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jueves, 17 de diciembre de 2015

INDECISOS Y ABSTENCIONISTAS SON LA CLAVE

Si las encuestas en España tienen escasa fiabilidad, las que se han publicando estos días las convierten, en la práctica, en un tiro al aire, dado el enorme e insólito volumen de indecisos que arrojan, entre el 20 y el 30 por ciento, y la nula prospectiva sobre la bolsa del abstencionismo tradicional, que no suele bajar del 30/35 por ciento. Por tanto, la primera pregunta que cabe hacerse en estas vísperas electorales es a qué se debe la existencia de tal montaña de indecisos junto a una abstención significativa, y la respuesta que se me ocurre es que la hondura del descrédito de la política se ha convertido en un elemento estructural, que afecta negativamente a los partidos veteranos y que constriñe las posibilidades de los nuevos en la medida en que estos parecen incapaces de superar a aquellos con sus propuestas para el futuro. Por eso la tentación tradicional a guarecerse en lo malo conocido o en el abstencionismo penden como una espada de Damocles sobre los resultados electorales del 20D, más inciertos que nunca, aunque puede aventurarse la importancia en ellos de lo que obtenga el binomio PP-Podemos.
Ciudadanos parece gozar de buena imagen, pero parece que no ha conseguido trasladar esa percepción al conjunto del centro derecha
El PP podría obtener una victoria mayor de la esperada
Se da por sentado que el PP volverá a ganar, aunque bastante mermado respecto de su situación actual. Podría ser, pero, desde mi punto de vista, la bolsa de indecisos está integrada mayoritariamente por electores de ese partido que, aunque disconformes con su ejecutoria, no tienen claro si cruzar el Rubicón hacia otra orilla que, normalmente sería la de Ciudadanos. Este grupo político parece gozar de buena imagen, al menos en los medios de comunicación, pero parece que no ha conseguido trasladar esa percepción al conjunto del centro derecha, sobre todo a los segmentos de población madura y de la España rural, lo que explica su contención porcentual en las encuestas y alimenta la hipótesis de que los movimientos de la bolsa de indecisos serán determinantes para ellos. Téngase en cuenta que el voto tradicional del centro derecha raramente supera el 40% y, de momento, el PP goza de la fidelidad expresada del 60% de ese electorado, de forma que el objetivo de arrinconarlo a los predios de la antigua Alianza Popular no parece creíble a estas alturas.
No dudo de que entre los indecisos habrá votantes socialistas pero, a diferencia del PP, no en número suficiente para contener con su voto la hemorragia que viene sufriendo éste partido desde hace años y que empezó antes de que existieran los Podemos y las llamadas mareas de indignados. Por eso pienso que en el mar de la incertidumbre electoral la única certeza apunta a que la crisis del socialismo español se ahondará en la medida en que éste no realice su autocrítica, que no se agota en dar paso a la juventud como ha hecho nombrando a Pedro Sánchez. Se requiere algo más, como romper amarras con su ejecutoria en la política española de la última década y revisar el seguidismo incondicional con las políticas de la Unión Monetaria, causa principal de que la socialdemocracia europea se encuentre bajo mínimos. De ahí que, en las condiciones actuales, resulte difícil capitanear la renovación de España sin haber realizado la propia.
El PP podría alzarse con una victoria mayor de la prevista por el efecto de lo malo conocido, y Podemos, justo por lo contrario
La movilización de los abstencionistas beneficiaría a Podemos
Los abstencionistas son el otro polo ignoto de estas elecciones hasta el punto de que, si se animan a votar los que no votan habitualmente, puede haber sorpresas en el campo de la izquierda nacional. Sin duda, los mayores beneficiarios serían los de Podemos y sus acompañantes regionales, sin descartar algún beneficio para los de Ciudadanos. La cuestión es si ambos grupos estimularán la pulsión del cambio y de la participación de los segmentos sociales asentados en la marginalidad política o en la exclusión social. Su movilización electoral suele ser excepcional pero, cuando se produce, inclina la balanza del poder para bien o para mal. Un repaso a la historia electoral de nuestro último siglo lo acredita así.
Como la especulación electoral es libre, empezando por el propio contenido de las encuestas, no digamos si estas se basan en llamadas telefónicas, desde este breve comentario se puede especular sobre qué grupos tienen mayores bazas ante el movimiento afirmativo de los indecisos o el paso al frente de los abstencionistas. En mi opinión serían el Partido Popular, que podría alzarse con una victoria mayor de la prevista por el efecto de lo malo conocido, y Podemos, justo por lo contrario. Que ocurra lo mejor el 20D.

                                                                      MANUEL MUELA   Vía VOZ POPULI

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