Ambos líderes ganan tiempo y se abocan a hablar a contrarreloj. Pero influyen también las líneas rojas, la desconfianza mutua, las dificultades internas y la culpa de quién manda a España a elecciones
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se saludan ante las cámaras minutos antes de su reunión en el Congreso el pasado 5 de febrero. (EFE)
Es una semana más en el calendario.
Otra semana que cae sin que se alumbre ningún pacto que permita la investidura.
Ahora el nuevo plazo, la nueva barrera psicológica en el endiablado tapiz de
las negociaciones, es el miércoles 30 de marzo.
Ese día Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
se verán otra vez las caras. Casi dos meses después de su anterior reunión, el pasado 5 de
febrero, a los tres días de que el líder socialista recibiera el
encargo del Rey de intentar formar Gobierno. Entonces, como ahora, la
aritmética era complicadísima, y entonces como ahora la relación entre
PSOE y Podemos era tensa y con muchos obstáculos, pese a la proclamada voluntad
de diálogo de las dos partes.
Fue este martes, cerca de las nueve
de la noche, cuando los equipos de los dos partidos confirmaron lo
que ya se barruntaba: que no habría reunión en persona de ambos secretarios generales.
Esa entrevista programada para
antes de Semana Santa se sustituía por una charla telefónica. La que seprodujo este miércoles,
de unos 30 minutos, en la que ambos manifestaron su "plena
voluntad" de negociar, aunque sin apearse de sus posiciones de
partida. Concederse el oxígeno de una semana más permite a los dos ganar
tiempo y acercarse más a la fecha límite, la que marca la disolución
automática de las Cortes. Pero para entonces cada paso será menos reversible.
Esta clave, la de los plazos, permite explicar el tira y afloja de la reunión
de Sánchez e Iglesias, pero hay más razones.
01. Los tiempos
Cuando Sánchez e Iglesias despachen cara a cara
por segunda vez, habrán pasado 101 días desde las generales del
20-D. Pero en ellos pesará más otro marcador temporal: los 33 días que falten por recorrer
hasta el 2 de mayo, cuando
el Parlamento se disuelva y se convoquen elecciones para el 26 de junio.
Pero esa cifra, 33 días, es algo engañosa,
porque los partidos no podrán apurar tanto los plazos como ocurrió en Cataluña,
donde Junts pel Sí y la CUP alcanzaron un acuerdo -sacrificio de Artur Mas
mediante- poco más de 24 horas antes de que se consumiera el tiempo y se
disolviera el Parlament. Para elegir al jefe del Ejecutivo central, las
distintas fuerzas harán saber a través de Patxi López al
rey Felipe VI que hay un consenso suficiente que permita que la
investidura prospere. El monarca podría hacer una nueva ronda de consultas
para proponer candidato. El presidente del Congreso convocará entonces
pleno y el aspirante -Sánchez, en este caso- necesitará mayoría absoluta en
primera votación o mayoría simple en segunda vuelta -48 horas después de la
primera- para conquistar La Moncloa. En resumidas cuentas, que todo debería quedar visto para sentencia hacia el
23-24 de abril.
"Según
van pasando los días, lo esperable es que las posiciones se vayan
relajando", calculan en el PSOE. Aunque su posición, y la de Podemos, no
se mueve
El
30 de marzo, por tanto, cuando Sánchez e Iglesias se sienten de nuevo frente a
frente, tendrán por delante 20 días para amarrar una
alianza. Más o menos el mismo que empleó el líder socialista
para trabar su
entente con Albert Rivera.
La
dirección del PSOE confía en que la presión del tiempo sea su mejor socia.
"Según van pasando los días, lo esperable es que las posiciones se vayan relajando",
deslizan desde el entorno de Sánchez. Dicho de otra forma, que el hecho de que en el horizonte aparezca como
más cierta la repetición de las generales al finl ayudará a empujar a favor del
pacto. Pero eso es mucho decir porque las dos partes proclaman que sus
posiciones de partida son inamovibles.
Miembros
del equipo negociador socialista habían
recomendado a Sánchez aplazar el diálogo. No atarse a la promesa
de charlar antes de Semana Santa. Entendían que si esa nueva cumbre se saldaba
con un fracaso habría herido
de muerte las negociaciones entre las dos formaciones. El cauce
quedaría cegado. Una semana más daría margen a los dos partidos a replantear
sus estrategias. El PSOE espera que poco a poco Iglesias ceda en sus
pretensiones, y para ello podría ofrecerle un diálogo bilateral, sin C's. Igual
que Podemos confía en que los socialistas transijan.
02. Las condiciones
Los movimientos, sin embargo, parecen difíciles. Al menos, a día
de hoy. Porque en el breve
comunicado que
lanzaron los dos equipos, se subrayaba la principal diferencia y lo que hace imposible a día de hoy un
pacto.
