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viernes, 25 de diciembre de 2015

IMPOSIBLE LA HAIS DEJADO PARA VOS Y PARA MI

Estas palabras de Don Luis dirigidas a Don Juan (Don Juan Tenorio IV, 6) pueden ser un buen resumen del reciente resultado electoral. Aunque sea verdad que los políticos tienen la misión de hacer posible lo que efectivamente lo es, el veredicto popular del pasado domingo deja muy poco margen a la imaginación y se puede convertir a toda prisa en una disculpa para eliminar la política, para buscar un arreglo que seguramente tendría muy poco que ver con la voluntad expresada por los electores.
Lo que ha ocurrido en España es, más bien, la consecuencia de un clima de confusión llevado al extremo en el que nadie es quien dice ser
Las raíces de un empate
Los sistemas electorales sirven no sólo para representar la voluntad, sino para encontrar fórmulas de Gobierno que sean viables. El nuestro había cumplido razonablemente bien con esa función en las anteriores legislaturas,pero nos ha situado ante una ecuación paradójica cuando la situación política se ha enrarecido lo suficiente, de modo que será útil preguntarse por las razones del caso. Es un error echarle las culpas al conteo o al pobre señor d’Hondt porque lo que ha ocurrido en España es, más bien, la consecuencia de un clima de confusión llevado al extremo en el que nadie es quien dice ser, ni es tampoco lo que sus adversarios le atribuyen. Por eso la política se ha entregado al lenguaje sentimental y a la metáfora biologicista, a las ensoñaciones de lo nuevo frente a lo viejo, a las confusas metáforas de la regeneración, como si todo pudiese depender de un esquivo azar evolutivo milagrosamente favorable en lugar de depender de nuestras decisiones, de la acción política a la que se ha renunciado en manos de la gestión, por parte del moribundo PP marianil, y en medio de pueriles fantasías e indefiniciones de unos y otros. Así, nuestra democracia amenaza convertirse en un torpe y confuso serial de buenos y malos, o en un negocio de casta al margen de las decisiones del electorado.
La política del lío
Como si nuestras desgracias fueran pequeñas y en medio de la confusión más nítida se nos apareció Rajoy bailando en su balcón. Se ve que no sólo hace footing sino claqué. Claro es que no sólo él se alegraba de los resultados, porque otros que habían perdido hasta la camisa también sonreían con aire triunfal, y los que se consideraban dueños del éxito mayor se carcajeaban sin sospechar siquiera hasta qué punto eran meramente el resultado de un problema mal resuelto, y peor planteado, sin relación apenas concebible con cualquier solución, se entiende que razonable. Lo único que parecía no haberse roto en esa noche era la recia tradición de afirmar el éxito contra toda evidencia en unas elecciones que todos hemos perdido.
Un lío más, y esta vez bien grande. Ver la política como un lío ha sido una de las mayores aportaciones de Rajoy al asunto, y es muy comprensible que nuestro presidente tienda a librarse del follón siempre que pueda, normalmente con el Marca. Pero la democracia, como sistema de destitución pacífica del Gobierno cuando lo hace mal, no puede ser ningún lío, sino una manera de aclararlos y de resolverlos por vía analítica y dialogada, claro que eso exige un propósito rotundamente distinto al de sobrevivir al lío en la poltrona y una claridad exigente en las palabras, algo del todo incompatible con el deseo de evitar las olas para que la embarcación permanezca a flote, aunque no vaya a ninguna parte.
Tratando de evitar los líos, Rajoy ha hecho que el centro derecha se desvanezca y se convierta en una suerte de espectro capaz de simular cualquier cosa
Una falsa división
Tratando de evitar los líos, Rajoy ha hecho que el centro derecha se desvanezca y se convierta en una suerte de espectro capaz de simular cualquier cosa, aparte de asustar a los niños. Convertido en una suerte de Zelig, el personaje de Woody Allen que tiene la capacidad camaleónica de cambiar su apariencia adaptándose al medio en el que se desenvuelve, ha presidido un Gobierno que ha subido los impuestos más que nadie, que no ha gastado menos que ninguno, que ha promovido los derechos sociales como si le fuera la vida en el empeño, que ha sido más autonomista que cualquiera, y pretende seguir presidiendo un partido capaz de perseguir con saña a los polis