Judith Butler es la exponente más conocida de los llamados gender studies, o estudios de género.
Muy probablemente Butler se basa en la conocida como «French Theory», como es llamado el estructuralismo en los Estados Unidos; y en especial en Michel Foucault (1926-1984), el filósofo francés que, a su vez, hace referencia a de Sade, Nietzsche y Bataille. Normalmente se lee que el concepto butleriano de “performatividad” deriva de Foucault. Según Butler, el género es “performativo”, es decir, un papel (una performance) que, al ser repetido, nos induce a pensar que es natural. El problema es que el concepto de “performativo”, para Foucault, es más bien distinto. Cuando el lenguaje crea la realidad El filósofo francés se basa en el lingüista inglés John Langshaw Austin, que divide los enunciados en "constatativos" (que describen la realidad) y los "performativos" (que crean o transforman la realidad). Ejemplos de enunciados performativos son «Yo te maldigo», «Juro...», «Prometo...». El motivo por el cual Foucault estaba interesado en el lenguaje performativo es claro: según el estructuralismo es el lenguaje el que crea la realidad. El verdadero vínculo entre Butler y Foucault no está aquí sino en un pasaje clave de uno de los libros más importantes de Foucault: Vigilar y castigar. |
El núcleo de este libro es simple: hasta el Siglo de las Luces la justicia se ensañaba de distintas maneras con el cuerpo del reo. Con la Ilustración nace la cárcel como castigo: el cuerpo del prisionero está libre e intacto, pero su alma es vigilada, reeducada, sometida al poder.
Para Michel Foucault se trata de un castigo mucho peor respecto al precedente porque al instituir la cárcel el poder hace que el alma sea "prisión del cuerpo". Este vuelco del célebre aforisma platónico («El cuerpo es prisión del alma») es lo que vincula a Foucault con Butler.
De hecho, Judith Butler está convencida de que el cuerpo es “todopotente”, es decir, capaz de todo tipo de acto; y sólo el alma (creación e instrumento del poder) asigna al cuerpo una función, un destino.
Judith Butler, gran gurú intelectual de la ideología de género
Paradójicamente, si Butler no mirase con tedio a este proceso que acabamos de describir la podríamos clasificar como aristotélica; efectivamente, Aristóteles sostenía que el alma da “forma” (es decir, un destino, un posible cumplimiento, un objetivo) al cuerpo.
El filósofo griego estaría de acuerdo con los colegas franceses y estadounidenses: el alma “limita” la potencialidad del cuerpo pero le da, al mismo tiempo, un sentido, le asigna un cumplimiento, un fin. Pero esto es precisamente lo que Butler le niega al cuerpo humano: un fin, un proyecto; en otros términos, una naturaleza.
Esto es exactamente lo que hace la ideología de género, que Butler eminentemente representa.
Cuando Foucault entró en la cultura sado-maso
Michel Foucault siempre había estado atraído por la muerte, como testimonian los varios intentos de suicidio; pero en cambio había sentido siempre repulsión por su atracción sexual hacia los hombres, atracción que vivía con dificultad.
Al menos hasta la primavera de 1975. Ese año fue invitado por primera vez a impartir unas lecciones en la Universidad de Berkeley.
Algunos compañeros de trabajo le llevaron al Valle de la Muerte, a Zabriskie Point, y lo iniciaron en el LSD [droga alucinógena muy popular en los años 70, nota de ReL].
El francés seguidamente definiría esa experiencia como «la mejor de mi vida».
A partir de ese momento Foucault empezó a vivir intensamente "experiencias límites" en el ambiente sado-maso gay de San Francisco. Había encontrado el modo de unir sus impulsos sexuales con los impulsos de muerte. Literalmente.
Su biógrafo, James Miller, ha escrito en su libro The passion of Michel Foucault que el filósofo siguió teniendo relaciones sexuales promiscuas aun sabiendo que era seropositivo.
A quien le hacía observar lo absurdo de este comportamiento, a la vez suicida y homicida, Foucault respondía: «Morir por el amor de los chicos, ¿hay algo más maravilloso?».
Pese a la sonrisa, una pulsión suicida y atracción por la muerte movía al filósofo comunista Foucault
"Limpiando" la biografía: no ligar lo gay y lo suicida
En 1992 Miller propuso los contenidos de su biografía en una conferencia en la Universidad de Michigan. En esa ocasión Judith Butler se levantó y protestó vivamente: «Vincular la homosexualidad a la muerte es insidioso y repugnante. Haciendo esto se acaba estimulando la derecha reaccionaria de Pat Buchanan».
Atacado por ésta y otras críticas similares, Miller añadió un post scriptum a su libro en el que explicaba que la parte de la vida de Foucault vinculada a su comportamiento sexual peligroso no era tan verdadera y tampoco había sido demostrada. El filósofo francés ya lo había dicho: es el lenguaje el que crea la realidad.
Los principios del poder gay
El día después de su experiencia con el LSD, un estudiante se acercó a Foucault y le dijo: «Su modo de pensar hace posible cosas como el Movimiento de Liberación Gay». Foucault se escudó respondiendo de manera docta y como profesor.
Pero el estudiante tenía razón. El filósofo acaba de exponer los contenidos de un trabajo que se publicó el año siguiente, el primer volumen de su Historia de la sexualidad.
Foucault acababa de explicar a los estudiantes de Berkeley que "el poder" no sólo reprime la sexualidad, sino también la norma es represora, estableciendo lo que es lícito y lo que no lo es, qué comportamiento, actitudes e inclinaciones son buenas y cuales no lo son.
La rebelión al poder, por consiguiente, no consiste sólo en liberar la sexualidad, sino también en alterar las normas impuestas por el poder.
Por ejemplo: el poder ha impuesto que la homosexualidad es una anomalía, una patología; la rebelión al poder necesita que se rechace esta categorización. El pensamiento de Foucault fue verdaderamente el instrumento que permitió al «Movimiento de Liberación Gay» hacer esos progresos que vemos hoy y que damos por adquiridos.
La vía armada no funcionaba
Michel Foucault no está en el origen solamente de las ideologías de género y homosexualista. Desde siempre militante comunista, Foucault fue uno de los primeros en darse cuenta de que el camino de la insurrección armada, emprendida por movimientos comunistas radicales, era un callejón sin salida.
El año 1978 fue, tanto en Francia como en Italia, el año del cambio: la Revolución, por definición siempre en movimiento, tenía que buscar otros caminos.
Fue precisamente ese año cuando Foucault, durante sus lecciones en el Collège de France, invitó repetidamente a sus "oyentes" a leer los trabajos de los libertarios Ludwig von Mises y Frederick Hayek.
Se trata de una vuelta, para Foucault, a sus maestros, de Sade en particular: a la ilustración, al empirismo, al liberalismo. Los orígenes del rechazo de la metafísica que tuvo su cumplimiento en Nietzsche. La ausencia de toda ley moral y religiosa.
(Publicado originariamente en La Nuova Bussola Quotidiana, por ROBERTO MARCHESINI, traducción del italiano de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
Vía RELIGIÓN EN LIBERTAD
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