Sánchez entiende que el acuerdo con Ciudadanos contiene buena
parte de las demandas de la formación morada, y subraya que no hay nada en él
que pueda ser rechazado de pleno por ella. El líder socialista se encargó de
reiterarle a su interlocutor que la alianza con Rivera
"está vigente" y "abierta a otros partidos". Es
el mensaje que más está remachando en los últimos días. No es gratuita esa
advertencia. Primero, para tranquilizar a
su socio, para asegurarse ese suelo que tanto reivindica, el de
130 escaños -los 90 del PSOE, los 40 de C's-, o 131 si se cuenta a Coalición
Canaria. Sánchez no quiere que Rivera piense que le puede poner los cuernos
(políticos) con Iglesias. Ello explica la entrevista que ambos mantuvieron hace una semana, justo cuando se
anunció que habría una entrevista bilateral con el jefe de Podemos y otra de
las comisiones negociadoras de PSOE e IU, en ambos casos sin la presencia de
los naranjas. El presidente del partido centrista ya ha ido dejando claro que
el pacto sigue adelante y que cualquier cambio en él debería hacerse por "consentimiento"
de ambos.
El PSOE advierte de que no dará "ningún paso atrás" en
el pacto con Rivera, mientras que Iglesias le pide que renuncie a ese acuerdo
para virar a la izquierda
En el entorno de Sánchez insistían este miércoles que no hay estrategias bajo el
mantel. Que el acuerdo con C's es "firme, sólido",
una "base sobre la que trabajar" y que se puede "ampliar"
al consenso con otras formaciones. "Perono se dará ningún paso atrás en
esa alianza con Rivera, ninguno", advertían.
Precisamente ese consenso con C's es lo que Podemos considera
incompatible. Iglesias le manifestó en su charla que sigue
empujando hacia un Gobierno a la valenciana. Esto es, un
Ejecutivo de coalición de las izquierdas. Iglesias ya ha puesto como condición
entrar en ese Gabinete y ocupar la Vicepresidencia, en un sistema de 'checks and balances',
de pesos y contrapesos, para garantizar que las políticas pactadas se cumplen y
que las dos grandes fuerzas se miran "de igual a igual". Podemos
entiende que el pacto con C's es un "paso atrás" para el PSOE y que
además ya fracasó en el Congreso. Iglesias quiere que Sánchez vuelva a su
programa del 20-D y, en todo caso, utilice su "buena relación" con
Rivera para pedirle que se abstenga y no bloquee el "Gobierno del
cambio". La otra alternativa que manejan los morados es que ERC y
Democràcia i Llibertat faciliten la
elección, aunque estas ponen por delante el referéndum de
autodeterminación en Cataluña.
Sánchez sólo contempla una aritmética: el sí de Ciudadanos y la abstención de Podemos.
Bajo ningún concepto quiere hacer "descansar la
gobernabilidad" en fuerzas independentistas. Sus cuentas
son estas: amarrar 143 votos a favor de su
elección (90 del
PSOE y de Nueva Canarias, 40 de Ciudadanos, 6 del PNV, 4 de Compromís, 2 de
IU-Unidad Popular y 1 de Coalición Canaria), que vencerían en segunda vuelta a
142 noes (123 del PP, más 17 de ERC y DiL y 2 de Bildu) gracias a la abstención
de los 65 diputados morados. Sánchez está abierto, dice, a un Gobierno "transversal",
de coalición, con independientes, porque los números no le dan al PSOE para
armar un Ejecutivo monocolor, pero no ha ofrecido con rotundidad una
Vicepresidencia todopoderosa -como la que pide Iglesias- al líder de Podemos. Abre la
puerta, pero no entra al detalle. Ha venido insistiendo en que
primero van las políticas, y luego los sillones.
Los socialistas ponen en valor el tono de la charla con Iglesias y
el grado de coincidencias; el jefe de Podemos se dice "contento" por
rescatar el diálogo
Si en una semana PSOE y Podemos no rebajan sus pretensiones, no
habrá posibilidad alguna de acuerdo. En principio, Sánchez no acudirá a la cita con un
nuevo documento con propuestas. En su partido defienden que ya
extractaron, del pacto con C's, 140 medidas
que la formación morada puede compartir. Iglesias, por su parte,
ya venía preparando la entrevista bilateral con sus colaboradores en los
últimos días.
03. La desconfianza mutua
Salta a la vista que no hay química suficiente entre
Sánchez e Iglesias o,
en todo caso, que está a años luz de la que existe entre el líder socialista y
el presidente de C's. Sánchez ha resaltado en las últimas semanas que encontró
una fácil sintonía con quien estaba más distanciado ideológicamente. A los
socialistas también les irrita la puesta en escena de Iglesias o
sus insultos a la historia del partido o a uno de sus tótems, Felipe González.
