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lunes, 4 de enero de 2016

EL ESPERPENTO CATALÁN COMO PRELUDIO PARA ESPAÑA

El esperpento vivido en Cataluña ha resultado muy significativo; sus enseñanzas, muy valiosas para comprender hacia dónde vamos abocados todos los españoles. La CUP ha jugado con el pelele Artur, un dummydispuesto a cualquier test de choque, a cualquier disparate contra la razón, a probar el látigo sometiéndose a cualquier práctica de disciplina inglesa, a ceder a cualquier indignidad con tal de mantener sus enrojecidas posaderas asentadas en el poder, hasta que, cansada del juguete, lo ha arrojado con desdén por la ventana. La evolución catalana es lo que los entendidos llaman un indicador adelantado, una señal de la trayectoria que el sistema político seguirá en el resto de España. Dado que la degradación se ha producido de forma más acelerada en la periferia que en el centro, Cataluña, líder y abanderada del proceso autonómico, siempre fue un paso por delante en la generalizada descomposición del sistema político. Y de la nación. 
El caótico proceso autonómico aportó una distorsión adicional al ya disfuncional sistema político español. La teoría de la descentralización se basa en una idea básica: que la democracia se perfecciona en ámbitos reducidos, allí donde la gente conoce mejor a los candidatos, se encuentra mejor informada de la acción de los gobernantes y goza de un trato más cercano con sus representantes. Sin embargo, si un sistema político se encuentra ya de entrada corrompido, carece de eficaces controles y contrapesos, de una efectiva separación de poderes, todas estas lacras se exacerban, se agravan considerablemente a nivel regional. El proceso autonómico generó una Administración hipertrofiada, cara e ineficiente,crecientemente intervencionista, con fuerte tendencia al despilfarro, al clientelismo y a la corrupción. Y creó unas oligarquías regionales de vergüenza, unas clases extractivas que utilizaron las instituciones políticas como una palanca para obtener ventajas, privilegios e ingresos fáciles.  
Nuestros políticos raramente resuelven algún problema, pero viven de crearlos, de difundir terribles peligros para justificar el despilfarro
Así, la corrupción, el control político de los medios de comunicación, la manipulación del público, el entente interesado entre políticos y grandes empresarios, siempre fueron en Cataluña un paso por delante. Pero también la degradación de la política, la demagogia, la promesa de solucionar todos los problemas del ciudadano promulgando nuevas leyes. Un engaño para concentrar más poder en manos de los políticos y reducir su responsabilidad ante el público. Desde este punto de vista, el señuelo de la independencia no es más que la sublimación de esta tendencia: "Pongan en nuestras manos toda la capacidad de legislar y construiremos el paraíso en la tierra". Parte del público olvida que estos cantos de sirena conducen a las sociedades a las puertas del infierno. Nuestros políticos raramente resuelven algún problema, pero viven de crearlos, de difundir terribles peligros para justificar el despilfarro. 
Un nido de víboras llamado procés 
Una vez se instala la demagogia y la idea de que la política es la panacea, o de que todo se soluciona con la independencia, se genera un caldo de cultivo óptimo para las corrientes populistas y antisistema. Si de radicalismo se trata, gran parte del público preferirá el original a la copia. Y el procés se convierte en un nido de víboras donde resulta muy peligroso dar la espalda a los supuestos compañeros. A todos ellos les conviene una independencia que incremente su poder, su impunidad, su influencia y sus ingresos. Pero cada uno quiere llevar la voz cantante, cualquier trampa o traición es posible con tal de liderar o controlar el proceso. Y también el disparate político: por ejemplo, que tras votar la desconexión con España, la antigua Convergencia y Esquerra se presenten a las elecciones españolas. Lo cual es comprensible desde la óptica del interés pero poco justificable para un electorado que exija un mínimo de coherencia. 
Por esto no fuera suficiente, hemos asistido al número de prestidigitación de las asambleas de la CUP para decidir qué hacían con Artur Mas. El asamblearismo es un método muy fácil de vender como la quintaesencia de la democracia pero, en la realidad, fácil de manipular para quienes dirigen la asamblea. El Marqués de Condorcet mostró ya en 1785 que los sistemas de votación pueden ser manipulables sin necesidad de pucherazo o lavado de cerebro. Simplemente ajustando las alternativas, el orden de votación o introduciendo nuevas opciones irrelevantes. En la asamblea de la CUP establecieron cuatro opciones y el orden en que se votaban. Un ejemplo de libro sobre la actuación de evidentes oportunistas. 
La Cataluña ingobernable, plagada de mentiras y distorsiones, no es sino el preludio de la España que nos espera
La Cataluña ingobernable, bloqueada por el choque de intereses contrapuestos, plagada de egoísmos, de insensateces, mentiras y distorsiones no es sólo un esperpento sino el preludio de la España que nos espera. Con la perspectiva que da el tiempo, ahora sabemos que no fue buena idea aceptar un marco institucional infame, marcado por el favoritismo, la arbitrariedad, el abuso y la corrupción. Un sistema carente de reglas del juego coherentes o adecuados mecanismos de control, incapaz de garantizar un funcionamiento neutral de las instituciones. Ni permitir una descentralización absolutamente desordenada y caótica, siempre en beneficio del cacique, no del ciudadano. O que el propio nombre de nuestro país, España, fuera considerado tabú para satisfacer los deseos de los nacionalistas. Es momento de retomar la senda de la regeneración política: de nadar decididamente contra la nefasta corriente que nos arrastra.
                                                                                              JUAN M. BLANCO    Vía VOZ POPULI

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