Translate

viernes, 8 de julio de 2016

MÁS OCASO QUE AURORA

Nuestra clase política no sabe resolver nuestros problemas y parece empeñarse en ser su quintaesencia. Al admitir la anomalía como una forma de normalidad, los partidos exacerban la impresión de fracaso colectivo que, tras unos años de paréntesis, vuelve a acomplejarnos. En cualquier democracia madura, los políticos, independientemente de sus deseos, se pondrían de acuerdo en asuntos esenciales,pero aquí siguen discutiendo por la primogenitura, por quién ha ganado y qué ha ganado, sin que se hable ni poco ni mucho de lo que hay que hacer, de los objetivos comunes. Es obvio que algunos lo hacen, precisamente, porque discuten esa idea misma, porque o son puros pueblerinos o son cuasi separatistas que aspiran a adueñarse de sus Baratarias, pero los que dicen no serlo tampoco se esmeran mucho en el beneficio común, no saben posponer sus objetivos peculiares.
Todos los líderes parlamentarios se olvidan de la política de altos vuelos y buscan, meramente, mejorar sus posiciones en una nueva e inevitable convocatoria
Igual, pero un poco peor que en diciembre
Uno de esos asesores rajoyanos que están en boca de todos le confesó a un amigo hace un par de días que su análisis de lo que había pasado era muy simple, que Rajoy se enfrentaba a una situación muy similar a la de diciembre, pero, en el fondo algo peor, pese a los esfuerzos por pregonar una nueva victoria todavía más rotunda. Como en la anécdota que se cuenta deEugenio D’Ors sobre la supuesta brillantez de un mal conferenciante, se podría decir que ha tenido un éxito, pero que no ha sido un éxito inenarrable. Ahora que Rajoy trata de aparecer como un Jefe de Estado dedicado a arbitrar y moderar, es obvio que aparenta una seguridad y una calma de las que carece, pues no tiene garantías de conseguir lo único que parece importarle, seguir unos meses más en la Moncloa, a saber para qué.
No hay mucha duda sobre la gravedad de nuestros problemas y de que cualquier tratamiento fiable exigiría una política de altos vuelos y una base parlamentaria muy amplia, pero, empezando por Rajoy que debiera dejar de ser un obstáculo para ese objetivo, todos los líderes parlamentarios se olvidan de esa misión y buscan, meramente, mejorar sus posiciones en una nueva e inevitable convocatoria a muy corto plazo. No tienen presente que les pueda pasar lo que a Podemos, que desaprovechó su mejor oportunidad, apoyar a Sánchez, a la espera de un éxito memorable, y su resultado ha sido memorable, pero no exitoso. Debieran recordar aJorge Manrique, “avive el seso y despierte”, porque las mejoras que esperan con dilaciones y nuevas consultas pueden ser funerales, y no sólo para Rivera.
Cuestiones inaplazables
Los problemas que tenemos no son ni pequeños ni postergables. Para empezar, nuestro fallo más sistémico está en las instituciones que deben sostener un sistema democrático, y eso se advierte, más o menos confusamente, por todo el mundo, desde los votantes de UP hasta los liberales más laicos y más capaces de crueldades inimaginables para las almas bellas. Falla la separación de poderes, lo que impide el control y el equilibrio de ideas e intereses; fallan los partidos, que son cuasi mafias incapaces de servir de cauce de participación de la sociedad, y no respetan el derecho común, ni operan con un mínimo de transparencia. Falla la administración, que está por entero al servicio de los intereses de los que la ocupan y la gobiernan, funcionarios y políticos en amalgama indiscernible. Fallan los medios de comunicación, más interesados en servir a los poderosos que en defender la buena información, que es imprescindible al bien común, guardando celosamente su independencia.
Tenemos un Estado económicamente insostenible con unas administraciones arbitrarias e ineficientes que gastan mucho y mal
En otro orden de cosas, tampoco estamos bien servidos. Tenemos un Estado económicamente insostenible con unas administraciones arbitrarias e ineficientes que gastan mucho y mal, una disfunción que nadie se muestra capaz de contener; nuestra deuda con una Europa en sus peores momentos es una amenaza más que no podrá ser sorteada con un Gobierno débil; el costosísimo fracaso de nuestras universidades y de buena parte del conjunto del sistema educativo es indiscutible; nuestra Justicia deja demasiado que desear; en un mundo cada vez más convulso, carecemos de algo que pueda llamarse seriamente política exterior, salvo que entendamos por tal las ocurrencias de nuestro ministro de exteriores sobre Gibraltar, y se podría seguir, pero no sin fatiga.
¿Hay alguien ahí?
En la vida humana todo tiende a deteriorarse cundo no existe una voluntad continuada de mantenerlo en tensión hacia el ideal, y en la vida política eso no puede hacerse sin liderazgo. Rajoy es el paradigma del antilíder, y es inquietante que pretenda seguir al timón de una nave muy a la deriva, pero necesitamos que alguien tome la iniciativa de apuntar alto, sin limitarse a decir obviedades o a descargar en otros la responsabilidad. No se trata sólo de la responsabilidad de los cuatro que almorzarán con Obama, hay trescientos cincuenta diputados y no tienen derecho a declinar su responsabilidad en el jefe de filas, a disponer de nuestros deseos de cambio y de mejora para subordinarlos al interés personal y egoísta de un dirigente en apuros.
Es lamentable que en una situación de auténtica emergencia los diputados se obstinen en demostrar que podríamos ahorrarnos un buen dinero eligiendo no a trescientos cincuenta sino a diez o doce, a lo sumo. No se trata meramente de un defecto del sistema electoral, es una cuestión de dignidad moral que muchos se esfuerzan en olvidar en beneficio de su continuidad, pequeños repetidores de la voz de su amo, en lugar de representantes nuestros, de una nación amenazada en sus cuadernas y bien consciente de que no se merece semejante maltrato por parte de sus próceres, que no tienen derecho alguno a comportarse de un modo canalla, a olvidar sus deberes más sagrados. Solamente cuando puedan aparecer signos de esa rebelión ciudadana podremos esperar que, en efecto, tras el largo ocaso se anuncie de nuevo la aurora.


                                                           J. L. GONZÁLEZ QUIRÓS  Vía VOZ PÓPULI

No hay comentarios:

Publicar un comentario