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miércoles, 21 de octubre de 2015

UNA PRENSA PARA COTILLAS




"Sé cómo conseguir todo tipo de noticias y, si no hay ninguna, salgo a la calle y muerdo a un perro", aseveraba Chuck Tatum (Kirk Douglas) en El Gran Carnaval, al ofrecerse como reportero para un pequeño diario local. De esa película debió acordarse el ministro de asuntos exteriores, José Manuel García-Margallo, cuandouna periodista se saltó el off the record, publicando en portada sus confidencias. ¿Y cuál era el contenido de tan importantes declaraciones? ¿Había desvelado Margallo un delicado asunto de política internacional, trascendental para la seguridad nacional? ¿Un secreto tan crucial como para primar el interés informativo sobre las condiciones acordadas? De ningún modo. El off the record no se rompía para destapar un suceso profundo o relevante sino para contar una mera indiscreción, un chismorreo. La noticia de primera plana era que... Margallo consideraba a Cristóbal Montoro un ágrafo y un ignorante. El bombazo informativo consistía en que... un ministro insinuaba que su compañero de gabinete era un cretino y un majadero.
Desgraciadamente, esta anécdota no constituye un caso aislado. En las últimas décadas, la prensa española ha experimentado una marcada evolución, una fuerte deriva hacia el puro entretenimiento, el escándalo, el espectáculo, la diversión… en detrimento de la información seria, del análisis riguroso. Una tendencia a difuminar la frontera que separa la información relevante, fundamental, de las noticias de “interés humano". A elevar a titular destacado sucesos morbosos, esas piezas que antaño eran relegadas a la sección de chismes y cotilleos. 
La tendencia del periodismo hacia la degradación, hacia la mediocridad, ha sido denominadatabloidización de la prensa, una deriva que conduce a los medios a converger con los contenidos, métodos y formatos de los clásicos tabloides
La prensa actual es muy proclive a lanzar a primera plana cualquier necedad que salga de la boca de un político, un futbolista, un entrenador, un famoso, especialmente si las palabras pueden zaherir, ofender, ultrajar o descalificar a un contrario. Más todavía a un propio. Un lector serio y consciente valoraría como noticia destacada la opinión de Margallo sobre las relaciones internacionales o sus criterios sobre
la política exterior española, siempre que tenga algunos. Pero nunca sus filias o sus fobias, sus apreciaciones personales sobre otros miembros del gobierno. 
La tabloidización de la prensa seria
La observada tendencia del periodismo hacia la degradación, hacia la mediocridad, ha sido denominada tabloidización de la prensa, una deriva que conduce a los medios a converger con los contenidos, métodos y formatos de los clásicostabloides, esas publicaciones centradas en sucesos, crímenes, escándalos, deportes o famosos. Una corriente que lleva a la prensa seria a mimetizarse con el periodismo amarillo, la crónica del cotilleo, el corazón y las vísceras. A difundir los asuntos públicos con elevadas dosis de entretenimiento, de espectáculo, primando la vida privada, los detalles sensacionalistas, sobre los contenidos profundos. A crear productos para un público más adolescente que adulto.
Los medios prestan hoy más atención al perfil de los personajes que al análisis de las decisiones políticas o económicas. Concentran los focos en la espuma de la noticia, concediendo prioridad al chismorreo sobre el debate y el pensamiento;a las imágenes y contenidos de mal gusto sobre el análisis y el razonamiento. Se debilitan así los valores clásicos de la prensa: la preeminencia de los hechos relevantes, la sensatez, la observancia de elementales principios. Y se abraza un periodismo de casquería, con enorme menoscabo de la cultura general, el conocimiento, el lenguaje hablado y escrito. Y grave perjuicio para el funcionamiento del sistema democrático: el ciudadano necesita información relevante y fidedigna para poder votar con plena consciencia.
Algunos autores han identificado el intento de reducir costes, y buscar ingresos inmediatos, como una de las causas de la generalizada tabloidización. El dominio de los medios por gestores empresariales de estrechas miras, miopes, de corto entendimiento, centrados en cuadrar las cuentas del día a día, habría conducido a
un periodismo de saldo, más fácil, menos esforzado, pero muy eficaz y rápido para enganchar al gran público. Todo en detrimento del análisis profundo de la noticia, una labor que requiere tiempo, esfuerzo e implica un coste más elevado.
La obsesión de la prensa por proporcionar al público una versión informativa del menú con hamburguesa, fue bautizada por Bob Franklin, como un proceso deMcDonaldización, una tendencia hacia elMcPeriodismo
Malsanos vínculos entre prensa y poder político
La obsesión de la prensa por ofrecer un producto barato, rápido, eficiente, pero de baja calidad, de proporcionar al público una versión informativa de la comida rápida, del menú con hamburguesa, fue bautizada por Bob Franklin, como un proceso de McDonaldización, una tendencia hacia el McPeriodismo. Se ofrece así un producto de consumo masivo, para clientes poco exigentes, elaborado sin esmero, sazonado de sucesos irrelevantes, de dudoso paladar, que se engulle al instante. Una información trufada de filtraciones interesadas, de publirreportajes que simulan ser noticias o de titulares insustanciales que generan adicción. Una estrategia que eleva al Olimpo profesional a meros chismosos, mucho más interesados en el detalle morboso, la frase comprometida, llamativa o ingeniosa, que en el fondo de la argumentación. Y que relega, margina a los periodistas clásicos, serios, formales, siempre dispuestos a buscar las implicaciones últimas de los hechos.
Pero también han contribuido a la palpable degradación de la prensa los malsanos vínculos que el periodismo ha venido mantenido con el poder político, unas relaciones basadas en el intercambio de favores, la corrupción, la utilización de la información como moneda de cambio para obtener ventajas, prebendas, subvenciones e, incluso, sobres. "Yo escribo bien de ti y tú me suministras soplos,
confidencias". La cercana complicidad con los políticos, rayana en el compadreo, indujo a algunos periodistas a sentirse parte de los elegidos, del sancta sanctorum, de esa élite al corriente de cuanto ignora el común de los mortales. A creer a pies juntillas la veracidad de los "secretos" desvelados en privado, en reservados, con buenas bebidas, en exclusiva... tan sólo por ser buen amigo. Les llevó a difundir rumores interesados o a denominar "periodismo de investigación" a la publicación de determinados dossiers filtrados desde el poder. Unas prácticas que, ante la ausencia de espíritu crítico, relegaron a parte de la prensa a un papel de correveidile, de mero recadero entre los privilegiados, ricos y poderosos que se hallaban en la pomada.
España precisa una prensa seria, responsable, independiente, imbuida de sentido de ética y responsabilidad, que respete a sus lectores y se deba a ellos, no al poder político o a los grandes anunciantes. Que, sin olvidar la necesaria rentabilidad a largo plazo, se esfuerce por ganar credibilidad, objetividad, que huya de prejuicios, miedos e intereses mezquinos. Que rebase lo superficial, lo anecdótico, el constante chismorreo. Que proporcione información fidedigna pero también análisis profundos, debates, nuevas ideas, renovadas interpretaciones que permitan ganar el futuro. Que ejerza como vigilante del poder, como contrapoder, denunciando la injusticia, la corrupción. En definitiva, necesitamos una prensa comprometida con el horizonte de la regeneración política.

                                                                   JUAN M. BLANCO    Vía VOZ POPULI

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