. Pero
llegado el caso, España debería forzar una unión fiscal y una mutualización de
las deudas. Solo espero que el gobierno de turno se atreva. En caso contrario
el margen de soberanía nacional será nulo y nos impondrán condiciones
miserables.
Si no hay inversión hoy, difícilmente habrá empleo mañana
Pero lo más grave de todo es que dichos flujos de
inversión extranjeros se han destinado básicamente a financiar al Tesoro y
a las emisiones de bonos corporativos de las grandes empresas. Y el Estado y
las empresas apenas han mejorado nuestro aparato productivo. Pero para
que haya más crecimiento, más creación de empleo y arcas públicas más saneadas,
es condición necesaria la recuperación de la inversión, sobre todo privada, y
de la productividad. Si no hay inversión hoy, difícilmente habrá empleo mañana.
La inversión productiva se sitúa en menos del 18% del PIB. Las empresas
españolas han reducido las inversiones a largo plazo y productivas, como las
destinadas a investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), favoreciendo las
inversiones a corto plazo. Bajo un análisis kaleckiano, ello es absolutamente
insuficiente para mantener unos beneficios futuros que puedan traer consigo la
salida de la crisis. Por eso, como detrás del actual proceso de endeudamiento
solo hay humo, el futuro no solo es que sea incierto, es lúgubre. Pero Rajoy a
lo suyo.
JUAN LABORDA
@JuanLabordah Vía VOZ POPULI
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