¿Cuándo va el partido de Rivera a dejar de dar tumbos?
Es cierto
que, desde la celebración de las últimas elecciones generales, el pasado
abril, todos los sondeos que se han venido publicando pronostican que
el PSOE saldría fortalecido de una nueva cita con las urnas y que
formaciones como Ciudadanos y Podemos resultarían perjudicadas.
Ahora bien, las encuestas –salvo alguna del CIS que auguraba una mayoría absoluta socialista– no respaldan la excesiva confianza de Pedro Sánchez en conseguir una "mayoría rotunda" que le haga innecesario tener que llegar a alguna clase de acuerdo, a su derecha o a su izquierda, tras el 10-N.
Sólo en este sentido se puede confiar en lo que la representante del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, ha pronosticado a la socialista Carmen Calvo: "A ustedes les va a ir el 10-N mucho peor de lo que sus redondos les susurran".
Resulta innegable que Sánchez está decidido a seguir con la táctica de golpear a Podemos para atraerse el voto de Cs, que, para colmo, también podría sufrir pérdidas en favor del PP. Sea como fuere, la oposición a Sánchez debe ir más allá de denunciar la culpabilidad del indigno candidato socialista por la celebración de estas nuevas elecciones que se veían venir desde hace meses.
En este sentido, parece correcto que el PP, sin dejar de señalar la absoluta falta de sentido de Estado manifestada por Sánchez, trate de recuperar el apoyo perdido en Cataluña, de centrarse en la cuestión económica y de conseguir la unión del centro-derecha evitando refriegas con Cs y con Vox. No obstante, Casado cometería un tremendo error si para ello considerase necesario un acercamiento a Rajoy, con quien ha comido este mismo miércoles.
¿Y qué va hacer, por su parte, Ciudadanos? ¿Se va a limitar a seguir despreciando una coalición electoral con PP y con Vox, coalición que, pudiendo hacer frente a la estrategia de Sánchez, ya no da tiempo a plantear de cara al 10-N?
Resulta innegable que Sánchez está decidido a seguir con la táctica de golpear a Podemos para atraerse el voto de Cs, que, para colmo, también podría sufrir pérdidas en favor del PP. Sea como fuere, la oposición a Sánchez debe ir más allá de denunciar la culpabilidad del indigno candidato socialista por la celebración de estas nuevas elecciones que se veían venir desde hace meses.
En este sentido, parece correcto que el PP, sin dejar de señalar la absoluta falta de sentido de Estado manifestada por Sánchez, trate de recuperar el apoyo perdido en Cataluña, de centrarse en la cuestión económica y de conseguir la unión del centro-derecha evitando refriegas con Cs y con Vox. No obstante, Casado cometería un tremendo error si para ello considerase necesario un acercamiento a Rajoy, con quien ha comido este mismo miércoles.
¿Y qué va hacer, por su parte, Ciudadanos? ¿Se va a limitar a seguir despreciando una coalición electoral con PP y con Vox, coalición que, pudiendo hacer frente a la estrategia de Sánchez, ya no da tiempo a plantear de cara al 10-N?
La actitud
de Sánchez es y ha sido siempre impresentable, pero la estrategia de
Ciudadanos ha sido completamente errática: sólo en vísperas de que el
Rey anunciara la convocatoria de las nuevas elecciones ofreció Rivera
una tercera vía que no pasara ni por el pacto del PSOE con la extrema
izquierda podemita ni por acudir de nuevo a las urnas.
¿Cuándo va
Ciudadanos a dejar de dar tumbos? ¿Va a estar dispuesto a llegar a
acuerdos con el PSOE a fin de evitar el pacto de los socialistas con los
podemitas y los separatistas o va, por el contrario, a seguir aspirando
a liderar la oposición al PSOE... y a la vez a vedarse los acuerdos con
Vox?
Quizá lo que ocurra es que a Cs le ha desconcertado una maniobra de Sánchez que diríase no vio venir. Lo peor es que ese desconcierto no hace sino cebar las suspicacias de tantos ciudadanos ante un partido del que con demasiada frecuencia no saben qué esperar.
Quizá lo que ocurra es que a Cs le ha desconcertado una maniobra de Sánchez que diríase no vio venir. Lo peor es que ese desconcierto no hace sino cebar las suspicacias de tantos ciudadanos ante un partido del que con demasiada frecuencia no saben qué esperar.
EDITORIAL de Libertad Digital
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