Es el autosabotaje como plan de combate: consiste en no oponerse al avance del enemigo, pero destruir todos los recursos que pueden serle de utilidad: campos, casas, alimentos...
Las tácticas de tierra quemada son un clásico en la historia de las guerras. Es el autosabotaje como plan de combate: consiste en no oponerse al avance del enemigo, pero destruir todos los recursos que pueden serle de utilidad: campos, puentes, casas, alimentos… Cuanto más se adentran la tropas invasoras en territorio extranjero, más desasistidas se encuentran y finalmente se rinden por agotamiento. Así se derrotó a los ejércitos más poderosos. Con la ayuda del invierno, Rusia lo practicó de forma demoledora al menos en dos ocasiones memorables: frente a la invasión del ejército de Napoleón en 1812 y en la Segunda Guerra Mundial ante la penetración de las tropas de Hitler. Eso sí, a costa de sacrificios inmensos para el pueblo ruso.
Si nadie lo remedia, España va a estar hasta el otoño sin un
Gobierno plenamente operativo. Ello produce situaciones indeseables no
previstas en la ley, disfunciones, incertidumbres y daños múltiples al país y a
sus habitantes. Pero la cosa es mucho peor cuando el Gobierno en funciones
decide agudizar todos esos problemas porque conviene a su estrategia electoral.
Todo indica que el PP ha tomado una decisión: puesto que es imposible
que este Parlamento vote a un Gobierno presidido por Mariano Rajoy,
vamos a elecciones el 26 de junio con Rajoy como candidato. Ganamos en
diciembre y no nos dejan gobernar, así que volvamos a ganar
en junio y a ver si se atreven a vetarnos por segunda vez.
Rajoy comenzó su plan renunciando a
la investidura. ¿No tiene tantas ganas Sánchez de ser candidato? Adelante, que
compruebe lo que es recibir mandobles
Rajoy se ve a sí mismo como el artífice de haber salvado España
del abismo de la recesión y el rescate. Para él es incomprensible que tras una
proeza semejante y tras haber ganado las elecciones con un millón y medio más
de votos que el segundo, alguien ose discutirle el derecho a seguir gobernando.
Así que se dispone a reinvindicarse en dos fases: primero, que
todo el mundo sienta lo malo que es estar sin Gobierno. Y segundo, que ese mequetrefe
ambicioso llamado Sánchez, el listillo oportunista de Ciudadanos y
el sectario populista de Podemos comprueben que yo no soy un
político de plastilina como ellos y que paguen su insolencia con una segunda
derrota. Entonces a lo mejor aprenderán a respetar al ganador y cederán al paso
a quien ha demostrado que sabe gobernar.
El
discurso de la campaña de Rajoy en junio ya está escrito. Le bastará mostrar
los resultados de España en 2015 y compararlos con el desastre de 2016.
Gobernando sin obstáculos, dirá, llegamos a las elecciones con crecimiento
económico, creación de empleo, reactivación del consumo y la famosa prima de
riesgo, que tanto nos hizo sufrir, bajo control. Tras las elecciones, se
desataron las ambiciones de los perdedores por ocupar el poder que no se habían
ganado en las urnas, nos impidieron gobernar y desde entonces todo ha ido a
peor.
Será
un mensaje concentrado en un viejo concepto: “Yo o el caos”.
Así que para alimentarlo, nada mejor que suministrar un poco de caos. ¿No
quieren que no gobierne?, pues no gobierno en absoluto y veamos qué sucede.
Resistir mediante la inmovilidad total, un traje a la medida del personaje.
Se
trata de agravar las consecuencias negativas del vacío de poder y transformar
el malestar en una razón de voto: la próxima vez, vote usted más en serio
Rajoy
comenzó su plan de tierra quemada renunciando a la investidura. Primera
retirada y primera crisis institucional, el Rey sin un candidato viable. ¿No
tiene tantas ganas este chico, Sánchez, de vestirse de candidato presidencial?
Adelante, que compruebe lo que es recibir mandobles por la derecha y por la
izquierda para terminar con 220 votos en contra.
Los
primeros meses de 2016 están siendo horrorosos para
la economía española. Se ha frenado el crecimiento, se vuelve a
destruir empleo y las cifras de
retroceso del consumo son pavorosas. ¿Ha visto alguien a este Gobierno dar
muestras de alarma o mover un dedo para tratar de corregir la situación?
¿Alguna medida económica relevante desde el 20-D? No señor, estamos en funciones.
Si quieren acción de gobierno, que nos dejen gobernar.
Como
estamos en funciones, dimitimos también de la política exterior.
Se suspenden los viajes del Rey, nadie sabe por qué. Hay un cambio histórico en
Argentina y por allí ya han aparecido Hollande y Renzi, pero no España; viene
el presidente de Cuba a Europa por primera vez en décadas y nadie se molesta en
intentar que pase por aquí.
En
estos meses, la Unión Europea ha negociado dos acuerdos trascendentales: con
Reino Unido sobre el Brexit y
con Turquía sobre los refugiados. Se desconoce el papel del Gobierno de España
en ambas negociaciones, si es que ha tenido algún papel. Es más, el propósito
del Gobierno es que España sea el único país de los Veintiocho en el que estos
dos acuerdos no se debatan en su Parlamento. Se acepta sin rechistar un canje
atroz para convertir a Turquía en un contenedor de refugiados. Como hay
protestas, con la misma indiferencia se envía a Margallo a Bruselas para que se
retracte. Y cuando le pregunten por qué tanto vaivén, que se encoja de hombros
y responda: “Ya saben, estamos en funciones y no nos dejan gobernar”.
Se
monta un conflicto institucional completamente innecesario a cuenta delcontrol
parlamentario del Gobierno. Es obvio que este Parlamento no
puede, por ejemplo, votar una moción de censura. Pero no veo qué problema hay,
con un poco de buena voluntad, en que un ministro acuda a una comisión o al
pleno para informar sobre asuntos relativos a su departamento. Pues no, vamos a
provocar una colisión entre el poder legislativo y el ejecutivo para que la
tenga que resolver el judicial. Cuanto peor, mejor.
Que
el Gobierno haga del desgobierno su primera baza electoral es una novedosa
contribución española a la ciencia política. Luego dicen que no innovamos
Y
por supuesto, paramos la Administración. Resulta que desde enero las licitaciones de obra pública han tenido un frenazo del 70%, una
catástrofe para el sector de la construcción. Esto solo puede responder a una
decisión política, porque nada impide a un Gobierno en funciones tramitar las
obras que están previstas y aprobadas. Se supone que se adelantaron los
Presupuestos de 2016 para evitar problemas como este. Pero aquí se ha decidido
que todo el mundo pague el pato del bloqueo político: si no nos dejan conducir,
apagamos los motores y que pidan explicaciones a Sánchez, Rivera y compañía.
Esto
no es una pataleta, es un plan de campaña electoral.
Se trata de agravar al máximo las consecuencias negativas del vacío de poder y
transformar el malestar resultante en una razón de voto: la próxima vez, vote usted
más en serio y asegúrese de apoyar a quien sabe gobernar.
Si
lo de la tierra quemada les parece fuerte, dejémoslo en una huelga de brazos caídos:
un Gobierno en funciones que se sabotea a sí mismo y deja de funcionar. Que el
Gobierno haga del desgobierno su primera baza electoral es una novedosa
contribución española a la ciencia política. Luego dicen que no
innovamos.
IGNACIO VARELA Vía EL CONFIDENCIAL
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