malos del caso Faisán para olvidarse rápidamente del proceso y poner en la calle de inmediato a los etarras buenos de la doctrina Parot, y así con lo que haga falta. A esa derecha disfrazada de izquierda le corresponde y le conviene, lógicamente, una izquierda bolivariana que ponga en aprietos a la izquierda de siempre, incapaz también, por su parte, de saber si toma criada o se pone a servir. El resultado de este descoloque es el que se ha cosechado el 20 de diciembre, una especie de diálogo para besugos que Rajoy quiere interpretar como un refrendo de su gestión, basándose en que sólo ha perdido seis decenas de diputados y cuatro millones de votos, lo que haría dimitir de inmediato a cualquier político responsable y decente, pero con la disculpa de que no va a cederle el puesto a otro que casi ha perdido tanto como él, aunque con el agravante de no haber gobernado. 
Bailando con bobos
La incontenible alegría de Rajoy se desbordó en el balcón de Génova ante el entusiasmo escasamente indescriptible de sus edecanes. Su mejor esperanza está en el apoyo de los votos de Rivera que cabe suponer se han obtenido básicamente de españoles deseosos de despedir al presidente con cajas no muy templadas. Pero los números, en esta ocasión, no son tan bizcochables como los de las cuentas públicas, cifras disimulonas y omnipresentes que hacen que la gente nunca sepa bien bien si crecen o decrecen, son números testarudos que no permiten alumbrar más que soluciones atrabiliarias, de forma que Rajoy nos ha enfrentado a unas semanas en las que los españoles van a asistir, quieran o no, a una especie de juego del gallina, a ver quién se tira más tarde del coche dirigido al abismo de unas nuevas elecciones al tiempo que divagan imaginándose capaces de cuadrar el círculo imposible.
Mis miedos, tus errores
Hay miedo a que los españoles puedan decidir por segunda vez, y ese miedo va por barrios, pero nada garantiza que esté bien fundado porque nuestra experiencia en segundas vueltas es nula y el Sol podría salir por Antequera. Rajoy e Iglesias, el dúo dinámico de estas elecciones, imaginan un futuro mejor, pero, a medida que el tiempo pase y algunos reflexionen, se verá que Rajoy no puede garantizar nada y que el cambio en el PP, y no de Guatemala a Guatapeor sino de una forma seria, rápida y contundente, será la mejor garantía de que los españoles puedan decidir con claridad lo que prefieren. Ford, el de los coches, decía que los clientes podían elegir cualquier color en sus autos, con tal que fuese negro, y sería hora de que los españoles dejen de tener que limitarse a elegir cualquier partido con tal de que sea socialdemócrata, timorato, hipócrita y disimuladamente mafioso.
Rajoy ha desbaratado la mejor oportunidad que nunca ha tenido el centro derecha de hacer una política distinta y a la búsqueda de un gran país
Debiera estar próxima la hora en que muchos ciudadanos comprendan que no se puede arreglar nada esperando que las soluciones traumáticas se apliquen a los demás, exigiendo que nuestros derechos los pague todo el mundo menos nosotros, pero hasta ahora todos los partidos han preferido mantener este lenguaje onírico de los derechos olvidándose de la libertad, la responsabilidad y las cuentas claras. Rajoy no va a hacer nada para que eso cambie y el PP, lo que de él pueda quedar, sabe que su resultado hubiera podido ser muy otro sin Rajoy, si no hubiera elegido el trauma sin cambio por no atreverse al trauma que los cambios necesarios pudieran haber traído. Rajoy ha desbaratado la mejor oportunidad que nunca ha tenido el centro derecha de hacer una política distinta y a la búsqueda de un gran país, pero como no se ha atrevido a hacer lo que debiera haber hecho, ha de esperar agazapado al miedo que inspiren los demás, esos que tienen que prometer barbaridades porque el PP de Rajoy les ha dejado sin programa.
Rivera y Sánchez se temen lo peor, aunque seguramente Podemos habrá tocado techo (¿se imaginan que algún votante de Podemos se haya quedado en casa o votado a otros por error?), pero nunca se sabe en este reino en que todos los gatos son pardos para que nadie les repute falta de limpieza de sangre, democrática por supuesto, de manera que lo mejor que podría pasarnos es que tengamos que ir a otras elecciones con otras ofertas algo más diferenciadas: el miedo que eso produce es justamente ese al que no hay que temer.

