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lunes, 15 de febrero de 2016

CAE AGUIRRE...¿CUÁNDO RAJOY?

Esperanza Aguirre se ha convertido –quizá junto a Manuel Pimentel en el año 2000- en una excepción en el PP. Ha presentado su dimisión por las sospechas de corrupción en el Partido Popular de Madrid. Aunque Aguirre sostiene que no hay que dar los indicios por “absolutamente ciertos, ni demostrados” lo cierto es que la avalancha de pruebas es tal que su destino no podía ser otro. La dimisión de Aguirre la honra. Sin embargo, tiene tres pegas claras:
Primero, esa decisión llega con más de una década de retraso puesto que las sospechas de corrupción han rodeado a la baronesa popular desde el caso Fundescam en el año 2003. Los mismos deberes “in vigilando” que alega para dar su paso atrás se pueden argüir para reclamar su marcha en Fundescam, Feria de Madrid, caso Ignacio González, caso Gürtel en Madrid, Operación Púnica y Francisco Granados e infinidad de otros sumarios que la han merodeado. Es, pues, la decisión correcta aunque no en el momento correcto.
El gesto de Esperanza Aguirre la honra, pero llega más de una década tarde
En segundo lugar, la retirada de Esperanza Aguirre es un gesto muy grande de recorrido muy pequeño. El gesto político de su dimisión la convierte en una de las pocas figuras del país capaz de asumir cierta autoridad moral a la hora de hablar de la corrupción. Pero en términos prácticos, Aguirre ya había anunciado que no se presentaría al congreso popular que ha de decidir su sucesión en Madrid, un congreso que debía producirse después del nacional, es decir, después de junio en función del calendario electoral. Su retirada en febrero, simplemente, adelanta su marcha atrás unos meses. Es, por tanto, un gesto con más de forma que de fondo y que ahora fuerza a Génova a optar por uno de dos males menores:
  • Optar por un nombramiento con el dedazo de Rajoy, es decir, sin primarias internas, algo que le exigen partidos como Ciudadanos para poder pactar
  • O bien nombrar una gestora como ya se ha hecho tras el escándalo Taula en Valencia, dejando en evidencia que el partido está carcomido por la corrupción en sus principales bastiones y que su gobierno ha de ser técnico porque no puede ser político
Y en tercer lugar, la retirada de Aguirre puede ser una marcha preventivadespués de conocer que la UCO prepara nuevas detenciones por la gestión del Canal de Isabel II. De hecho, la dimisión hace un mes de Ignacio González del PP –ocultada hasta ahora- parece apuntar en esa dirección.
En cualquier caso, la dimisión de Aguirre es la correcta a nivel regional y plantea una duda a nivel nacional: ¿cuándo dará ese mismo paso Mariano Rajoy?
El impacto en Mariano Rajoy
La salida de Aguirre deja en evidencia a un Mariano Rajoy al que los casos de corrupción también cercan desde hace años y cuya pasividad sigue siendo palmaria. Aguirre ha hecho explícita esa clave al decir en su salida que el presidente en funciones “sabrá lo que tiene que hacer. Este no es tiempo de personalismos, sino de sacrificios y cesiones”.
Aguirre deja en evidencia la pasividad de Mariano Rajoy
Rajoy sigue inmóvil mientras se multiplicaban los escándalos en torno a su partido y a su gobierno. Sólo en las últimas tres semanas, el presidente del Gobierno ha visto como explotaban:
Rajoy está totalmente desautorizado para defender la lucha contra la corrupción desde su “Luis sé fuerte” remitido a Bárcenas hasta su aforamiento perpetuo a Rita Barberá al designarla para la Diputación Permanente del Senado el mismo día en que prometía que “aquí ya no se pasa ni una”.
La dimisión de Aguirre deja en evidencia la inacción de Rajoy que parece ser el único en no atisbar todavía que ha llegado su final político y que la corrupción es la causa de ese final.

                                                                      JAVIER RUIZ  Vía VOZ POPULI

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