Las iglesias que no se toman en serio la Biblia y la Tradición están destinadas a ser cada vez menores y más irrelevantes.
DWIGHT LONGENECKER es sacerdote católico
y capellán de un colegio en Estados Unidos. Se crió en una familia y un
colegio evangélicos fundamentalistas. En Inglaterra se hizo pastor
anglicano. Casado y con hijos, entró en la Iglesia Católica y de vuelta a
Estados Unidos es sacerdote católico por una dispensa especial. Su blog
en inglés es StandingOnMyHead, muy leído y popular.
Con motivo de la reciente “expulsión” de los episcopalianos de la plena Comunión Anglicana (han quedado reducidos a la condición de "oyentes"), el padre Longenecker defiende que hoy la verdadera división se da entre cristianos “históricos o tradicionales” y cristianos “progresistas o liberales”, y vaticina que antes de un siglo la opción "progre" habrá desaparecido (o habrá dejado de tener nada que ver con el cristianismo). Para ello da 12 razones que resumimos a continuación.
1 – “Los modernistas niegan lo sobrenatural”
La religión, explica Longenecker, “es una transacción con lo
sobrenatural; sea gente primitiva danzando junto al fuego o una Misa
Solemne en una catedral católica, la religión trata de un intercambio con el Otro Mundo”. La religión trata de almas, pecados, cielo, infierno, condenación, la otra vida, ángeles y demonios, “y todo eso”.
Una religión "para ser buenos", luchar por la igualdad de derechos y
trabajar causas sociales desaparecerá, porque esas tareas se pueden
trabajar sin religión, sin nada sobrenatural. Así, la primera generación de cristianos modernistas aún va a la iglesia, la segunda sólo va a veces, la tercera no va casi nunca y las siguientes ni van ni se lo plantean. Si no crees en lo sobrenatural, el ritual no vale la pena. Y dejas la iglesia.
2- La religión progresista fomenta el individualismo, no la comunidad
Si cada persona puede decidir en qué creer, no necesita juntarse con otras personas, de hecho no lo valorará. Tenderá a mezclarse con los pocos que crean exactamente igual que él en todo, grupos cada vez más pequeños, débiles e irrelevantes, que tenderán a desaparecer.
3- El cristianismo progresista es demasiado subjetivo y sentimental
Si lo que importa no es la moral ni la doctrina, sino el “sé tú mismo” y “siéntete bien”,
si lo que se valora es básicamente el sentimiento, que es una
experiencia individual, tenderá a desatenderse el compromiso formal, el
comprometerse con una asociación o comunidad. Se puede “creer sin pertenecer”, y como es más fácil, es lo que se hará.
4- El cristianismo progresista es revisionista y se separa de la tradición
Al cortar con la tradición y despreciar la historia,
sólo le queda “lo que ahora está de moda” (que dejará de estarlo muy
pronto) y el esfuerzo agotador por someterse a las exigencias siempre
variables e insaciables de la cultura contemporánea. A quien no tiene raíces se lo lleva el viento.
5- El cristianismo progresista se basa en biblistas ya caducos
Muchos cristianos “progres” dicen seguir “la crítica moderna”… y repiten lo que dijeron biblistas alemanes del siglo XIX o
de antes de la II Guerra Mundial, porque les sonaba “desmitificador”.
Todo eso ha caducado ante los avances de los biblistas modernos de
verdad, los que publican en el siglo XXI y aplican métodos de historia y
arqueología, no de ideología, y que refuerzan la fiabilidad de la
Biblia.
6- El cristianismo “progre” morirá porque no es exigente con sus fieles
Los clérigos “progres” llevan 4 décadas diciendo que no es
obligatorio ir a la Iglesia, que sólo hay que acudir si se tienen ganas…
y ahora descubren con asombro que tienen las iglesias vacías. No piden a los fieles nada exigente… y estos se van porque lo menos exigente es quedarse en casa tranquilamente.
7 – El cristianismo progre fomenta el declive moral y eso lo debilita
En cualquier religión que cree en lo sobrenatural se predican las virtudes, que implican esfuerzo. Se pide pureza moral, autocontrol, disciplina… Pero la religión progre ofrece, en realidad, hedonismo, aunque un poco aguado.
Las personas quieren religión en serio o hedonismo sin aguar, así que
dejarán la religiosidad “progre” y elegirán entre esas dos opciones.
8- El cristianismo progre no tiene natalidad
Una religión que no tiene hijos desaparece con rapidez. Una religión que
admite la anticoncepción e incluso la alaba, o que permite el aborto, será demográficamente irrelevante muy rápido, especialmente si compite con otras que fomentan la fecundidad y la familia.
Pastoras de una iglesia muy liberal a favor del aborto ("pro-choice")
9- El cristianismo del Sur está en alza
Los episcopalianos de EEUU han sido castigados en la Comunión Anglicana
por los anglicanos de África, que son inmensa mayoría y en crecimiento. El cristianismo en África, Asia y Sudamérica es creativo, vigoroso, crece y enlaza con la Biblia y la tradición histórica y moral. Será el que marque la línea en este siglo XXI.
10- Los “progres” ya son “establishment”, “mainstream”, “lo estándar”, lo aburrido…
Hoy ser “progre” es lo estándar, es lo que todos hacen, es burgués y
mediocre… Los antiguos radicales hoy son parte del “establishment”. Son
el sistema. Y la verdadera religión siempre tiene algo de antisistema,
de rebelión ante la lógica de la mediocridad establecida. Por eso la religión progre aburguesada no atraerá a las personas que buscan verdadera religión.
Obispesas episcopalianas en EEUU: la
Comunión Anglicana ha reducido a esta iglesia, hace un siglo la más
prestigiosa del país, a mera "oyente"
11- Hoy los verdaderos radicales son los cristianos históricos, tradicionales
Si todo el mundo es progre, el conservador es el nuevo radical. En un
mundo promiscuo, el casto es radical. En un mundo glotón, el que ayuna
es radical. En un mundo relativista, quien tiene convicciones firmes es
radical. En un mundo materialista, quien cree en lo sobrenatural es
radical. Y esa radicalidad atrae a la gente.
12- El cristianismo progre se vacía… por sus puertas tan abiertas
El gran dogma “progre” es “las puertas están abiertas para todos”. Pero
nadie quiere apuntarse a un club que no tiene reglas de admisión. Un
club para todos en realidad es un club para nadie. Una iglesia sin
dogmas ni moral no rechazará a nadie, pero nadie va a sentir que deba
acudir o pertenecer a ella. Por esas puertas tan abiertas nadie va a entrar para quedarse, y muchos de los que estaban, se marcharán.
La paradoja que los sociólogos y el padre Longenecker detectan es que,
al final, las religiones exigentes en lo moral, con doctrinas claras,
llamado comunitario (no individualista) y visión sobrenatural son las
que sobrevivirán a la prueba del siglo XXI y crecerán.
Vía RELIGIÓN EN LIBERTAD
Deseo compartir con todos ustedes que rezar
ResponderEliminares lo mejor que me ha pasado, sobre todo porque encuentro paz en cada una de las palabras de agradecimiento hacia Dios.