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martes, 29 de diciembre de 2015

GIRO A LA IZQUIERDA (ROTA POR LOS PERSONALISMOS)

Las elecciones del 20-D han dejado un giro claro del país a la izquierda. La suma de partidos de derecha ha perdido 784.799 votos frente a la suma de los grupos de izquierda que reúnen 2.898.803 sufragios más que en 2011. En escaños, el trasvase ha sido casi de uno a uno: entre 37 y 39 escaños han cambiado de signo político en el Parlamento de la nueva legislatura. El saldo es que las formaciones progresistas aventajan a las conservadoras en 866.466 papeletas. Sin embargo, la izquierda está volviendo a demostrar su incapacidad para entenderse, envuelta en guerras internas y ansias de poder que amenazan con cortocircuitar el cambio que tanto ha propugnado en campaña electoral. 
El 20D deja una subida de 2,8 millones de votos a la izquierda
El análisis desde el ángulo derecho del espectro político deja una sangría tal del Partido Popular que supera los 3,6 millones de votos. El calibre de su debacle ni siquiera permite a Rajoy sostener un gobierno estable sumando los 3,5 millones de votos de Ciudadanos. El PP ha sangrado en tres direcciones: la derecha, con Ciudadanos, la izquierda, donde sorprendentemente algunos de sus votos han ido al PSOE y la abstención. Pero para el Partido Popular lo peor no es su escaso apoyo en la calle sino su falta de respaldo en la cámara:el PP no puede contar con el sostén de los 8 escaños de Democràcia i Llibertat (la antigua CiU de Artur Mas) con la que el proceso soberanista ha hecho imposible el diálogo. Tampoco puede contar con una Coalición Canaria que, aunque ha sido su aliada en el pasado, mantiene un pacto de Gobierno con el PSOE que hace difícilmente factible su alianza con los populares. Así pues, tras una legislatura en la que los populares han gobernado por decreto y sin diálogo, sus 123 escaños sumados a los 42 de Ciudadanos y a los 7 de PNV y Foro Asturias dejan a Rajoy fuera del Palacio de la Moncloa.
Pero la mayoría de izquierdas está empezando a demostrar que tampoco es capaz de dialogar ni de gobernar porque es incapaz de gobernarse. Ni el viraje del voto, ni la ventaja de más de 866.000 sufragios, ni los 37 escaños adicionales sirven para articular un gobierno de izquierda en el que hay ocho partidos y hasta 11 grupos parlamentarios. El cortoplacismo y el personalismo está pudiendo a quienes hasta ahora han pronunciado el discurso del cambio.
  • DENTRO DEL PSOE, las ansias de poder de Susana Díaz están impidiendo incluso explorar la vía de una alianza de izquierda y llevando a barones como Ximo Puig o García Page a incurrir en la contradicción de prohibir el diálogo con Podemos desde regiones donde se gobierna gracias al apoyo de la formación morada. Baste como recuerdo que en la Comunitat Valenciana, Compromís –ahora Podemos-Compromís—ostenta la vicepresidencia del Consell y que en Castilla-La Mancha los dos diputados de Podemos permitieron a Page imponerse frente a Cospedal. Lo mismo ocurre enExtremadura –donde Fernández-Vara sumó 6 votos de Podemos a los 30 del PSOE frente a la abstención de los 28 votos de PP y uno más de Ciudadanos—o en Asturias –donde Javier Fernández firmó con IU un acuerdo de legislatura con 19 escaños ante los que los 9 diputados de Podemos se abstuvieron, en una cámara con 45 miembros-. Sin embargo, la guerra de personalismos en el PSOE hace que lo que es común fuera de Madrid sea implanteable desde Ferraz.
  • FUERA DEL PSOE, PODEMOS también parece haber apostado por repetir las elecciones. Podemos plantea condiciones que hacen imposible el entendimiento y que parecen apuntalar la idea de Pablo Iglesias de que sólo le había “faltado una semana y un debate más” para convertirse en presidente. Si la nueva política era la del diálogo y la concordia, Podemos acaba de convertirse en vieja política antes incluso de recoger el acta de diputado, anteponiendo la urgencia del referéndum en Cataluña a la de la emergencia social y a las medidas que pudieran paliarla.
El personalismo de la izquierda y sus ansias de mando están impidiendo el cambio que han predicado
El resultado particular a ese lado del espectro político es el de una mayoría de izquierdas incapaz de convertirse en mayoría parlamentaria y de articular el cambio que dictaron las urnas.
El resultado general en el Parlamento es el de una clase política incapaz de acatar el mandato que la ciudadanía le acaba de dar. La orden de los españoles fue clara: se pedía diálogo y entendimiento para poner fin a una legislatura de mayoría absoluta y de absolutos abusos del poder legislativo. Pero los responsables políticos parecen estar más preocupados en sus posiciones personales que en acatar ese mandato de las urnas, en las políticas de partido que en las de Estado.
Si nada cambia, estos líderes políticos movidos por sus intereses particulares serán los que, dentro de unos meses, convoquen al interés general y apelen desde su sentido de partido a nuestro sentido de Estado en otra cita con las urnas.
                                                               
                                                                             JAVIER RUIZ   Vía VOZ POPULI













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