Será un verano amargo para los funcionarios y políticos de la Unión Europea. Saben que a la vuelta del verano tendrán que enfrentarse al Brexit, a Donald Trump o a la tensión presupuestaria
Ursula von der Leyen, presidenta electa de la Comisión Europea. (Reuters)
El barrio europeo de Bruselas es como un pulmón que se llena y vacía cada semana. Mientras un martes o miércoles la plaza Schuman está llena de gente yendo y viniendo, los sábados y domingos las calles están desiertas, los restaurantes cerrados y el aire casi no se mueve en la Plaza Luxemburgo, donde se sitúa el Parlamento Europeo. Agosto es como un largo fin de semana bruselense. Pero como siempre, después llega el lunes. Y esta vez promete ser un lunes largo y tremendamente cargado.
La actual Comisión Europea llegará a septiembre ya muy coja, con los ojos puestos en la sucesión que se producirá el próximo 1 de noviembre, cuando la alemana Ursula von der Leyen ocupe el lugar de Jean-Claude Juncker al frente del Ejecutivo. Antes de que llegue ese momento habrá mucho lío.
Primero Von der Leyen tendrá que hacer frente al dolor de cabeza que le provocará el no poder cumplir con la promesa hecha a la Eurocámara de lograr una Comisión Europea paritaria, con tantos hombres como mujeres en el colegio de comisarios. Por ahora la mayoría de Estados miembros están nominando a candidatos masculinos para los cargos, y esto puede traer resaca, pues el Parlamento Europeo tiende a no olvidarse de las promesas hechas. Aunque seguramente no tenga que ser la presidenta electa la que sufra en sus carnes las consecuencias.
La Eurocámara tiene que dar luz verde a los comisarios nominados por los distintos Estados miembros, y lo hace en una serie de audiencias que tienden a ser una carnicería para algunos de los candidatos. De hecho, cada cinco años, no es tan raro que los nominados acaben siendo rechazados, forzando a las capitales a escoger otra persona que termine recibiendo el beneplácito de la eurocámara, cada vez más fragmentada y donde no es fácil conseguir mayorías claras. Esta vez no será distinto, y seguramente el Parlamento Europeo trate de rechazar a alguno de los candidatos para aumentar el número de mujeres.
Josep Borrell, actual ministro en funciones de Exteriores español, tendrá que pasar también por una audiencia para obtener el cargo de Alto Representante de Exteriores y Política de Seguridad de la UE, el jefe de la diplomacia europea. No será un momento sencillo para el catalán, con un fuerte temperamento, porque los eurodiputados le sacaránviejos trapos sucios o criticarán algunas de sus posturas respecto a distintos asuntos exteriores. Sin embargo, al ser un nombramiento hecho por los líderes, nadie espera que Borrell sea rechazado por los eurodiputados.
Tensión presupuestaria
Las audiencias se celebrarán durante el final de septiembre y el inicio de octubre, justo cuando está previsto que comience el siguiente problema político para Bruselas. A mediados de mes las capitales deben enviar sus planes para los presupuestos de 2020, un momento que siempre está cargado de tensión en la Comisión Europea, pero sobre todo durante estos últimos meses por los continuos pulsos con la Italia de Giuseppe Conte y Salvini.
Casi todo el mundo da por descontado que, otra vez, Roma presentará unas cuentas conflictivas que obligarán a una negociación entre el Ejecutivo comunitario y el italiano, que cerraron un trato para ajustar los presupuestos transalpinos y evitar que Bruselas impusiera una multa que podía alcanzar los 3.500 millones de euros.
No solo Italia da dolores de cabeza. Francia, Bélgica o España son también motivo de preocupación para la Comisión. Si no se forma Gobierno en septiembre, Madrid puede volver a tener que prorrogar las cuentas, lo que dejaría un año más al país sin realizar las reformas y los ajustes que requiere.
Serán los últimos presupuestos que recibe la Comisión Juncker, que se ha caracterizado por la aplicación “flexible” del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El francés Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos y Financieros, ha intentado siempre evitar las multas y buscar acuerdos con los Estados miembros. Habrá que ver si Von der Leyen sigue esta línea y qué país se lleva la cartera que hasta ahora tenía Moscovici, un rol que será clave para saber si Bruselas será más dura durante los próximos cinco años.
Brexit
En mitad de agosto, con un calor pegajoso que hace de Bruselas un lugar difícil para la vida normal, un grupo de personas seguirá trabajando a todo motor. Los delegados de los Estados miembros para el Brexit se reúnen en el edificio del Consejo a unos metros de la plaza Schuman. Porque lejos de cogerse vacaciones, la salida del Reino Unido de la UE no se toma descanso.
Septiembre y octubre serán momento de máxima tensión. La sensación en la capital comunitaria es que la llegada de Boris Johnson a Downing Street hace que el Brexit entre en un terreno desconocido donde todo es posible. La primera vez que Juncker tendrá contacto en persona con el nuevo primer ministro será en la reunión del G7 en Francia a finales de agosto. Hasta entonces la sensación es que Bruselas está ciega ante un escenario muy volátil.
Se siente que situación está fuera de control. Johnson amaga con nuevas elecciones para forzar un Brexit sin acuerdo, exige a la UE que retire el 'backstop' irlandés -requisito que para Bruselas es innegociable-, y hace otras peticiones imposibles en relación con la salida del Reino Unido que convierten las negociaciones en un sinsentido.
El 31 de octubre es el último día en el que supone que el Reino Unido formará parte de la UE. Un Brexit sin acuerdo es ahora más probable que nunca y el décimo mes del año estará monopolizado por la salida de Londres, que centrará también el Consejo Europeo que se celebra a mediados de mes.
Trump sigue ahí
El mismo día del Brexit se tendrá que cerrar la sucesión al frente de la Comisión Europea, con Jean-Claude Juncker cediendo el testigo a la primera presidenta mujer del Ejecutivo comunitario, Von der Leyen. Serán muchos los retos que tenga por delante la alemana y uno de los principales tiene nombre y apellido: Donald Trump. El presidente estadounidense retrasó seis meses la puesta en vigor de aranceles contra las exportaciones de automóviles europeos prometida.
El plazo expiraría en noviembre, y Washington amenaza con que no volverá a haber prórrogas y finalmente sí las pondrá en marcha, lo que sería un 'shock' durísimo para una economía germana que ya está pasando por dificultades. Por lo pronto Cecilia Malmström, actual comisaria de Comercio, ha explicado que Bruselas tiene preparada una ristra de respuestas por valor de 35.000 millones de euros en aranceles.
Además, las negociaciones entre la UE y EEUU para la eliminación de barreras comerciales para bienes industriales se mantienen bloqueadas, con Washington exigiendo que se incluya la agricultura, algo que es una "línea roja" para los europeos.
El 1 de noviembre Ursula von der Leyen se mudará a su nuevo despacho, en la decimotercera planta de la sede de la Comisión Europea, para arrancar cinco años clave para el continente. La alemana no podrá empezar de cero. Cuando la UE vuelva de vacaciones solo habrá tiempo para navegar entre tormentas.
NACHO ALARCÓN Vía EL CONFIDENCIAL
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