España se encuentra inmersa en una grave
crisis política: los partidos han sido incapaces de elegir a un nuevo
presidente del Gobierno, porque han mareado la perdiz durante cuatro meses pero
sin lograr su objetivo, dado que van a lo suyo, como siempre. Entretanto, el
Congreso de los Diputados se ha estado divirtiendo a nuestra costa. Y ahora
¿qué?. Pues, ahora, se nos aplica
"la legislación vigente" para solventar la crisis política en que nos
han metido los políticos, los obligados a resolver el problema, como si los
votantes nos hubiéramos equivocado en las elecciones del pasado 20-D. ¡Con
lo fácil que sería para los ciudadanos elegir directamente al presidente del
Gobierno, en primera o en segunda vuelta!
El callejón sin salida en que nos han metido
los partidos políticos es una crisis política generada por la egoísta
partidocracia que padecemos, la obligada a resolver el problema. La crisis política
que España tiene ahora es sistémica, porque no se habría producido si a los
ciudadanos nos dejaran elegir directa y democráticamente al presidente del
Gobierno. Es el sistema político partidocrático el culpable de esa crisis: en
realidad nuestra verdadera crisis política es la antidemocrática existencia de
la cancerígena partidocracia, no el hecho puntual de que los partidos no
quieran elegir a un jefe de Gobierno.
Para "resolver" esa grave crisis
política, los partidos solo nos recetan una "aspirina": aplicar la
legislación vigente; o sea, realizar unas nuevas elecciones y, por supuesto, con
el dinero de los contribuyentes. Y lo hacen sin sonrojarse, como si ello fuera
la solución. Nos toman por tontos, como si no supiéramos que los problemas políticos se solucionan con
medidas políticas, no con remedios jurídicos impuestos por los nefastos y
mafiosos partidos integrantes del sistema, tan ineptos como egoístas, a los que
trae sin cuidado el interés general.
Esos partidos, que van a elegir en listas
cerradas y bloqueadas a los mismos diputados de la finiquitada legislatura,
saben que en las elecciones generales del 26-J los resultados serán más o menos
similares a los del 20-D, pero con mayor abstención de los votantes. Entonces
el PP de Rajoy tampoco podrá gobernar porque el PSOE ya ha dicho que no apoyará
la Gran Coalición, y Ciudadanos ha dejado claro su actual y futuro boicot a que
sea Rajoy el nuevo presidente del Gobierno. Y un Gobierno estatal de izquierdas
seguirá siendo posible si lo apoyan los independentistas catalanes, haya o no sorpàsso de Podemos+IU al PSOE. Este es
el panorama que resultará del 26-J. Por lo tanto los partidos tampoco se
pondrán de acuerdo para formar un nuevo Gobierno estable y, como mal menor o
mayor, el inmovilista Rajoy seguirá siendo presidente del Gobierno en
funciones. Por supuesto, a él no le importará seguir siéndolo durante el resto
de su vida, pero a España y a los españoles sí que ello nos afectaría
negativamente.
Desde luego, como unas segundas, terceras, o cuartas, o enésimas elecciones generales no solucionarán nada si no se modifica radicalmente nuestra partidocracia dominante, habrá que abandonar finalmente la confianza en la solución jurídica que ofrecen los ineptos partidos que tenemos y, como ya ocurrió en la Transición política de finales de los años setenta del siglo pasado, habrá que buscar una solución política, desde la ley y con la ley, reformando al menos la Ley Electoral y el artículo 99 de la Constitución española, para que se establezca una nueva y factible manera de elegir al presidente del Gobierno. Este parche sí que desbloquearía la situación, pero mantendría el problema de fondo, que es el hecho de que en España manda una partidocracia inepta y anacrónica: no hay verdadera democracia porque no hay separación de poderes y es una anomalía nada democrática que el poder legislativo elija al poder ejecutivo (presidente del Gobierno) y al poder judicial (CGPJ).
A largo plazo, la única solución de la crisis política que padecemos es la
instauración de la verdadera democracia en España, con una auténtica separación
de los tres poderes, que habrán de ser elegidos por los ciudadanos en tres
elecciones distintas. En efecto, el
pueblo debe elegir a sus diputados o representantes políticos directamente en
distritos uninominales, en primera o segunda vuelta; pero además habrá de
elegir también al presidente del Gobierno directamente, una tarea fácil, en
primera o segunda vuelta, que ahora parece imposible para los actuales
diputados que solo representan a sus partidos políticos que son los que los han
propuesto en listas cerradas y bloqueadas.
En
realidad, la partidocracia
y los políticos son, paradójicamente, el obstáculo principal que impide la
auténtica regeneración democrática de España porque subordinan el bienestar
y la voluntad popular a sus propios intereses y privilegios. Esta
afirmación no supone ninguna novedad, pues ya la definió así, con carácter
universal, el economista James Buchanan en su Public Choice, o Teoría
de la toma de decisiones públicas. Los políticos están solo al
servicio de su partido que los ha propuesto en sus listas de elegibles, por lo
que no se consideran mandatarios de los ciudadanos.
Por lo tanto, cuanto antes, lo quieran o no los anacrónicos y mafiosos partidos que nos avasallan, tendremos que ir a un proceso constituyente instaurador de la verdadera democracia en España. Desde 1978 hasta hoy ha transcurrido mucho tiempo y los ciudadanos nos hemos convertido ya en mayores de edad políticamente. Ha llegado la hora de que los partidos comiencen a servir a los ciudadanos, olvidándose de los intereses egoístas y sectarios que hasta hoy les guían. Los partidos deben espabilarse y actualizarse, porque la sociedad civil, los ciudadanos, el pueblo, ya nos hemos espabilado y exigimos una nueva Ley Electoral para elegir directamente a nuestros representantes políticos en distritos unipersonales para que sirvan a los intereses generales, no a sus partidos.
Por lo tanto, cuanto antes, lo quieran o no los anacrónicos y mafiosos partidos que nos avasallan, tendremos que ir a un proceso constituyente instaurador de la verdadera democracia en España. Desde 1978 hasta hoy ha transcurrido mucho tiempo y los ciudadanos nos hemos convertido ya en mayores de edad políticamente. Ha llegado la hora de que los partidos comiencen a servir a los ciudadanos, olvidándose de los intereses egoístas y sectarios que hasta hoy les guían. Los partidos deben espabilarse y actualizarse, porque la sociedad civil, los ciudadanos, el pueblo, ya nos hemos espabilado y exigimos una nueva Ley Electoral para elegir directamente a nuestros representantes políticos en distritos unipersonales para que sirvan a los intereses generales, no a sus partidos.
JOAQUÍN JAVALOYS.
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