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viernes, 19 de febrero de 2016

BANKIA Y EL PP

La actual dirección de Bankia ha decidido devolver sus inversiones a los accionistas a los que se condujo a comprar títulos mediante una cadena de engaños. Al proceder con sentido de la responsabilidad reconociendo el fraude de anteriores gestores, Bankia ha apostado claramente por su propio futuro.  Me parece que eso podría constituir un buen ejemplo para el PP, si es que alguien en ese partido está dispuesto a sobrevivir con libertad y dignidad, a abandonar las fechorías del pasado y, sobre todo, a recuperar una relación óptima con los electores. Hay errores que descalifican, y reconocerlo es el primer paso para recuperar la credibilidad y la esperanza.
El PP de Rajoy parece dirigirse a una especie de autoinmolación con la debilísima excusa de haber ganado las elecciones
Sostenella y no enmendalla
El PP de Rajoy parece, por el contrario, dirigirse a una especie de autoinmolación con la debilísima excusa de haber ganado las elecciones, un mantra bobo y malintencionado que no podrá ocultar que sumando el número de diputados y de votos que han obtenido el PSOE y Ciudadanos, que provienen de electores inequívocamente dirigidos a apear del Gobierno al PP, es notablemente mayor del que ellos han alcanzado. Entre España, la democracia, el partido y su líder, relación de objetivos que representa un orden axiológico que cualquier político decente debiera mantener siempre en píe, el PP parece decidido a apostar únicamente por el líder y a olvidarse del partido, de la democracia y de esa España a la que dicen querer defender. Ellos sabrán por qué, pero si lo saben debieran explicarlo sin refugiarse en esas medias verdades que son la causa última de su desgracia. Cuando se trata a los electores como si fueran tontos, se entontece a algunos, pero se insulta a bastantes más.
El fraude del PP
El PP ha defraudado a sus electores y ha ayudado a que cobren una vitalidad bastante desdichada fuerzas políticas que nunca debieran poder alcanzar tamaño semejante, porque el espectáculo sostenido por aquellos que dicen con demasiada frecuencia lo contrario de lo que hacen es capaz de desquiciar a cualquiera.
El PP se ha convertido en una especie de auto-partido, una fuerza política al exclusivo beneficio de sí misma
El problema no consiste solamente en que el PP haya amparado y consentido, de manera vergonzosamente irresponsable, amplísimas formas de corrupción política, es que para hacerlo ha tenido, previamente, que dejar de ser lo que los españoles que le han votado quieren que sea, un defensor inteligente de sus intereses, sus valores y sus creencias. El PP se ha convertido en una especie de auto-partido, una fuerza política al exclusivo beneficio de sí misma, un gigantesco mecanismo de prestidigitación por el que, al amparo de una mística de lo inevitable no es que se haya desoído el programa del partido, es que ha hecho casi sistemáticamente lo contrario de lo que era razonable que se hiciera. Para hacerlo con comodidad, Rajoy ha convertido su partido en un silencioso camposanto, en una monocorde cofradía de repetidores de eslóganes, algunos de ellos literalmente ridículos en un partido supuestamente de derecha, o de centro derecha. En el colmo de la desfachatez, Rajoy ha querido santificar ese método de jibarización en una especie de exaltación de un supuesto sentido común, de una imaginaria normalidad, de una sarta de frases hechas que se reducían a una, aquí gobierno yo, y si los españoles no quieren suicidarse debo seguir haciéndolo.   ¿Habrá pensado alguna vez en qué es lo que ha hecho mal para que tantos españoles hayan podido preferir casi cualquier cosa a seguir soportándolo?
¿Puede salvarse el PP? 
El PP, pese a estar sometido a ese severo régimen de privación de libertad política y de debate, pese a aceptar una forma interna de gobierno que nada tiene que ver con ningún partido democrático, ha conseguido obtener más de siete millones de votos, unos electores que merecen un respeto y una responsabilidad que en este desdichado PP de Rajoy nadie parece dispuesto a respetar.   ¿Sabrá rescatar alguien el enorme capital político que representan esos votantes de un partido menguante y a la deriva? El problema del PP no consiste, con ser grave, en su absoluta falta de democracia interna, ni siquiera en su egoísta apartamiento de los intereses de sus electores. El problema está en la cobardía de sus líderes que no se atreven a proclamar con valor lo que dicen por todas partes en voz baja, y esto es algo que tarde o temprano tendrá que acabar, porque no tiene lógica alguna el sacrificio de millones de voluntades por el empecinamiento de un supuesto líder que parece desconocer las exigencias elementales de su oficio e ignorar las reglas de ética y honor que se pueden exigir a quien pretende hablar en nombre de muchos otros. La corrupción del PP no está únicamente en sus dineros, antes que eso está en su disfraz de lo que haga falta con tal de mandar, y eso es algo que no puede tener perdón para quienes piensen que cualquier política es indiscernible del latrocinio si no se troquela con principios, con ideales y con métodos de debate y de conciliación de las inevitables diferencias que un partido de su tamaño ha de soportar y resolver de manera inevitable. Al renunciar a hacer eso, el PP ha permitido que los malhechores se adueñen del terreno, por mucho que Rajoy niegue ahora conocer a los que han caído en las escasamente sutiles y exigentes redes de la justicia española.
Como se ha hecho en Bankia, alguien tiene que devolver la confianza robada a millones de electores, alguien tiene que reconocer que se ha llegado hasta aquí por un camino equivocado
Una paradoja terminal
Rajoy ha propuesto en varias ocasiones lo que, como no podía ser de otro modo, dada su personalísima forma de entender la política, es el único Gobierno posible, una gran coalición en la que él estaría acompañado por Ciudadanos y por el PSOE. Al hacerlo se ha tendido su última trampa, porque no tendrá ninguna manera de explicar que eso no pueda alcanzarse, si el PSOE y Ciudadanos, cuya suma le aventaja en escaños y votos, le proponen colaborar en un Gobierno que sea capaz de recuperar la normalidad política de una democracia parlamentaria pero presidido por otra persona. ¿Qué va a hacer, condenarnos a repetir elecciones o arrojarnos en manos de un Gobierno de Podemos? Cual flautista de Hamelin puede llevar al PP a un final dramático que, además, sería ridículo. ¿Se lo consentirán mansamente quienes pueden evitarlo?
El PP necesita un Goirigolzarri  
Como se ha hecho en Bankia, alguien tiene que devolver la confianza robada a millones de electores, alguien tiene que reconocer que se ha llegado hasta aquí por un camino equivocado, porque el PP podría seguir siendo una posibilidad nítida si se acertase a pedir disculpas públicas con sinceridad, y a rectificar radicalmente el rumbo asumido desde el infausto congreso de Valencia, a resucitar el partido amortajado.  Es evidente que eso no podrá hacerlo nunca quienes han sido responsables de fracaso tan sonoro y deshonroso, no ya por lo que se ha robado en su nombre, que es mucho, sino por el desprecio exhibido hacia las plurales posiciones ideológicas y políticas que hicieron del PP una posibilidad que Rajoy ha arruinado con una constancia digna de mejor causa. Pronto se verá si es posible rectificar o se ha de proceder al derribo.

                                                          J. L. GONZÁLEZ QUIRÓS Vía VOZ POPULI

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