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domingo, 11 de octubre de 2015

LOS ACREEDORES IDEOLÓGICOS ENTRAN EN CAMPAÑA

La economía mundial se desacelera a marchas forzadas, basta echar una ojeada a las continuas revisiones a la baja de los principales organismos internacionales multilaterales. Los mercados financieros han empezado a mostrar las primeras señales de vulnerabilidad, preludio de lo que será un mercado secular bajista (hablamos de caídas que aproximarán el S&P 500 a niveles alrededor de 900-1000). En este contexto, ¿cuál es la vulnerabilidad de nuestra economía? Exactamentela misma que en 2008, si bien con algún matiz diferenciador: la deuda total y externa no solo no se ha reducido sino que ha aumentado. La situación se agrava cuando además parte de esos acreedores son ideológicos, es decir, tratan de mantener el “staus-quo” político vigente en la actualidad.
Los datos económicos globales de las últimas semanas nos aproximan a una de nuestras previsiones: la Segunda Fase de la Gran Recesión
Los datos económicos globales de las últimas semanas nos aproximan a una de nuestras previsiones: la Segunda Fase de la Gran Recesión. Se trata de un escenario no contemplado por el mercado, debido a que no incorpora dinámicas de deuda, dinero y mercados en sus análisis. Cronológicamente se distinguen dos fases o huidas hacia adelante que inexorablemente terminarán por acelerar la actual crisis sistémica. En la primera, se compensó el vaciamiento de la economía, los bajos salarios y el aumento del subempleo, a través del crédito y la deuda, que se convirtieron en la solución para estimular la demanda y la tasa de retorno del capital. Mientras duró, los beneficios empresariales se multiplicaron, a la vez que se deprimían los salarios. Una vez que el colateral que alimentaba esa deuda estalla, entramos en una recesión de balances privados iniciándose la actual crisis sistémica.
En la segunda fase o huida hacia adelante, en plena crisis sistémica, se subsidió, financió y rescató a terceros –bancos y acreedores- mediante una expansión de la deuda soberana, a la vez que se promocionaba la austeridad fiscal y la devaluación salarial en aras de la competitividad, aderezado todo con una política monetaria
tremendamente injusta. Sin embargo ello no se ha traducido ni se traducirá en nueva inversión productiva.
Montoro y los acreedores ideológicos
Los riesgos de nuestra economía se derivan de la propia dinámica de deudadesplegada en el período 2008-2015. Mientras que el stock de deuda total sigue en máximos históricos -405% del PIB-, la deuda externa alcanzó en el primer trimestre de 2015 un nuevo récord histórico, casi 1,2 billones de euros, un 111% del PIB. De ello apenas hablan PP, PSOE o Cs. La vulnerabilidad de unos pasivos tan elevados frente al exterior se pone de manifiesto al ver que cada año España tieneque captar entre 250.000 y 300.000 millones en el exterior para refinanciar su deuda. Si los mercados desconfían de nosotros, si aumenta la prima de riesgo más allá de 200 puntos básicos, simplemente estaremos en un grave aprieto.
Sin embargo, hete aquí que nuestro ministro de Hacienda, el inefable Cristóbal Montoro, le jugó una mala pasada el subconsciente. Señaló que si la izquierda gana las elecciones generales, la confianza de los acreedores se hundirá. Pero lo que en realidad quería decir es que existen acreedores ideológicos que compran nuestra deuda ya no tanto por los fundamentales sino por mantener el status quo político actual. En una fase de aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros, el volumen de deuda del Tesoro español en manos de extranjeros ha dejado de aumentar. Pero la banca española ya ha salido al paso y ha vuelto a invertir en deuda soberna patria. No se olviden que muchos de sus directivos y acreedores fueron rescatados por un gobierno que utilizó el dinero de los contribuyentes para sanear pérdidas privadas, disparando así el volumen de deuda pública. Además, entre los acreedores, figura la “superclase” patria y foránea. Ahora están devolviéndole el favor.
Sin ningún tipo de rubor, exigen y consiguen subsidios a sus corporaciones y conglomerados; logran que con deuda pública se rescaten sus desaguisados
Y no les quepa ninguna duda que estas "inversiones políticas" dan sus frutos, son muy rentables. Y quieren que la farándula continúe. Estos grupos gozan de impuestos más bajos,
tanto ellos como sus negocios. Sin ningún tipo de rubor, exigen y consiguen subsidios a sus corporaciones y conglomerados; logran que con deuda pública se rescaten sus desaguisados. Se legisla estableciendo reglamentos a su medida, y además no se aplican las leyes antimonopolio a aquellos grupos que impiden la libre competencia.
La superclase va a intenta conservar su poder. Pero para ello necesita consolidar su control sobre el sistema global de la deuda. Por eso para la ciudadanía es vital, por un lado, una profunda reconversión de un sistema financiero sobredimensionado, a costa de gerencia y acreedores. Pero por otro, debemos exigir además, como única reforma estructural real, en aras de nuestra libertad, una reestructuración de la deuda, mediante las correspondientes quitas. Si eso ocurriese, automáticamente la superclase se arruinaría y perdería el control del poder. Y es aquí donde deberíamos ser proactivos y presionar hasta que emerja con fuerza una nueva clase política que asuma estas medidas.

                                                                   JUAN LABORDA  Vía VOZ POPULI

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