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domingo, 30 de agosto de 2020

EL DIPLODOCUS NO SE HA DESPERTADO


Dos mujeres limpian un aula del colegio de San Juan de Murcia, este... 

Dos mujeres limpian un aula del colegio de San Juan de Murcia, este viernes, en presencia del alcalde, José Ballesta. EFE


Hace años utilice el lema ¡Despertad al diplodocus! para indicar que nuestro sistema educativo es muy poderoso, pero se mueve con dificultad y había que movilizarlo. La situación actual pone de manifiesto que no ha despertado. Los primeros responsables de esta inercia son los "políticos de la educación". Nunca hemos tenido buenos "gestores educativos", profesionales competentes y comprometidos capaces de organizar, movilizar, implicar, hacer planes y conseguir llevarlos a cabo.
Ningún ministro ha conseguido potenciar la autonomía de los centros y su capacidad de innovación. Ninguno se ha tomado en serio la formación del profesorado y ninguno, y, esto me parece especialmente grave, ha fortalecido las competencias profesionales y legales de los equipos directivos y de los inspectores, es decir, de los mas cercanos a la gestión.
Por supuesto son también culpables los partidos que no han conseguido consensuar un pacto. Tampoco ha ayudado la estructura funcionarial de la mayor parte de los docentes, ni la acción corporativista y a veces demagógica de los sindicatos, y, puestos ya a buscar responsables, el desinterés de la sociedad por la educación.
Basta mirar las encuestas del CIS para comprobar que la educación no está nunca entre las grandes preocupaciones de los españoles. Nos acordamos de ella, como de Santa Bárbara, cuando truena. Y ahora esta tronando, y mucho.
La pandemia nos cogió desprevenidos y las escuelas tuvieron que capear el temporal como pudieron. Pero estos meses deberían haberse aprovechado para preparar un curso 2020-2021 absolutamente excepcional, que exige medidas excepcionales, cooperación de todos los agentes sociales y capacidad de gestión. Nada de eso ha sucedido y donde se ha hecho ha sido por iniciativa de los centros.
El reciente acuerdo entre el Ministerio y las comunidades autónomas es patético. Es una muestra más de inercia, improvisación, y timidez. Desde marzo era evidente la gravedad de la situación y que necesitábamos tratar el problema sanitario y el académico.
El sanitario exige bloquear los contagios dentro de la escuela, lo que pone en primer lugar el problema del espacio. Pedí que cada centro presentara un informe sobre la posibilidad de ampliar el espacio que tenía, bien con instalaciones propias o externas. La ampliación de espacios implica aumento del profesorado y un mayor uso de la tecnología dentro del aula, de manera que en caso de confinamiento esos métodos pudieran aplicarse a distancia.
Eso supone equipar digitalmente a los centros y a los alumnos y formar a los docentes en un nuevo tipo de enseñanza híbrida al que probablemente tendremos que acudir cada vez más. Hay introducir turnos y -asunto que nadie se atreve a tocar- aprovechar los horarios de tarde, podados por la implantación pedagógicamente poco justificada de la jornada continua.
Desde el punto de vista de los contenidos académicos, ya entonces propuse que puesto que no sabíamos como habían aprovechado los alumnos el confinamiento, el primer trimestre debía ser de actualización, lo que suponía un reajuste de todos los programas.
Ahora, la víspera del comienzo de curso, se habla de que se van a contratar miles de profesores. ¿De qué manera?¿Con qué competencias?¿Cómo se van a integrar en los proyectos educativos de los centros?
Sea cual sea la evolución de la situación, va a exigir una mayor colaboración con las familias. ¿Se ha cuidado esta cooperación? Seré optimista. Aprovechemos la ocasión para despertar al diplodocus, aunque sea tarde.

                                                    JOSÉ ANTONIO MARINA   Vía EL MUNDO

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