Translate

jueves, 23 de abril de 2020

NECESITAMOS UN MAPA

Aunque toque redibujar ciertos contornos a cada rato, tendría un valor enorme ante el desafío más inexplorado al que se ha enfrentado la humanidad en décadas

 

Cuando el mapa está sobre la mesa cada uno puede hacerse una idea de en qué punto nos encontramos. 

Cuando el mapa está sobre la mesa cada uno puede hacerse una idea de en qué punto nos encontramos

 

Antes de siquiera pensar en la clase de medidas que nos ayudarán a sortear los meses de pandemia que nos quedan por delante, tenemos que reflexionar sobre la clase de instrumentos que necesitamos para entenderlas, organizarlas de manera sistemática y presentárnoslas a nosotros mismos: el mundo no necesita un plan unidireccional, sino más bien un mapa.
Hay al menos dos fuentes de incertidumbre que impiden el diseño de un plan perfectamente cerrado y definido: primero, no sabemos a ciencia cierta cuál es el efecto real de cada medida sobre la tasa de contagio. Por razones obvias, no hemos tenido tiempo para experimentar si cerrar los colegios tiene más o menos efecto sobre el ritmo de contagio que exigir teletrabajo. Sin embargo, afortunadamente poco a poco vamos acumulando evidencia sistemática respecto a cada una. Además, las condiciones de la epidemia pueden variar con suma rapidez, muchas veces pasando desapercibidas hasta que es demasiado tarde. Pero sí podemos instalar indicadores tempranos de alerta, sobre todo si disponemos de suficientes pruebas diagnósticas y otros datos en tiempo real.
Así que no tenemos por qué caminar a ciegas. Los países que mejor están navegando esta pandemia hacen un uso intensivo de dichos indicadores, y sitúan las medidas en función de su avance en una especie de carrera de obstáculos con varios futuros posibles: si el virus nos pone en esta ruta, tendremos que transitarla pertrechados de estos instrumentos. No dibujan un único camino, sino un mapa donde se identifican riesgos posibles y qué hacer en cada caso. De esta manera, se acepta la incertidumbre pero no se renuncia a una guía para transitarla.
En este marco, es primordial ofrecer expectativas claras a la ciudadanía. Cuando el mapa está sobre la mesa, con rutas trazadas y medidas, cada uno puede tener una idea razonable de en qué punto nos encontramos, cuánto falta y qué será necesario para llegar hasta el final. Personas, familias, empresas, organizaciones, colectivos deberían poder evaluar riesgos y ajustar decisiones sin miedo a que haya un golpe de timón que les ponga en rumbo inesperado de un día para otro, como ha sucedido con demasiada frecuencia en las últimas semanas. Disponer de un mapa, así toque redibujar ciertos contornos a cada rato, tendría un valor enorme ante el desafío más inexplorado al que se ha enfrentado la humanidad en décadas. 

                                                                JORGE GALINDO  Vía EL PAÍS
                                                                @jorgegalindo

No hay comentarios:

Publicar un comentario