                                                       J. L. GONZÁLEZ QUIRÓS   Vía VOZ POPULI

2 comentarios:

  1. Rajoy, ese presidente del gobierno que ha dado la imagen de honesto en esta campaña, cuyo golpe que recibió en su rostro, paró un poco el golpe recibido en las urnas. Yo respeto a mi presidente del gobierno, me gustaría saber si mi presidente respeta a su patria.
    Rajoy, ese presidente que a toda pregunta responde "si, pero no, quizás mañana", ni dio la talla cuando era jefe de la oposición, y tampoco ha dado la talla cuando ha sido presidente del gobierno. Cabe recordar que Mariano Rajoy Brey, perdió las elecciones generales del 2008 siendo su adversario el peor presidente de la historia de este último periodo de democracia. Cabe recordar que Mariano Rajoy Brey, perdió una cara a cara con el peor presidente del gobierno llamado José Luis Rodríguez Zapatero.
    El presidente del gobierno en funciones, no hace lo que debe, que no es otra cosa que poner su cargo a disposición de su partido, y que los relevantes de tan magna casa tomen la decisión que deben tomar, la cuestión es que ni el Sr. Rajoy hace lo que debe, y mérito de sus barones que tampoco están en sintonía con la necesidad que demanda España en estos días.
    Este es el PP, al que muchos votan con la nariz tapada ¿Tenemos alguna culpa los españoles? ¿Sabemos votar los españoles? ¿Los españoles tenemos conciencia de democracia?
    Es fácil echar la culpa a los políticos que la tienen, pero es tiempo de hacer balance y hacer un examen de conciencia de lo que hemos votado en estos últimos cuarenta años.
    La izquierda se moviliza con las mentiras, y el centro derecha se paraliza sin saben defender la verdad, y en consecuencia unos nos roban la identidad, otros pasivos viendo como se ejecuta el surto, y a la vez todo se convierte en un mero negocio, para que unos y otros nos surten nuestras carteras.
    No estamos inversos en una segunda transición, estamos pagando las consecuencias de una clase política que muy bien relato Berlanga en su película "La escopeta nacional".
    A costa de la desesperación y la zozobra de muchos, otros desean heredar este reino de corrupción y de taifas, me refiero a los podemitas y toda su corte maliciosa.
    Hoy tocaba opinar sobre Mariano Rajoy Brey, pero no puedo cerrar este comentario, sin referirme al bello Otero (don Pedro Sánchez Castejón) heredero y aspirante a ejecutar la política depredadora de José Luís Rodríguez Zapatero. Esperemos que los barones del PSOE en estos tiempos tan relevantes e importantes, vean las barbas de sus vecinos, y tomen nota para que gestionen bien y expulsen a su secretario general. Personajes como este, solo sirven para bloquear más la situación en la que nos vemos inmersos.
    No debemos resetear el sistema con la tecla "PODEMOS", porque el sistema no reiniciaría. El sistema quedaría con todos sus sectores y directorios inservibles y corruptos, y sin solución para tal avería.
    No sé si la solución es una segunda vuelta, creo que no, pues esta situación solo aporta incertidumbre en los mercados y en la inversión extranjera. España pide a gritos un pacto de Estado y un gobierno de concentración de los partidos que juegan ese papel de partidos responsables del sistema, que sabemos que no lo son, pero que ya va siendo hora de que aprendan a tener capacidad y sentido de Estado.
    Un saludo,
    Rafael Cueto Narros

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  2. Totalmente de acuerdo contigo, Rafael, pero me temo que sufriremos una segunda vuelta de las elecciones generales con resultados similares a los del 20-D, pues los políticos son demasiado egoistas y solo piensan en su propio bienestar o en de sus partidos.
    Saludos cordiales.

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