Sí, Podemos tiembla de miedo. Y no me refiero solo a que el Tribunal de Cuentas tenga un expediente llamado PISA –Pablo Iglesias Sociedad Anónima- elaborado por la UDEF que apunta a posibles delitos electorales, de blanqueo y de financiación ilegal. Ni a que el Parlamento de Venezuela haya constituido una comisión de investigación para sacar a la luz la financiación de Podemos por parte del régimen de Hugo Chávez –sí, el de ese país donde la gente hace ahora cola para comer-.
Podemos es un partido-movimiento con un liderazgo débil, tan telegénico que ha convertido a Iglesias en un personaje de sitcompolítica
Me refiero a que Podemos es un partido-movimiento con un liderazgo débil, tan telegénico que ha convertido a Iglesias en un personaje de sitcom política. Un partido compuesto por grupúsculos incontrolables, encabezados por cabecillas tribales, chamanes del Apocalipsis del capitalismo o de la apología de su terruño. Por eso, desde la creación de Podemos se han debatido dos maneras de organizar el partido. Una, la de Juan Carlos Monedero, buen dialéctico y conocedor de las maneras leninistas, que pretendía la formación de una opción política de abajo arriba, al estilo de lossóviets. Las demandas irían desde las bases, los círculos, que garantizarían la movilización y la presencia callejera, haciendo creer a todos, con la complicidad de los medios de comunicación, que sus reivindicaciones eran el único sentir de la gente. Pero esos sóviets debían ser controlados por la gente del partido, como hicieron los bolcheviques en la Rusia revolucionaria. Los movimientos sociales serían los sectores colaterales que darían vida, programa y líderes al núcleo irradiador; es decir, a la dirección de Podemos. Para Iñigo Errejón, más pragmático y menos leído que Monedero, lo eficaz era la disolución de esos movimientos sociales en el Partido, cuya cúpula, una especie de Presidiumen el que Pablo Iglesias era el portavoz del “nosotros”, dictaría argumentos y acciones.
Es, en consecuencia, el enfrentamiento entre el asambleísmo de Monedero y el centralismo democrático de Errejón. No se trata solo de dominar la calle y la hegemonía cultural desde arriba o desde abajo, sino que es una cuestión de poder, como siempre. La alianza entre los que siguen el proyecto de Monedero y el poderoso sector de Izquierda Anticapitalista ha supuesto la rebelión en provincias contra el Presidiumque quieren montar Errejón y Bescansa. No están dispuestos a que una minoría directora establezca la estrategia a seguir sin atender las demandas de los círculos y de los movimientos sociales, y así separarse de su proyecto inicial. Es este conflicto, de sillones y planes, el que ha provocado la división en Madrid, Cataluña, Cantabria, Asturias, Galicia, País Vasco y otros tantos lugares. Y se han rebelado para dirimir el Poder dentro de la organización según el estilo impuesto desde el 15-M: las primarias a pie de calle.
Pero es que, además, para el núcleo duro de la militancia de Podemos, los de Izquierda Anticapitalista, no hay más solución que las elecciones, asunto del que los “errejonistas” no quieren oír ni hablar en estas condiciones. Para aquellos antisistema, los del PSOE no dejan de ser unos “socialfascistas”, como decían los comunistas de los socialdemócratas hace casi cien años, y creen que si no se les consigue torcer la mano y que se integren en su proyecto emancipador, la colaboración con ellos es traición. Por eso han filtrado los documentos de funcionamiento interno del fenómeno mediático llamado “Pablo Iglesias”, que les ha fallado como líder: ya no es uno más, a pesar de su aspecto milimétricamente calculado. "Hace un año Pablo Iglesias (y otros) –dice el informe de Anticapitalistas– era gente normal, de modo que podía hablar en nombre de la gente normal. Pero ya no lo es, ni lo volverá a ser. No puede enunciar el discurso de la gente porque ya no es gente". Le han negado su condición de “gente”, como hicieron los nazis con los judíos con las Leyes de Nuremberg en 1935.
Su proyecto era como un castillo de naipes, cargado de ilusión y odio, que se desmoronaría al primer viento de realpolitik
Todo está fracasando en Podemos. Las encuestas vaticinan un claro retroceso. No han conseguido el “sorpasso” al PSOE a la primera, que era el objetivo estratégico principal para convertirse en la alternativa de izquierdas al PP. Podemos se configuró para ganar en la primera convocatoria electoral, aprovechando la inercia política del descontento para cambiar el orden social, desde lo simbólico a lo institucional. En el fondo, sabían que su proyecto era como un castillo de naipes, cargado de ilusión y odio, que se desmoronaría al primer viento de realpolitik. Y en el colmo del despropósito, los podemitas no pueden abstenerse para que gobierne el PSOE con Ciudadanos porque quedarían como apéndice necesario de los “socialfascistas” y de la “marca blanca” del Partido Popular. Tampoco pueden ir decididos a unas elecciones, que es el ámbito favorito de un partido agitador y de confrontación, porque Podemos se desmorona a nivel nacional, se divide, y eso lo castiga la Ley D'Hont. Es más; Unidad Popular-IU, el partidito de Garzón, remonta en las encuestas, con lo que tendrá más argumentos para no someterse a la dictadura organizativa de Podemos. Sin las confluencias ni IU, el plan podemita se desinflará a favor de la resurrección del PSOE.
Atenazado por la justicia, que le pisa los talones, y bloqueado porque la estrategia “win-win” se ha transformado en “lost low cost”, el miedo cambia de bando. Ahora está en Podemos. ¿Qué hacer?, que diría Lenin.
JORGE VILCHES Vía VOZ PÓPULI
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