Hace muy pocos días, tan lejos como la semana pasada, un grupo muy pequeño de periodistas nos reuníamos, mesa y mantel mediante, con un alto cargo del Gobierno en el Palacio de la Moncloa. Se trataba de pulsar opiniones, en ambas direcciones, sobre la situación política generada tras las elecciones generales del 20-D. La impresión que sacamos los allí reunidos, además de que el Gobierno lo confía todo a que Sánchez no consiga los apoyos y haya elecciones y de que, de alguna manera -aunque nadie lo dijo abiertamente-, el Rey les había jugado una mala pasada -en su opinión, claro-, fue la de que el PP y el Ejecutivo están noqueados, dicho en términos pugilísticos.
Me llamó especialmente la atención, a mí y a alguno más de los presentes, el hecho de que en el relato de lo sucedido desde el 20-D nuestro interlocutor insistiera, reiteradamente, en la “irrelevancia” de Ciudadanos a la hora de sumar para formar Gobierno. Y ese ha sido, desde mi modesto punto de vista, el gran error que ha cometido el PP tras las elecciones generales: ha hecho números, pero se ha vuelto a olvidar de hacer política.
Con los números en la mano, era perfectamente lógica la decisión de Mariano Rajoy de no aceptar la propuesta del Rey para la investidura: 123 votos a favor y 187 votos en contra -y eso contando con la abstención de Ciudadanos- no era un plato de gusto para nadie, y tal y como había contado esos días Paulo Portas -socio de Passos Coelho en Portugal- a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se podía convertir en el primer acto de la coalición de izquierdas como ocurrió en el país vecino.
Pero una cosa son los números, y es verdad que no salían, y otra bien distinta la política. Y en términos políticos, a pesar de tener solo 40 escaños, el papel de Ciudadanos y de su líder, Albert Rivera, era más que relevante, como se
está poniendo de manifiesto. Así, mientras Mariano Rajoy se cruzaba de brazos y se sentaba a esperar a ver si la única suma que le podía dar el Gobierno -la de la gran coalición- caía como la manzana de Isaac Newton por efecto del azar y la gravedad, los demás -PSOE, Podemos, Ciudadanos- se ponían manos a la obra en aquello que debe hacer un político: política.
Mientras el PP pasaba a las páginas del ostracismo, los demás se alzaban con el premio del protagonismo. Y en política, si no estás, tampoco se te espera
Eso ha significado que mientras el primer partido del país, ganador de las elecciones generales, pasaba a ocupar las páginas del ostracismo, los demás se alzaban con el premio del protagonismo. Y en política ya se sabe que si no estás, tampoco se te espera. ¿Qué podía haber hecho el PP? Pues era bien fácil. Bueno, a lo mejor no era tan fácil, pero al menos se podía haber intentado: poner sobre la mesa un programa de reformas, al margen de programas electorales, y haberlo negociado hasta la extenuación conCiudadanos, para haber conseguido ir con ese programa de reformas, al que a lo mejor se hubiera podido sumar algún escaño más en el Congreso, a la sesión de investidura.
Es verdad que, incluso con la suma de Ciudadanos, hubiera seguido triunfando el ‘no’, pero hubiese sido un ‘no’ mucho más difícil de defender por parte delPartido Socialista, que además habría tenido que explicar su posición, no solo frente al PP, sino también frente al partido de Albert Rivera, con lo cual el debate ya no se habría convertido en un paseo militar para Pedro Sánchez, sino más bien todo lo contrario. El problema es que el PP lleva meses intentando ningunear al único partido que puede darle una coartada, aunque eso signifique tener que prescindir de algunos de sus actuales líderes, empezando por Rajoy. De ahí el empeño de Pedro Sánchez por buscar también esa misma coartada, aunque al final acabe pactando, si es que lo hace, con Podemos.
Ahora ya es difícil reconducir la situación, aunque en la reunión que va a mantener este jueves con Albert Rivera, el presidente Rajoy tiene una oportunidad para alterar la estrategia de Sánchez, si se aviene a pactar con Ciudadanos un ambicioso programa de reformas y, sobre todo, si él hiciera el gesto de apartarse para hacer más fácil el acuerdo. Eso pondría a Pedro Sánchez contra las cuerdas, porque tendría que explicar la razón para no llegar a un acuerdo de esas características y permitir gobernar al más votado. Pero ya les digo hoy, en este 'post', que el PP seguirá tropezando en la misma piedra.
FEDERICO QUEVEDO Vía EL CONFIDENCIAL
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