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sábado, 28 de septiembre de 2019

Errejón acelera la implosión de Podemos

Podemos ha pasado de erigirse en una alternativa al PSOE a convertirse en un partido en riesgo de descomposición

 

/SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL


En apenas cinco años, Podemos ha pasado de erigirse en una alternativa al PSOE a convertirse en un partido en riesgo de descomposición. El cesarismo de Pablo Iglesias, las sucesivas purgas para apartar a los disidentes, la incoherencia ideológica de un partido que se reivindicaba antisistema y ha acabado implorando cogobernar con los socialistas y el acceso a la casta -vía Galapagar- de unas siglas que nacieron con la voluntad de acabar con los privilegios de la clase política han conducido a Podemos a la irrelevancia y la división interna. El paso dado por Íñigo Errejón para presentar su candidatura a las elecciones del 10 de noviembre no ha hecho más que acelerar el desgarro de Podemos, pero este proceso venía larvándose desde que Iglesias decidió convertir Podemos en una fuerza de carácter populista sin cohesión orgánica, sin un proyecto vertebrador para toda España y con un recetario económico entre suicida y disparatado, que colisiona frontalmente con los más elementales principios de la realidad del mercado.
El desgaste de Podemos se materializó el 28-A -pasó de 71 a 42 escaños- y se confirmó en las autonómicas y municipales, convocatoria en la que vio laminado su poder en algunas de las principales ciudades. Esta sangría es consecuencia del desgaste meteórico que se ha cebado con la formación morada, pero se está viendo agudizada por las fugas a raíz de la decisión de Errejón de saltar a la arena nacional. Equo confirmó ayer su alianza con Más País, provocando el abandono de quien fue su fundador, Juantxo López de Uralde. Con el partido de Errejón también confluirán Compromís y Chunta. Y a ello se suma la decisión de la dirección de Podemos en Murcia de dimitir de sus cargos y pasarse a las filas errejonistas, un duro golpe para Iglesias. Cuestión diferente es la aspiración de Teresa Rodríguez de convertir la marca Adelante Andalucía en el paraguas de las formaciones a la izquierda del PSOE para concurrir a las generales con una única lista en esta comunidad. En todo caso, asistimos a la implosión de Podemos, que acusa los efectos del sempiterno cainismo en la izquierda española, lo que ahondará en la fragmentación de su bloque de cara al 10-N.
Errejón, pese a que su doctrina ideológica se ancla en el populismo bolivariano, irrumpe como una opción pragmática frente al maximalismo de quien un día fue su compañero y amigo. Lo cierto es que se presenta a las generales después de renunciar a ser portavoz de Más Madrid, aunque sin entregar el acta en la Asamblea regional. Esto significa que su sueldo de diputado raso, que asciende a 3.503 euros mensuales, ayudará a pagar su aventura nacional. Es impresentable que los contribuyentes madrileños financien su campaña para las generales. Con el agravante de que, para más inri, tal como reveló EL MUNDO, su absentismo impidió la tramitación de 30 iniciativas en la Cámara madrileña.
Resulta sorprendente que, con este bagaje, Errejón siga teniendo aún algo de crédito en las bases de la izquierda. Pero la realidad es que, aunque también puede pescar votos en el caladero de Pedro Sánchez, su eclosión ha hecho temblar los cimientos de Podemos. La figura de Iglesias se consume por la inoperancia y el arrinconamiento de un proyecto agonizante. La debilidad de una extrema izquierda utópica en lo económico y desleal frente al desafío separatista en Cataluña constituye una excelente noticia para España.

                                                                               EDITORIAL de EL MUNDO

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