Muchos cuadros sienten que Podemos no quiere pactar, sino "destruir"
al PSOE, y por eso busca la repetición de elecciones, para cobrarse su víctima
en el segundo asalto.
Iglesias, por su parte, ha combinado palo y zanahoria. El golpe
frío y contundente contra Sánchez y el intento de caricia -"Fluye el amor
en la política española. Pedro, sólo
quedamos tú y yo"- y se ha hartado de decir que únicamente
hay dos carriles de coalición: o el Gobierno de gran coalición (PSOE, PP y Ciudadanos) o el Ejecutivo
de izquierdas.
En el entorno del líder socialista, no obstante, ponían en valor
el "tono muy
cordial" de la conversación de este miércoles. E incidían
en las coincidencias:
la voluntad manifestada por ambos de "abrir un nuevo tiempo marcado por el
diálogo", la necesidad de poner "fin" al
Ejecutivo de Rajoy y formar Gobierno de forma "urgente" o el
diagnóstico compartido sobre cuestiones nucleares como la amenaza yihadista, la
crisis humanitaria de los refugiados o la huida del presidente en funciones del
control parlamentario. "Eso demuestra que cuando hablamos de política encontramos puntos en común,
y en el Congreso estamos votando muchas cosas las fuerzas del cambio
juntas", indican. El último ejemplo es la firma del escrito para que el pleno del Congreso lleve al
Tribunal Constitucional el
conflicto de competencias contra el Gobierno en funciones. Por su parte,
Iglesias reconocía en
Twitter su satisfacción
por haber recuperado el hilo de diálogo con Sánchez.
04. La cuestión interna
En ambos partidos se cruza, como un elemento de mucho peso, la disputa interna.
Sánchez tiene un congreso ya convocado para mayo -si el comité federal no lo
retrasa- en el que pretende revalidar su liderazgo, pero sabe que tiene una
amenaza muy cierta en el horizonte: la posible candidatura de Susana Díaz, cada
vez más cerca. El secretario general, no obstante, disfruta de unas últimas semanas de
apaciguamiento interno. Pero el pulso sigue. Soterrado, pero
sigue.
Iglesias, por su parte, tiene abierta aún la herida con su
número dos, Íñigo Errejón,
a raíz de la fulminante destitución del secretario de Organización,Sergio Pascual.
Errejón aún no ha roto su silencio. El líder ha cubierto la vacante con un
dirigente de consenso entre los diversos sectores, y muy apreciado por las
bases: el aragonés Pablo
Echenique.
PSOE y Podemos tienen vivos sus conflictos internos: Sánchez, por
la tensión con los barones y la amenaza de Díaz; Iglesias, por sus diferencias
con Errejón
La cúpula socialista interpretó el cese de Pascual como un golpe de mano de Iglesias para fortalecer su poder.
Con ello, deducía, había ganado el sector más duro, menos proclive al pacto. Y
sigue pensando lo mismo, que la negociación está más cuesta
arriba. Iglesias y los suyos atribuyen esa lectura a una "construcción"
del estado mayor del PSOE que no se corresponde a la realidad. El propio
Iglesias defendía este miércoles, en una entrevista
en 'Ctxt', que el programa con C's es "impracticable"
y que "nadie" en Podemos ha planteado apoyar la alianza de Sánchez
con Rivera.
05. La responsabilidad de ir a nuevas elecciones
Ningún partido quiere aparecer como culpable de llevar a los
españoles a nuevas elecciones. Es obvio. Y esa sería quizá la razón más
poderosa para forzar el entendimiento. Aunque sea in extremis. Sánchez ha
repetido machaconamente que sólo hay dos alternativas,
"cambio o
continuidad", que en los últimos días ha reformulado como "cambio o
elecciones". El PSOE ha afeado a Iglesias haber "traicionado"
a sus votantes, manteniendo a Rajoy en La Moncloa, haber impedido la puesta en
marcha de políticas radicalmente distintas a las del PP.
Sánchez,
defendiendo su investidura en la segunda votación, el 4 de marzo. (EFE)
Podemos lo ve desde otro prisma. Como dijo el lunes pasado la diputadaTania Sánchez,
que haya o no nuevas elecciones "está en manos del PSOE",
pues tiene que resolver el dilema, elegir "un Gobierno de coalición con
C's y el PP", lo que no cambiaría nada, y "un Gobierno de cambio y de
progreso", que es por lo que aboga la formación morada, y por lo que
empujará "con todas sus fuerzas", según precisaba ayer uno de los
dirigentes más próximos a Iglesias,Rafa Mayoral.
Los dos secretarios generales manifestaron durante su charla
telefónica queharán lo
posible para evitar la repetición de las generales. Lógico. Pero
sus movimientos dirán hasta qué punto luchan para evitarlo o se resignan a una
segunda vuelta. Ya queda menos para saberlo. El cartel de 'abierto por negociaciones'
queda suspendido hasta el 30 de marzo.
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