Todas las grandes figuras históricas son
controvertidas y no hay obra humana que sea perfecta y al gusto de todos, pero
para entender la importancia de Fernando el Católico basta atender a la
situación de España cuando se casó con Isabel de Castilla y la que
dejó a su muerte.
El balance puede resumirse muy brevemente: al comienzo de su
reinado, Aragón y Castilla se encontraban en estado próximo a la descomposición
entre guerras civiles y banderías, la Reconquista estancada y el país dividido
en varios reinos poco amigos entre sí. Cuando muere, España está en paz,
unificada –salvo Portugal—y convertida en una de las primeras potencias de
Europa, si no la primera, descubriendo y conquistando América y con un
verdadero esplendor cultural.
Esto, en el espacio de solo cuarenta años
desde que se consumara la unión de Castilla y Aragón, en 1475. Toda su
política, junto con la de Isabel, puede resumirse en el tenaz intento,
conseguido en lo esencial, de reunificar España recuperando la herencia
política y cultural del reino hispanogodo. Precisamente por no haber
concluido la unión con Portugal, los Reyes Católicos no se titularon reyes de
España, aunque normalmente se les reconocía por tales, y Fernando figura
como Hispaniarum Rex en las inscripciones de Italia.
En todas las sociedades se dan tendencias
centrífugas o disgregadoras y centrípetas o integradoras, y la tendencia
principal durante los dos primeros tercios del siglo XV era a la disgregación.
Es preciso entender el estado de cosas casi imposible del que partieron ambos
monarcas: la Reconquista estaba muy próxima a concluir de modo desastroso
dejando a la península en situación parecida a los Balcanes, con diversidad de
estados impotentes y más o menos hostiles entre sí.
Aunque persistía la
idea de recuperar el terreno perdido ante los musulmanes, la Reconquista había
partido de núcleos dispersos y había dado lugar a reinos diversos, no pocas
veces enfrentados entre ellos. La cuestión era si la idea político-cultural de
España se impondría a esas divisiones o esas divisiones permanecerían ya
indefinidamente, con una base cultural bastante homogénea, pero políticamente
desintegrada.
Previo a los Reyes Católicos, no solo la península se hallaba dispersa en cuatro reinos españoles y uno musulmán, sino que tres de ellos, Castilla, Aragón –sobre todo Cataluña—y Navarra sufrían graves disidencias y luchas internas. La excepción era Portugal, que había emprendido sus fructíferas navegaciones por el Atlántico y la costa africana. Es decir, existía en la península un asentamiento, que podía resultar definitivo, de diversos estados poco amigos entre sí, acompañados de un proceso de descomposición interna de varios de ellos.
Por otra parte se mantenía el reino islámico de Granada, que después de una larga época de decadencia del poder árabe podía esperar la ayuda de la expansiva potencia turca, que ya había demostrado su extraordinario empuje destruyendo el Imperio bizantino y tomando Constantinopla, solo veintidós años antes de la oficialización de la unidad castellano-aragonesa. Los turcos ya amenazaban seriamente a Italia y la angustia por ese peligro había llevado al Papado a facilitar el matrimonio de Fernando e Isabel y la unión castellano-aragonesa, a fin de crear una potencia capaz enfrentarse a los otomanos.
La gran labor unificadora de Fernando estuvo a punto de naufragar por el matrimonio de su hija Juana con el borgoñón Felipe el Hermoso, para quien la idea de España apenas contaba. Felipe se apoyó en los nobles castellanos ansiosos de recobrar sus privilegios, que tanto habían desorganizado al país antes de los Reyes Católicos, y trató de volver a la política profrancesa, que amenazaba la unión de Aragón y Castilla y encrespaba los ánimos hasta la posibilidad de una nueva guerra civil.
Previo a los Reyes Católicos, no solo la península se hallaba dispersa en cuatro reinos españoles y uno musulmán, sino que tres de ellos, Castilla, Aragón –sobre todo Cataluña—y Navarra sufrían graves disidencias y luchas internas. La excepción era Portugal, que había emprendido sus fructíferas navegaciones por el Atlántico y la costa africana. Es decir, existía en la península un asentamiento, que podía resultar definitivo, de diversos estados poco amigos entre sí, acompañados de un proceso de descomposición interna de varios de ellos.
