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jueves, 27 de agosto de 2020

MIGUEL DELIBES, VIVIR Y ESCRIBIR AL UNÍSONO

En el centenario de su nacimiento, el autor, biógrafo de Miguel Delibes, repasa la obra, tanto periodística como narrativa, del escritor vallisoletano, para resaltar su compromiso ético y su pasión literaria

 

EFE 


El próximo 17 de octubre se cumplirán cien años del nacimiento del novelista Miguel Delibes. Centenario que se está conmemorando a lo largo de 2020 con actos culturales, bibliográficos y artísticos. Miguel Delibes nació en Valladolid en 1920, y murió en Valladolid noventa años después, en 2010. Se preciaba de repetir, con un personaje de su primera novela: "Soy como un árbol que crece donde lo plantan".
Para trazar esta semblanza bioliteraria de Miguel Delibes, partiré de un axioma para mí irrefutable, y que ya dejo insinuado en el título de estas líneas: Biografía y literatura discurren en el escritor castellano en completa sintonía. O dicho más por derecho: Delibes escribe como él es. Y, si tratamos de resumir su vida y su literatura en un solo concepto definitorio, éste sería el de fidelidad. Fidelidad a su entorno natural y a sus raíces sociales y culturales. En definitiva, a sí mismo.
Miguel Delibes concibió la novela como el compendio de tres elementos imprescindibles: un hombre, un paisaje y una pasión. El trinomio me sirve asimismo para enmarcar la vida y la literatura del escritor: Miguel Delibes fue un hombre independiente, protagonista absoluto de su propia biografía, que nunca permitió, en propias palabras, que "nadie me lleve más allá ni me deje más acá de donde yo quiero ir".
Un paisaje: Castilla. "Desde que yo empecé a escribir, me propuse que mi literatura y mi tierra irían siempre asociadas". Una pasión: escribir. Escribir precisamente en memoria y en defensa de su tierra y sus gentes. Y escribir, además, imbuido por una preocupación ética. Volvamos a oírle: "A mi aspiración estética -hacer lo que hago lo mejor posible- he unido siempre una preocupación ética : procurar un perfeccionamiento social. Sé que una novela que quede para la posteridad quedará por su valores literarios, al margen de la preocupación moral de su autor. Pero a pesar de esa convicción, yo no he podido desprenderme de ella e, incluso, estoy por asegurar que sin una norma ética como guía, es muy posible que mi obra literaria, buena o mala, no se hubiera producido".
Norma ética y preocupación social tanto en la literatura narrativa delibeana como en su escritura periodística. Y ambas, vuelvo a insistir, con su Castilla natal como telón de fondo, compromiso y preocupación. Si en 1943 empieza a escribir en prensa -en su ya irrenunciable El Norte de Castilla-, sólo cuatro años más tarde empieza a redactar su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, que le abrirá, al ganar con ella el prestigioso premio Nadal, la senda literaria cuajada en un total de veinte novelas.
Periodismo y narrativa, pues, de la mano. Inseparables. Incluso saltando de una a la otra escritura cuando las circunstancias lo requieran. Salto que designó, muy gráficamente, como "cambiar de instrumento". "Cuando el artista, el escritor en mi caso, emplea un instrumento que desafina en opinión del poder establecido, no tiene aquél más que cambiarlo por otro". Del periodismo pasó a la novela. "Es así como yo escribí mi novela Las ratas. Cuando yo emprendo -siendo ya director del El Norte- una campaña de prensa denunciando la postración y abandono del medio rural castellano, y la autoridad me la persigue primero y me la prohíbe después, yo cambio de instrumento y me paso a la novela. Las ratas (1962) es un alegato mucho más duro y acusador que las crónicas de prensa. Pero la censura franquista no atinó a verlo".
Delibes ocupará diferentes puestos y cargos en el periódico vallisoletano, llegando a director en el periodo 1958-1963, y dimitiendo él mismo del cargo por razones de conciencia profesional y enfrentamientos con las autoridades de prensa, entre ellas el ministro Fraga Iribarne, titular de la cartera de Información y Turismo.
De dos iniciativas y logros se sentirá especialmente satisfecho, por no decir orgulloso, Miguel Delibes en el ejercicio del periodismo: primero, del compromiso con su tierra y sus gentes, que le llevará a practicar un periodismo batallador y reivindicativo en defensa de Castilla y, particularmente, del medio rural; segundo, el haber formado y aglutinado en torno a su persona y magisterio a un plantel de periodistas y escritores, comprometidos como él, cuyos solos nombres dejan constancia de la eminencia de la que será ya conocida como Escuela de El Norte de Castilla: Jiménez Lozano, Umbral (ambos Premios Cervantes, como el maestro), Leguineche, Martín Descalzo, Pérez Pellón, entre otros.
Si he trazado parte de esta semblanza bioliteraria fundamentándome en los tres pilares que, según Delibes deben sostener la estructura novelesca, intentaré completarla guiándome de las cuatro constantes literarias enunciadas asimismo por el propio escritor: infancia, prójimo, naturaleza y muerte. Me detendré en dos: la infancia y la naturaleza.
Resulta curioso constatar que, si bien Delibes no escribió expresamente historias para niños -a excepción, digamos, de Tres pájaros de cuenta (1982)- toda su obra está plagada de personajes infantiles, de modo que, en efecto, bien puede proclamar que la infancia es una de sus constantes narrativas. Pero si hay una constante que predomina por encima de las demás esa es, sin duda, su relación con el medio natural. "Todas mis obras participan de la naturaleza en mayor o menor medida; incluso en mis novelas urbanas, los protagonistas escapan al campo de vez en cuando para oxigenarse".
Se ha considerado a Delibes como el primer ecologista español, un ecologista avant la lettre, digámoslo así, y no es para menos. Ya en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, en 1975, hace por tanto cuarenta y cinco años, expuso sin cortapisas, y fundamentándose, además, en su propia obra narrativa, las claves de su relación, humana y literaria, con el medio natural. El credo ecológico delibeano no puede ser más claro y contundente: "Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente es retroceder". Por algo tituló su discurso El sentido del progreso desde mi obra. Y por algo he titulado yo esta crónica Vivió y escribió al unísono. Es decir: con coherencia.

                                                     RAMÓN GARCÍA DOMÍNGUEZ*  Vía EL MUNDO
*Ramón García Domínguez, periodista y biógrafo de Miguel Delibes, es autor de Miguel Delibes de cerca (Destino).

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