Por otra parte se mantenía el reino islámico de Granada, que después de una larga época de decadencia del poder árabe podía esperar la ayuda de la expansiva potencia turca, que ya había demostrado su extraordinario empuje destruyendo el Imperio bizantino y tomando Constantinopla, solo veintidós años antes de la oficialización de la unidad castellano-aragonesa. Los turcos ya amenazaban seriamente a Italia y la angustia por ese peligro había llevado al Papado a facilitar el matrimonio de Fernando e Isabel y la unión castellano-aragonesa, a fin de crear una potencia capaz enfrentarse a los otomanos.
En ese contexto, la toma de Granada y en lo posible la
expansión por el norte de África se convertían en una tarea urgente. La unión
castellano-aragonesa era en cambio muy indeseada por Francia, a quien
convenía tener unos vecinos débiles al sur de los Pirineos e intentó
invadir España. Y, en fin, la nueva España a partir de los Reyes
Católicos consiguió vencer a los franceses en Italia y convertirse
en el principal freno a la expansión turca, al tiempo que descubría
América y el Pacífico, y comenzaba su conquista y colonización.
Aunque Castilla era, con gran diferencia, el reino
más potente de la península y el de mayor impulso cultural, Fernando orientó su
política internacional en la tradición catalanoaragonesa de enfrentamiento con
Francia, contra la tradición castellana de entendimiento (y cierta
subordinación) con dicho país. En esa línea entran las victorias del Gran
Capitán en Italia, la recuperación del Rosellón y la Cerdaña y la de Navarra,
que se había convertido en un protectorado francés, así como una política de
enlaces matrimoniales con vistas a aislar al potente vecino. Fue, en
general, una política acertada, que sin obstaculizar la acción española en el
Atlántico la facilitó en el Mediterráneo, también contra el poder musulmán.La gran labor unificadora de Fernando estuvo a punto de naufragar por el matrimonio de su hija Juana con el borgoñón Felipe el Hermoso, para quien la idea de España apenas contaba. Felipe se apoyó en los nobles castellanos ansiosos de recobrar sus privilegios, que tanto habían desorganizado al país antes de los Reyes Católicos, y trató de volver a la política profrancesa, que amenazaba la unión de Aragón y Castilla y encrespaba los ánimos hasta la posibilidad de una nueva guerra civil.
Fernando, expulsado de Castilla y viendo
cómo hacía agua la obra de su vida, intentó contrarrestar el peligro casándose
en 1505 con Germana de Foix sobrina del rey francés Luis XII, consiguiendo
así aislar a Felipe. Los oligarcas castellanos, enfurecidos, entendieron que de
este modo Felipe no gobernaría en Aragón, aunque no es claro que un eventual
hijo de Fernando y Germana fuese a hacerlo.
No obstante, el grave peligro de
volver a una situación como la previa a la unidad desapareció cuando
Felipe tuvo el acierto de fallecer, en 1506. Seis años más tarde, dos y medio
antes de su propia muerte, Fernando reincorporaba Navarra a España, y
precisamente a Castilla, prueba de su verdadera estrategia unificadora.
Finalmente ordenó ser enterrado al lado de su primera esposa, Isabel, en Granada.
Entendía bien cuál había sido la tarea histórica común.
Como es sabido, los Reyes Católicos nunca se
titularon reyes de España, debido a la exclusión de Portugal, que se esperaba
pasajera. Pero como esa exclusión ha permanecido, con un paréntesis no
muy largo, el nombre de España ha pasado a corresponder al resto de la
península. Así, es perfectamente adecuado llamar a Fernando rey de España por
encima de sus otros títulos. Más aún: es, junto con Isabel, el gran refundador
de España. Es comprensible que ello irrite mucho a los balcanizadores y
entusiastas de la leyenda negra. Qué se le va a hacer.PÍO MOA Vía Dichos, Actos y Hechos
Joaquin, Felipe el hermoso no vivio en la epoca de fernando el catolico, como se caso con su hija? A que rey felipe el hermoso te refieres??
ResponderEliminargran fan, saludos!
Fernando el Católico nació el 1452 y murió el 1516. El Felipe el Hermoso a que me refiero es Felipe, hijo de Maximiliano de Habsburgo y María de Borgoña, quien en 1496 se casó con Juana la Loca, reina de Castilla, hija de los Reyes Católicos. Este Felipe el Hermoso nació el 1478 y murió en Burgos el 1506, por lo que toda su vida coincidió con la de su suegro Fernando el Católico. ¡Saludos!
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